-k8cC--620x349@abc.jpg)
No es por casualidad que uno de los centros de Cáritas en Valladolid esté ubicado en uno de los barrios con menos renta per capita de la ciudad. En estas instalaciones se imparten cursos de formación, se ayuda a los menores en edad escolar, y, sobre todo, se atienden a todas aquellas personas en situación de vulnerabilidad que, en tiempos de pandemia, se han multiplicado exponencialmente. Cáritas es, en muchos casos, el ultimo salvavidas al que agarrarse para las familias que de la noche a la mañana, han perdido el control de sus vidas porque el Covid les ha dejado a la intemperie, sin trabajo y sin los recursos mínimos para salir adelante. A la puerta de Cáritas llaman personas que nada tienen que ver con el tradicional estereotipo de «pobres» porque sus límites se han difuminado. Esa es la realidad de un día como hoy en el que se celebra la IV Jornada Mundial de los Pobres, una invitación del Papa Francisco a la comunidad cristiana a involucrarse en la experiencia de compartir y acompañar. «Quienes estaban mal, ahora están peor, a lo que hay que añadir que ya se atiende a muchas más familias con hijos que se han visto arrastradas por la crisis», asegura Luis Miguel Rojo, delegado diocesano de Cáritas Valladolid. De hecho, las ayudas directas se han incrementado un 50%; el gasto generado ya asciende a 305.000 euros, de los cuales 164.000 se destinan al mantenimiento de la vivienda (alquileres, hipotecas, recibos...) y otros 85.000 a alimentación, como partidas más destacadas. «Parece que están de moda las colas del hambre», lamenta Rojo, «pero nuestro objetivo es atender de otra forma», porque «si lo único que hacemos es dar bolsas con alimentos hay cosas que se quedan fuera». La vivienda es clave En este punto destaca cómo con el apoyo a la vivienda se logra que cada persona tenga su espacio, que se sienta más segura y pueda afrontar mejor sus problemas reales. Pero hay más necesidades. Recuerda, por ejemplo, el caso de una madre que llegó pidiendo ayuda para alimentos porque tenía que elegir entre lo más elemental o pagar la matrícula universitaria de su hija y se optó por lo segundo, sin olvidar el apoyo integral necesario para poder salir de la situación. Y es que desde el mes de marzo, los casos que llegan a Cáritas tienen un denominador común: familias que tenían trabajo y lo han perdido, han cerrado su pequeño negocio o se han visto abocadas a un Erte que no acaban de cobrar, o están a la espera de un Ingreso Mínimo Vital que no llega. «Son personas que no habían tenido nunca contacto con los servicios sociales pero que acaban por dar este paso y llegan hasta aquí», apunta la trabajadora social Raquel García. «Son empleados pobres con sueldos limitados que cuando se produce una situación como la que estamos viviendo no tienen recursos suficientes para seguir adelante», explica. Además, recuerda, hay una economía sumergida que funcionaba hasta ahora pero que también se ha caído. Sin embargo, lo peor está por llegar, temen en Cáritas. Con las nuevas restricciones, sobre todo en la hostelería, Raquel García y Luis Miguel Rojo auguran que «hay una realidad que aún no ha explotado, la de los autónomos, empleados de hostelería...». Y es que al centro social ya llegan personas a quienes la crisis sanitaria y económica ha dejado sin ahorros, o lo han perdido todo o se han visto abocados a cerrar la tienda o el bar. Es el caso de María, una madre con dos hijos que en la primera ola de la pandemia tuvo que cerrar su pequeña tienda. Desde Cáritas se la apoyó hasta encontrar un empleo y pudo así volver a enderezar su vida. O el de una familia con dos hijos que el confinamiento de marzo les pilló en una pensión de Valladolid en la que se encontraban al haberse trasladado a la ciudad con una oferta de trabajo que, ante el cierre de la actividad, no se llegó a materializar. «La madre lloraba el día que les pudimos ubicar en un piso y ahora el padre ha comenzado a trabajar», explica Rojo, que matiza que «el apoyo de la vivienda siempre es fundamental para poder avanzar». Y es que la pandemia ha dejado aflorar la solidaridad ciudadana e, incluso, está demostrando que de lo más profundo también se sale. Fue el caso de José, un «sin techo» que en marzo fue acogido en el seminario de Valladolid junto con otro grupo de indigentes que dejaron las calles para ser alojados en este centro diocesano. Dejó de dormir a la intemperie y eso supuso para él un cambio radical de actitud que le permitió, en unos meses, dar el salto a un piso de acogida y, después de recibir un curso de formación, trabajar en una empresa de limpieza y, con ello, empezar a normalizar su vida. Eso es, precisamente, lo que intentan Manuel, Noelia y su pequeña Nuria, de tan sólo seis meses. Una familia que confía poner fin a «cuatro meses que nunca se me van a olvidar», dice con voz entrecortada al otro lado del teléfono este joven padre, para quien «sin la ayuda de Cáritas y Cruz Roja hoy estaríamos en a calle». Habla desde su domicilio en el populoso barrio de las Delicias, aunque el próximo lunes lo abandonará para