lunes, 30 de noviembre de 2020

La metamorfosis de Joaquín Costa culminará a finales de 2021 y costará 10,5 millones de euros

A imagen y semejanza del aspecto que lucía en el siglo XIX, la cicatriz que ha dejado tras de sí la demolición del «scalextric» de Joaquín Costa se transformará el próximo año en un nuevo bulevar. Más verde, sostenible y espacioso, será el «emblema de una ciudad posCovid», en palabras del alcalde madrileño, José Luis Martínez-Almeida, que presentó este lunes el proyecto, dos semanas después de que finalizara el derribo del puente. El nuevo diseño arrancará un 20 por ciento más de espacio público a este pedazo del distrito de Chamartín. El Área de Obras y Equipamientos del Ayuntamiento de Madrid sustituirá la tumba del «scalextric» por aceras más anchas, con más pasos de cebra, un carril bus y otro bici y más de 300 árboles. Y será un museo al aire libre: el Consistorio adornará el paseo con esculturas de arte contemporáneo. «El objetivo es recuperar esta calle en el sentido que tenía originalmente», trasladó Almeida. «Todos los vecinos van a ganar en calidad de vida, también los ciudadanos de Madrid que van a poder visualizar una ciudad posCovid», añadió. La reurbanización del eje de Joaquín Costa y Francisco Silvela, que actuará sobre 64.000 metros cuadrados, costará 10,5 millones de euros a las arcas municipales. Los trabajos comenzarán a principios de 2021 y se prevé que se prolonguen alrededor de nueve meses. Las líneas maestras del boceto adelantadas a finales de octubre se mantienen. El lugar se convertirá en un «bulevar contemporáneo», un «modelo equilibrado» que fomentará la movilidad sostenible y aumentará la «permeabilidad peatonal» que antes impedía la mole de hormigón. Además, el lavado de cara también reformará la calle de Gabriel Lobo, solicitada hace tiempo por los comerciantes de la zona. «Tiempo récord» Si todo marcha según lo previsto, los vecinos disfrutarán a finales del próximo año de la metamorfosis de su barrio. Quizá antes, como apuntó Almeida, que elogió la «agilidad» en los trabajos que comenzaron en verano y desmontaron el «scalextric» en un «tiempo récord» de tres meses, pese a que se había fijado un plazo de cuatro. El concurso de emergencia para demoler la estructura también fue apresurado, desatado por una situación inesperada en plena pandemia. El pasado julio, un informe técnico descubrió unas fisuras longitudinales en la estructura, fruto de un «problema químico de reacción del hormigón con el árido», como explicó el director general del Espacio Público, Obras e Infraestructuras, José Luis Infanzón. Hubo poco margen de maniobra por el riesgo inminente de colapso y las obras se adjudicaron a Dragados —la misma empresa encargada del mantenimiento del puente—, por 9,3 millones de euros. Durante semanas, el cierre de esta estructura complicó el tráfico en la zona y sus alrededores, si bien las piezas más grandes se retiraron durante la noche. La que fuera la primera circunvalación erigida en la capital, con más de medio siglo de vida, se había convertido en la novena vía más concurrida de la ciudad. Conectaba Nuevos Ministerios con Avenida de América y soportaba el paso diario de 80.000 vehículos, hasta 3.000 en hora punta. Tras la desaparición de esta autopista elevada, el puente de Pacífico, el paso sobre la calle de Pedro Bosch (en el distrito de Retiro), es el último «scalextric» en pie. El año pasado se intentó impulsar su demolición parcial, pero la urgencia en Joaquín Costa lo relegó a un segundo plano. Por ahora, el Área de Obras y Equipamientos continúa elaborando estudios para determinar soluciones futuras.

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