viernes, 26 de noviembre de 2021

Una parroquia que recibe con los brazos abiertos

Ya no se construyen templos parroquiales como éste del Espíritu Santo, calle Ricardo Ortiz, 1, distrito de El Carmen, en el que se denomina Barrio de la Avenida de Aroca. Un templo levantado en 1968, que se caracteriza por una inmensa vidriera en el altar, a modo de retablo, que representa la venida del Espíritu Santo. Enmarcado en un número ocho, símbolo del infinito, tiempo y eternidad, el cielo y la tierra, el rojo de la pasión es fuego de un amor que ha venido a traer el Espíritu de paz. Un Espíritu que se expande por los cinco continentes en una sinfonía de colores digna de una sosegada contemplación para una tarde soleada. El amplio espacio del templo, sin columnas, sin interrupciones visuales, con un ladrillo clásico que ofrece la sensación de austeridad y recogimiento propio de esa época, que fue la última de un catolicismo cultural y de un arraigado compromiso social. Hoy, en este tiempo, la feligresía de la parroquia es mayor, aunque la edad no reste creatividad a la hora de proponer iniciativas en la vida. El párroco, Félix Gascueña Obispo, está acompañado de un vicario parroquial, Alberto Noguero López, y de un sacerdote adscrito, Jesús Sahuquillo del Barco. También les ayuda el sacerdote estudiante Javier Fuenmayor. Hace no mucho tiempo celebraron los 95 años de un sacerdote que ha estado 53 años en la parroquia, Ángel Carrión Plaza. Según la guía diocesana, en el territorio parroquial están las religiosas Hermanas Franciscanas de la Inmaculada y las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. El párroco insiste, y se puede comprobar en el día a día, que los sacerdotes están para servir a la comunidad. «Les he recordado en el último Consejo parroquial que planifiquen según sus necesidades de forma autónoma, porque los sacerdotes siempre estamos aquí para servir», insiste Félix Gascueña. Da gusto analizar el esquema pastoral de la parroquia, dividido en la dimensión de la acción social, la dimensión catequética y la dimensión litúrgica, que abocan todas ellas a la dimensión de comunión. Si hablamos de Cáritas, nos tenemos que referir a la acogida, el ropero, las prestaciones sociales, los alimentos, un aula de cultura donde enseñan a leer y a escribir y también preparan para la inserción laboral, las visitas a domicilio y el club «El Encuentro», de la tercera edad, que tuvo que cerrarse por la pandemia y que esperan poder abrir pronto. Cáritas, en la que trabajan una treintena de voluntarios, atiende mensualmente a unas doscientas familias. Grupo de catequesis Además de los grupos de la catequesis, están los grupos de oración y de formación, que traen algunas novedades interesantes. Todos los lunes hay una oración muy concurrida después de la misa de la tarde. También tiene una adoración con el Santísimo Sacramento los jueves y el Grupo Nicodemus, todos los domingos después de la misa de la tarde. La parroquia cuenta además con el grupo de profundización de la fe, el de Emaús, el de la promoción de la mujer y el de la lectura creyente de la Biblia. No son pocas las personas que colaboran en la liturgia, en la elaboración de la hoja parroquial, la página web, la limpieza o la preparación del Belén, que ocupa un espacio no menor en la iglesia y que casi se intuye a estas alturas del tiempo litúrgico. Pero hay una singularidad de esta parroquia. Dentro de las devociones populares más arraigadas está la novena de los fieles difuntos, que se celebra del 3 al 11 de noviembre cada año. En cada jornada de la novena se reza por los fieles de un grupo de calles de la parroquia, nombres de personas difuntas que están expuestos en el templo. Esto hace que los vecinos se junten en la iglesia y tengan una oportunidad de acompañarse en el dolor y en la esperanza. El párroco apunta que el proyecto inmediato es volver a la normalidad anterior a la pandemia. Echa en falta a algunos feligreses y espera que vuelvan pronto. Les recibirá con los brazos abiertos.

De España https://ift.tt/3CY24Pm

0 comentarios:

Publicar un comentario