viernes, 27 de noviembre de 2020

Parroquia de San Pedro Mártir Dominicos: La luminosa catedral de Miguel Fisac

El símbolo de un Madrid que acoge y abraza, por el camino de la Castilla eterna, es una esbelta e irregular torre coronada por una cruz que se ilumina en la noche de los caminos. La llaman «la torre despeinada», blanca y frágil como las líneas de su estructura compositiva, la torre de la «catedral», cátedra, de Miguel Fisac, quizá la obra religiosa más importante de este emblemático arquitecto. La Iglesia de san Pedro Mártir, la Iglesia de los dominicos, no sólo es exponente de la mejor arquitectura religiosa contemporánea sino un testamento del cambio en la historia de la liturgia católica, el péndulo entre el antes y el después del Concilio Vaticano II. Pongámonos en situación. La provincia del Rosario de los Dominicos, una provincia misionera cuyo principal destino está en Asia, encarga a Miguel Fisac el convento e iglesia de san Pedro Mártir por sobreabundancia de vocaciones. La genialidad no solo se circunscribe al templo sino a la misma configuración del convento, la estructura de los edificios de una «civitas studiorum», «christiana», al fin y al cabo. La lógica del silogismo, como si fueran las tesis de la Summa de Tomás de Aquino en piedra. Y en la Iglesia, la epifanía hiperbólica de luz, metáfora de una razón que ilumina el camino, la historia. Porque la Iglesia de san Pedro Mártir es un banquete, más platónico que aristotélico, de colores. Dicen las crónicas que el 5 de octubre de 1958 era inaugurado el convento, al que se trasladaron desde el de Santo Tomás de Ávila 162 frailes, de los cuales 22 eran sacerdotes, 134 frailes estudiantes de filosofía y Teología y 5 hermanos cooperadores. El 11 de diciembre de 1959 era inaugurada y bendecida solemnemente la iglesia. La inscripción en latín situada a la entrada a la Iglesia levanta acta de ese día: «D. O. M. A Dios Óptimo Máximo. Ocupando gloriosamente la Cátedra de San Pedro el Papa Juan XXIII, siendo General de la Orden de Predicadores el Rvmo. P. F. Miguel BROWNE, Provincial de la Provincia del Smo. Rosario de Filipinas, el M. R. P. Silvestre Sancho, estos nobles edificios, construidos por el eximio arquitecto D. Miguel Fisac, para que la Provincia del Smo. Rosario de Filipinas forme como apóstoles a sus miembros, fueron solemnemente bendecidos por el mismo Rvmo. P. M. Browne el III día de los idus de diciembre». Ya dentro del templo, en el centro, el altar, presidido por un inmenso Cristo crucificado, esbelto, más del cielo que de la tierra. A un lado del altar, la comunidad de religiosos, 260 sitiales de un coro casi intacto. Y del otro lado, la asamblea cristiana, unos 500 puestos, una gran asamblea para tiempos apostólicos. Coro frente a Asamblea que también es coro de vida. Todos bajo el efecto de una sinfonía de colores provocada por «La glorificación del martirio», motivo sublime. La vidriera, compuesta de nueve paneles, se divide en dos partes por las figuras centrales: la santísima Trinidad, la santísima Virgen como Reina de los mártires («La Pietá») y san Pedro Mártir. Fue diseñada y ejecutada por el Dr. Alfredo Winternitz. Pero no nos olvidemos, por ejemplo, del friso superior exterior, de Susana C. Polac, una escultora demasiado olvidada. La parroquia, que se me olvidaba. Porque este templo es también parroquia desde el año 2005, cuando el entonces arzobispo de Madrid, cardenal Rouco Varela, solicitó a los Padres Dominicos, ante la creación de un nuevo barrio, que se hicieran cargo de esa feligresía. El actual párroco es Fernando Mañero, hombre acogedor, con dos vicarios, los padres Luis Miguel Martín y Miguel Ángel Medina. Miembros todos de una comunidad que ha sufrido los efectos del coronavirus. Fallecieron tres religiosos en medio de la pandemia. Un templo «de carretera» Confiesa el P. Fernando que esta «no es una parroquia al uso, ya que está situada en el límite parroquial, al lado de la carretera. Para acceder al templo hay que venir habitualmente en coche, con lo que el ritmo lo marcan los desplazamientos». Con no poca atención al culto, cuenta con una catequesis de 600 niños. Una nota llamativa, sin duda. Además, en condiciones normales, hay un grupo de la Renovación carismática, otro de Oración y, como no podía ser menos tratándose de PP. Dominicos, una Escuela de Teología. Fieles procedentes de la Moraleja, Sanchinarro, Las Tablas, Alcobendas. Una comunidad abierta a todos, luminosa, capaz de dar razones de fe y esperanza en tiempos confusos.

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