sábado, 5 de noviembre de 2022

«Fueron los rusos, pero podrían ser los árabes, el carbón es necesario»

El bar O Muiño en As Pontes ha recuperado a su clientela habitual . Entre viaje y viaje al puerto exterior de Ferrol, donde carga carbón, Eliseo Barro para a tomar algo. En los últimos tres años ha estado casi sin actividad, subsistiendo gracias a los ahorros. Pero ahora vuelve a conducir el camión. La reactivación de la que fue la mayor central térmica de España ha sido «un balón de oxígeno con el que no contábamos», asegura. Las tensiones en el mercado energético que ha traído la guerra en Ucrania han vuelto a cambiar el guion en la localidad coruñesa. A finales de 2019, Endesa anunciaba el cierre de la planta. Esta semana, las calderas volvían a encenderse para garantizar el suministro eléctrico del país este invierno. Manuel Bouza, presidente de la Asociación de Transportistas del Carbón, recuerda que ya habían advertido lo que podía pasar. En las reuniones que mantuvieron en el Ministerio de Transición Ecológica «lo dijimos», asevera. «Fueron los rusos, pero podrían haber sido los árabes, el carbón es necesario», sostiene. Bouza afirma que él pensaba que podría haber algún problema de suministro con el gas natural que llega desde Argelia, aunque finalmente fue la invasión de Ucrania lo que cambió el escenario. «Tenemos que contar con algo alternativo por lo que pueda ocurrir», subraya. Con la segunda mayor renta per cápita de Galicia, As Pontes había ido desarrollándose desde los años 40 al compás de las extracciones de lignito de una mina agotada ya hace tiempo y que ahora subyace oculta bajo las aguas de un lago artificial. Entre mineros y trabajadores, Endesa llegó a tener 3.000 empleados en la localidad. Hoy apenas quedan 60. La central fue durante años el mayor foco de emisiones de CO2 de la industria española. Con la amenaza del cambio climático, el pueblo sabía que en algún momento tendría que prescindir de la que había sido su seña de identidad, una chimenea de 356 metros que supera en altura a la Torre Eiffel. Pero en 2018 todos pensaban que el carbón aguantaría hasta el año 2035 . Endesa había apostado por la continuidad de la planta e invertía 220 millones de euros para adaptar sus cuatro grupos —con una potencia de 1.400 megavatios— a las exigencias anticontaminación de la Unión Europea, que pedían reducir las emisiones de dióxido de azufre o de óxido nítrico. «Cuatro meses antes de decir que la cerraban, nos mandaron cambiar los camiones para que contaminaran menos», recuerda Bouza . Pero sorpresivamente todo cambió de un día para otro. Entonces el gas natural estaba muy lejos de los precios actuales y producir electricidad con carbón dejó de ser competitivo por la carestía de los derechos de emisión de CO2. Endesa decidió enterrar su inversión y solicitó el permiso de cierre. As Pontes se sumió en la incertidumbre. La eléctrica prometió sustituir la capacidad de generación de la térmica con parques eólicos, pero a día de hoy todavía no cuenta con los permisos necesarios para empezar a construirlos. Se estudió también la posibilidad de adaptar la central para que pasase a quemar biocombustibles. Finalmente se descartó . Los trabajadores de la central censuran que España improvisó la descarbonización de su economía para luchar contra el cambio climático. El secretario de organización de UGT FICA Endesa Galicia, Marcos Prieto, recurre a un símil. «No puedes entregar el coche en la chatarrería si todavía no tienes el vehículo nuevo», indica. «Aquí se quiso hacer en un año lo que en otros países llevan 30 planificando», coincide Bouza. «Se hicieron auténticas barbaridades con esta central», subraya. Los transportistas han sido uno de los colectivos más perjudicados. Con la térmica a pleno rendimiento, una flota de 150 camiones abastecía las calderas . Después del periodo de parón —en el que ha producido puntualmente a demanda del operador del sistema, Red Eléctrica— apenas quedan 57. «Algunas empresas están en concurso de acreedores, otros entregaron los camiones por lo que les dieron. Hubo muchos dramas personales, gente que perdió los pisos para pagar las deudas«, afirma Bouza. Endesa se comprometió a recolocar a su plantilla directa, pero en otras zonas de España. Vicente Pico llevaba meses con su familia en Fuerteventura cuando le llamaron para volver a As Pontes. «Estoy otra vez en la incertidumbre, no sé cuánto tiempo estaré aquí», relata . Prieto tiene destino en el Pirineo pero no quiere marcharse. «Aquí tengo casa propia, allí estuve mirando alquileres y andan por 700 euros», explica. La paralización de la central afectó también a la industria auxiliar que había crecido en As Pontes bajo el paraguas de Endesa. El grupo Acebrón ha sido uno de los perjudicados. Su propietario y secretario e la Asociación de Empresarios Seara, Javier Acebrón, relata que el golpe fue duro. « Desde hace casi treinta años teníamos contratos de mantenimiento, de repuestos y de pintura. Facturábamos alrededor de 1,6 millones al año y en 2019 pasamos a cero», cuenta. Acebrón no cree que la reactivación de la térmica vaya a servir para revitalizar su empresa. «Es algo muy temporal», indica . Las causas En un escenario incierto nadie sabe cuándo se apagarán definitivamente las calderas. A largo plazo, Endesa sigue con sus planes de cerrar la térmica. El pasado 19 de septiembre, el Gobierno le concedió el permiso para clausurar solo dos de sus cuatro grupos. Aunque hacía tan solo unos meses que la ministra Teresa Ribera había considerado «muy improbable» que la central siguiese quemando carbón, finalmente Red Eléctrica consideró que era necesaria para garantizar que el abastecimiento no corriese peligro este invierno con los precios del gas disparados. Transición Ecológica anunció que concederá los permisos definitivos cuando los mecanismos de interrumpibilidad y la cogeneración vuelvan a funcionar y puedan compensar los megavatios que produce el carbón. Además de As Pontes, otras cinco térmicas han cambiado sus planes y se mantendrán operativas en España, algunas durante varios años más. «Ahora ya nadie habla de los costes del CO2», indica Vicente Pico. El trabajador de la central pontesa explica que con los precios del gas en máximos históricos, el carbón vuelve a ser rentable y no se queda fuera de la subasta eléctrica como pasaba hace tres años. Los empleados aseguran que los planes de la compañía eléctrica pasan por mantener operativo un grupo de la planta las 24 horas del día. Primero se les dijo que sería hasta la primavera, ahora se habla del 31 de junio, pero todo podría suceder.   MÁS INFORMACIÓN As Pontes vuelve a quemar carbón tres meses después de negarlo Ribera Barro espera que la reactivación dure algo más. «Si aguantamos un par de años toda la gente del transporte de As Pontes no va a tener problemas para trabajar», explica el camionero. La esperanza se cierne ahora en los proyectos de reindustrialización previstos en la comarca. Aunque todavía no hay nada cerrado, el más avanzado es el de la fábrica de neumáticos, que el grupo chino Sentury Tire quiere montar en la zona. «Se prometen 80 viajes de ida al puerto de Ferrol para traer material y cargar las ruedas para la exportación», indica Marcos Prieto. También 750 empleos, aunque desde UGT se desconfía. «En el pueblo ya tuvimos otra fábrica china que cerró debiendo tres meses a los trabajadores», advierte el sindicalista.

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