miércoles, 9 de noviembre de 2022

El inquietante rebrote de la violencia ultra en el fútbol

La muerte de Francisco Javier Romero Taboada 'Jimmy' (noviembre 2014) supuso un punto de inflexión en el fútbol español, donde se reforzaron y endurecieron las medidas para alejar a los ultras de las gradas. Sin embargo, la vuelta del público tras la pandemia ha venido acompañada de un alarmante repunte de incidentes violentos y de peleas en los alrededores de los estadios. Una peligrosa tendencia que parece haberse disparado a lo largo de esta temporada, en la que se están sucediendo los enfrentamientos, el último el martes en Pamplona en la previa del Osasuna-Barcelona, donde un bar fue arrasado por radicales azulgranas , dejando tres heridos. Las medidas adoptadas por LaLiga y las Fuerzas de Seguridad para prevenir la violencia están dando fruto y los incidentes en las tribunas son anecdóticos, pero en los alrededores de los estadios el fenómeno ultra rebrota y vuelve a desatar la preocupación. «Nadie se presenta en Pamplona en un partido entre semana y por casualidad ataca el bar en el que se reúnen los miembros de Indar Gorri (los radicales de Osasuna). Está claro que fue una acción organizada, muchas veces hay cuentas pendientes entre los grupos y buscan saldarlas», aseguran expertos en violencia ultra consultadas por este periódico. A pesar de que Joan Laporta los expulsó hace años del Camp Nou, los Boixos Nois (ultras del Barcelona) no han desaparecido y siguen protagonizando graves altercados. En la Ciudad Condal y a cientos de kilómetros. Pero no son los únicos. «Se está jugando con fuego. Hay varios grupos muy activos y peligrosos. Son peleas en las que muchas veces se utilizan barras de hierro, palos, bates de béisbol y en cualquier momento podemos volver a tener que lamentar una desgracia», añaden esas fuentes. En el ataque al Bar Ezpala, lugar de reunión antes de los partidos de los hinchas radicales osasunistas, también aparecieron las navajas. Noticias Relacionadas estandar No Fútbol Ultras del Barcelona destrozan un bar en Pamplona y dejan tres heridos J. A. P. estandar No Fútbol Varios aficionados del Castellón heridos en un ataque con palos y botellas J. A. M. «Es evidente que la violencia en el fútbol repunta. Ya advertimos que lo haría a la salida del Covid porque durante la pandemia, pese a no ir a los estadios, los ultras han estado muy activos en las redes sociales y han seguido retándose», explica a ABC Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia . «Resulta preocupante que estos grupos estén generalizando una práctica que ya tenían antes del Covid, citarse para pegarse. Se graban y lo suben a las redes sociales, buscan el respeto a través de la violencia». El bar destrozado este martes en Pamplona por los radicales del Barcelona A veces, las peleas tienen reglas, otras no. «Acuerdan que no se pueden utilizar barras o navajas, pero hay casos en los que se saltan las reglas acordadas. Hay precedentes como el caso de Jimmy, en el que dos grupos se citaron y el resultado fue un muerto y varios heridos», recuerda Ibarra. Sin amparo de los clubes Los clubes, aparentemente, ya no amparan a los ultras y reniegan de ellos . Osasuna y Barcelona no tardaron en lanzar comunicados de condena tras el ataque del martes, pero la lacra de la violencia está candente durante toda temporada. Los incidentes se han ido sucediendo desde el inicio del campeonato. Hace dos jornadas, radicales del conjunto navarro y del Real Valladolid protagonizaron una batalla campal en las calles de Pamplona . La rápida intervención de la Policía evitó males mayores. Ese día, otra pelea en los alrededores de Cartagonova provocó el pánico en la previa del Cartagena-Granada. La respuesta institucional fue inmediata y contundente: el club murciano dio de baja a siete abonados implicados, mientras la entidad andaluza anunció la expulsión de la peña 'Fondo Sur' por su participación en esa trifulca. También ese domingo (30 de octubre), radicales del Betis, acompañados por miembros de Suburbios Firm (expulsados del Frente Atlético por su estrecha relación con Ultra Sur, del Real Madrid), viajaron a San Sebastián desafiando a los radicales de la Real Sociedad. En este caso, afortunadamente no se encontraron. Ultras del Betis, en su reciente visita a San Sebastián «Este tipo de grupos sobran, le hacen mucho daño al fútbol . Pero no se puede actuar a golpe de tragedia, lo que hay que hacer es evitarlas. Hay que deslegitimar las conductas violentas, hay que aplicar a fondo la ley contra el racismo, la violencia y la intolerancia en el deporte», reclama Ibarra. Mientras los ultras reaparecen en los alrededores de los estadios, si es que alguna vez se fueron, LaLiga continúa reforzando las medidas de control en sus campos. Siguiendo la normativa, ha instado recientemente a todos los clubes a instalar un programa de detección de huella dactilar para que los abonados que acceden a las gradas de animación estén perfectamente identificados. «La violencia está repuntando peligrosamente. Ya advertimos que sucedería a la salida de la pandemia» Esteban Ibarra Movimiento contra la Intolerancia «Los clubes se amparan en que las peleas no se producen en los estadios. Si tienen lugar cerca, está claro que el club tiene también una responsabilidad. Si son lejos, son las Delegaciones de Gobierno las que deben actuar», reclaman desde el Movimiento contra la Intolerancia . Esteban Ibarra, detalla cómo. «No solo contra los que se pelean, también contra la estructura permanente que hay detrás y que no obedece a un asociacionismo lícito. Echamos en falta una buena investigación y una buena disposición judicial de los dirigentes y de los miembros más violentos de este tipo de grupos ultras. No puede existir sensación de impunidad». Aunque los servicios de información de la Policía y las unidades de intervención han evitando varias peleas , los ultras han conseguido esquivar a lo largo de la temporada el aumento de la vigilancia en los campos. Sucedió así en Santander a principios de octubre, cuando ultras del Málaga se enfrentaron a los del Racing en la zona de El Sardinero. En una cita aparentemente acordada, los radicales visitantes llegaron llegaron en furgonetas particulares y sin entrada, por lo que no estaban localizados por las Fuerzas de Seguridad. En agosto, los ultras racinguistas ya habían protagonizado un ataque a seguidores del Real Oviedo en una zona de bares de la capital cántabra también horas antes del partido entre ambos equipos. La lista de incidentes a lo largo del curso es larga. «El fútbol español ni es racista ni es violento, pero hay conductas y hay gente racista, violenta, intolerante y fanática. Son una minoría, pero pueden desestabilizar este deporte y la sociedad, por eso hay que actuar con contundencia contra ellos», avisa Ibarra.

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