
Ante la enrevesada trama del caso Dina, el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón ha apostado por volver al inicio y citar a un testigo que puede ser clave a la hora de decidir si el juego de espejos que se ha venido revelando a lo largo de la investigación era ya en origen un montaje. A la exasesora de Pablo Iglesias Dina Bousselham le robaron el móvil en un centro comercial en noviembre de 2015 y lo denunció. Unos meses después, parte del contenido de aquel teléfono empezó a ver la luz en prensa y Bousselham amplió la denuncia: entendía que el medio que difundía los temas más duros -unos chats que dejaban a Iglesias de machista- tenía que ver con el robo. Insistió sin suerte hasta llegar a la Audiencia Provincial. No había caso. Hubo alguien en su entorno que tampoco creía en el asunto, el entonces abogado de Podemos José Manuel Calvente. Según su propia versión, avisó de que el tema se podía volver contra ellos e insistió en desvincular al partido de algo que podía ser personal de Bousselham, e incluso culpa suya, sobre todo cuando el volcado de su móvil apareció en los archivos de Villarejo e Iglesias mostró interés por entrar en el procedimiento. Nadie le escuchó. Ha pasado año y medio y Calvente, que se dice «purgado» tras denunciar irregularidades en el partido bajo una acusación de acoso que se ha desestimado, ahora tuitea y concede entrevistas. Y lo que cuenta es que aquello fue un montaje y que el origen de sus males no es ya tanto haber puesto el dedo en la llaga sobre el modo en que se facturan algunos servicios en el partido, sino negarse a «participar en la patraña del caso Dina». Esta es la razón por la que el juez, aún a sabiendas de que no podrá contar mucho de lo que afecte a la relación abogado-cliente con Podemos, le ha citado como testigo el próximo 2 de septiembre. Ya no es sólo que Iglesias tuviese la tarjeta de Bousselham durante meses sin decir nada a su propietaria, a la Policía ni a los tribunales que vieron la denuncia, es que cabe la sospecha de que el robo ni siquiera llegara a producirse. Por eso, el pasado 23 de julio, el juzgado pidió a la Policía Judicial que revise la versión del marido de ella sobre lo ocurrido, habida cuenta de que como testigo ante el juez no fue claro sobre el tema. Poner en duda ya el propio robo es abrir la puerta a un delito de denuncia falsa, lo que complica más esta trama en la que Pablo Iglesias ha pasado de ser víctima a sospechoso y su antigua asesora ha ido perdiendo credibilidad a golpe de contradicciones. Se ha visto despojada, además, de su abogada, que también era la de Iglesias, por orden judicial ante el conflicto de interés con él. Se trata de Marta Flor, precisamente, la letrada de Podemos que interpuso la denuncia de acoso contra Calvente desencadenando lo que él califica de purga, en una guerra interna que ha acabado dañando a la Fiscalía Anticorrupción. Guerra de abogados Marta Flor, de acuerdo a la tesis que el propio Calvente esgrimió para defenderse de la acusación de acoso , alardeaba ante sus compañeros de tener una confianza más allá de lo profesional con el fiscal del caso Villarejo Ignacio Stampa, lo que llevó a la jefa de ambos, Gloria Elizo, a apartarla de la causa, donde llevaba con otro letrado la acusación popular. Se retractó entonces, como publicó «Vozpopuli», reconociendo que se había pasado de «bocazas», pero siguió fuera del caso. El problema es que además de fanfarronear sobre su relación con el representante del Ministerio Público, dio a entender a sus compañeros del equipo legal que le sacaba información de la causa cuando aún estaba bajo secreto. «El Confidencial» publicó una batería de chats al respecto y Fiscalía de Madrid ha abierto una investigación. Calvente, mientras, está en guerra con Podemos y ha denunciado irregularidades que ya se investigan en un juzgado de la capital. Según dijo en una entrevista con ABC, en el partido «quieren gente que diga que sí aunque sea ilegal» . «No puedes cuestionar nada: o aceptas o estás fuera». ¿Quién llevó la tarjeta a Interviú? En un afán por esclarecer cada uno de los cabos sueltos, el juez acordó el 30 de julio requerir al Grupo Zeta la hoja de registro de entradas y salidas a la revista Interviú en las fechas en que recibieron un sobre anónimo que contenía la supuesta tarjeta del móvil de Dina Bousselham, para intentar aclarar quién la depositó. Es la misma que el presidente de Zeta, Antonio Asensio, entregaría a Pablo Iglesias en enero de 2016 y su contenido es el que hicieron llegar los jefes de la revista Alberto Pozas y Luis Rendueles al comisario Villarejo en un pendrive entendiendo que respondían a un requerimiento policial verbal. Los dos siguen imputados, sin que se haya resuelto aún su petición de sobreseimiento.
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