trasladarse al «arca de Noé» del Hotel Roma, al haber dado positivo por coronavirus. Ese día regresan su mujer y la pequeña, que ha estado ingresada unas semanas en el Hospital de la Paz de Madrid y con la que no debe mantener contacto debido al positivo. La historia de Manuel, en lo laboral, se asemeja a la de muchos otros trabajadores a los que el Covid abocó al paro. En marzo, el cierre de la hostelería le dejó sin empleo en un bar y, al coincidir con la finalización de su contrato, acabó en el paro. Por el camino, no pocas dificultades para cobrar primero el Erte y luego el desempleo, lo que hizo que se acumulasen las deudas y que, tras cuatro meses sin pagar el alquiler, un préstamo fuese la única solución para poder mantener la vivienda. En mayo nació Nuria y tuvo que ser trasladada a La Paz e ingresada en la UCI por un problema renal. «No teníamos donde alojarnos y nos vimos con las maletas en un banco junto al hospital pasando la noche». Fue en ese momento cuando se puso en marcha la red asistencial y Alcer (Asociación para la lucha contra las enfermedades del Riñón) les facilitó un piso en Madrid, mientras Cruz Roja y Cáritas comenzaron a prestar la ayuda necesaria a través de alimentos y fondos para los gastos que no era posible cubrir con la prestación por desempleo, después de pagar los 500 euros del alquiler de su vivienda habitual. Fueron días muy duros, recuerda Manuel Centeno, hasta que la pequeña Nuria salió adelante, no sin complicaciones y con un grado de dependencia reconocido que hace imposible que Noelia pueda volver a trabajar fuera del hogar, dado que la dedicación que precisa su hija es constante. El 18 de julio este joven vallisoletano fue contratado de nuevo en el bar pero hoy vuelve a estar en ERTE debido a las restricciones en el sector. A pesar de todo, cree que lo peor ha pasado, después de «haber llamado a la puerta de Cáritas y Cruz Roja, aunque nunca lo había hecho». «No me costó; lo único que buscaba era ayuda para mi familia y la encontré», asegura agradecido mientras nombra una y otra vez a Ana, la trabajadora social de Cáritas que «siempre está ahí». «Se trata de atender las situaciones de dificultad sobrevenidas por esta crisis». Ese es el objetivo de «Comunidad 2020», detalla Raquel García, una iniciativa, única en la Comunidad, que nació en mayo en la Diócesis de Valladolid con el fin de «estar pendiente de esas situaciones y adaptarse a una nueva realidad» en la que el 80 por ciento de las familias atendidas llegan a Cáritas por primera vez. «Hay que atraer a familias que no venían, en muchos casos por prejuicios, a las que se intenta dar una respuesta integral y adecuada a cada caso», aclara. Es necesario, además, pasar de las ayudas en especie a una prestación que dignifique más a las personas. «Es la respuesta de la comunidad cristiana», insiste Luis Miguel Rojo, quien relata cómo «Comunidad 2020» surgió con un fondo inicial de 100.000 euros gracias a las aportaciones de los sacerdotes y trabajadores de la Diócesis en un «un llamamiento a la solidaridad y a estar atentos». Las donaciones crecen un 20 por ciento Entre enero y junio, Cáritas Castilla y León atendió, a través de sus once diócesis, a 21.000 familias. Hoy son ya 37.890, cuando en todo 2019 fueron 33.326. Son datos facilitados por el responsable de la ONG de la Iglesia en la Comunidad, Antonio Martín de Lera, quien relata cómo el volumen total de intervenciones (con cada familia se produce más de una) asciende a 348.545. La ayuda que más se demanda es la de primera necesidad (alimentación, ropa...), seguida por la orientación para el empleo y el pago de alquiler y recibos. Todo ello supone que Cáritas esté viendo incrementarse su gasto hasta un 30 por ciento. «Menos mal que la sociedad y la Iglesia es solidaria», destaca Martín de Lera, quien reconoce que esa solidaridad ha ido en aumento durante estos meses de pandemia, desde el particular que da lo que puede hasta grandes o pequeñas empresas, como una panadería que se comprometió a dar 30 barras de pan cada día para las personas que lo necesitasen. O una jubilada, que llevó a la parroquia las vajillas que no usaba, o el pequeño de cinco años que entregó su bolsa de juguetes. De esta forma, se estima que las donaciones, en sus diferentes formas, se han incrementado un 20 por ciento durante estos meses. Las gestiones relacionadas con el empleo o con las diferentes prestaciones también son las necesidades más atendidas en Cáritas. Desde orientación para buscar trabajo, a ayuda para tramitar el Ingreso Mínimo Vital o la Renta Garantizada de Ciudadanía que «están creando muchos problemas porque no se sabe muy bien hasta dónde llega una y otra y hay gente que se ha quedado en el limbo de las solicitudes». Otra de las necesidades, cada vez más habitual, es la de quienes se acercan a Cáritas buscando a alguien que escuche sus problemas, con el ánimo de recibir un halo de esperanza para afrontar situaciones hasta no hace mucho impensables y con las que se sienten sobrepasados.
De España https://ift.tt/2ItyhYZ
0 comentarios:
Publicar un comentario