viernes, 14 de enero de 2022

Quique Sánchez Flores: «El fútbol se ha empobrecido»

Llega 55 minutos más tarde de la hora fijada, pero se disculpa antes y después de sentarse con ABC para charlar de fútbol y, también, de la vida. Es un perdón sincero, porque así es Quique Sánchez Flores (Madrid, 5 de febrero de 1965), un tipo honesto, transparente. Tras dos años sin aparecer por un banquillo, y cuatro sin dirigir en España, mantiene esa mística que le hace tan especial. Viste vaquero, sudadera y deportivas, todo de color negro. Su poblada y cuidada barba y sus ojos brillantes y cristalinos completan el 'outfit' de uno de los mejores entrenadores de este país. Un enamorado de su profesión al que le ruboriza el elogio: «El fútbol es un impostor». Diciembre de 2019, fin de su segunda etapa en el Watford. Octubre 2021, regreso a Getafe ¿Dónde estuvo metido entre media? He estado conviviendo con la situación social que vive el mundo en estos dos últimos años. Siendo partícipe de tantas situaciones dramáticas, viviéndolas directamente, y cuidando de mi familia y de mis hijos. Nosotros también hemos perdido gente por el camino, pero no me he desconectado de la profesión. He visto mucho fútbol, he estudiado e indagado mucho, y he tenido una preparación diaria porque este deporte evoluciona constantemente. En esta época no ha habido grandes movimientos en los banquillos y he estado esperando la oportunidad adecuada porque ya no estaba en mi cabeza ir a ligas menores. Cumple 57 años en tres semanas. ¿Qué hace ahora que no hiciera antes? Estamos en edades en la que entendemos que debemos sanar lo más preciado que tenemos, que es nuestro cuerpo y mente. Dedico tiempo a la meditación, al yoga, a leer sobre asuntos de mi profesión, de la mente, de liderazgo... Y justo seis meses antes de comenzar mi etapa en el Getafe nos habíamos empapado con cinco sistemas de juego diferentes que ahora predominan en el fútbol, y nos metimos de lleno en los contextos y usos de estos sistemas. ¿Es supersticioso? Lo era, y mucho, pero con la edad te desprendes de cosas, algo muy importante según vas cumpliendo años. Ahora te diría que nada. ¿Por qué le sonroja el elogio? Porque no me siento cómodo en esta piel. Sé lo inestable que es la profesión porque conozco las variantes que tiene, cuánto dependemos del resultado, del ojo crítico y no crítico, me refiero al familiar, y cuánto puede cambiar el alrededor de uno en función de lo que no controlamos. Sé que esto es superficial. Me gusta hacer una gestión de la situación y disfrutar un espacio corto de tiempo, pero la realidad vuelve dura y te sitúa en el siguiente partido y esto supone empezar de cero, análisis, elaboración... y es duro. ¿Qué diferencia hay del Quique de la primera etapa en el Getafe (2004-2005) al de ahora? El paso del tiempo y las experiencias acumuladas. He viajado mucho, he conocido distintas ligas, sociedades, amistades, culturas... He aprovechado mi profesión para que se convierta en un viaje de vida. La gran diferencia te diría que es la evolución como persona. Hablando de evolución, ¿cómo se ve hoy la figura del entrenador? Cuando fui jugador nunca entré a valorar la personalidad de los entrenadores. También es verdad que en los ochenta y noventa los jugadores teníamos otra formación, más personal, más nuestra, eras como venías educado de casa, del barrio o de la calle, y eso era lo que eras capaz de manejar en un vestuario. La autoridad de un entrenador era tan grande y nos quedaba tan lejos que ni siquiera entrábamos a valorar su metodología, ni juzgábamos su conocimiento. Los tiempos han cambiado. Estamos en el siglo XXI, el siglo de la tecnología, de las redes sociales, donde la información se amplía, los jugadores son jóvenes que tienen información grandísima del mundo y a través de esta información el juicio que se hace de los demás, cómo nos perciben, es muy diferente. Llegamos a lugares donde vamos a enseñar, pero ya estamos enjuiciados de antemano y tenemos una responsabilidad mayor para no decepcionar. ¿Las nuevas generaciones tienen menos respeto por la autoridad? Tengo hijos entre 18 y 22 años. Gemelos, un chico y una chica mayor, y ellos te dan el 'feedback' de la sociedad. Son pequeños adultitos y cuando conversas con ellos te das cuenta a qué velocidad manejan las conexiones sociales y personales, y cómo están de informados. Hoy no es tanto tener el conocimiento, que es importante claro, sino el cómo hacer bien la pregunta y seguro que así encontrarás en Google respuesta inmediata. Son chicos y chicas con más preparación, pero lastimosamente en un escenario menos habitable y con menos oportunidades. Hay que respetar a la nueva generación porque son el futuro y están bien preparados. Entonces, no le parece que el concepto de autoridad que tienen las nuevas generaciones haya empeorado, sino que es distinto. Exactamente. Es distinto. Ellos sí perciben la autoridad, pero cambiaron los términos de ese autoritarismo que había en nuestros abuelos, padres y trabajos. Estamos en un periodo de búsqueda de igualdad tan definitiva que cambiará la sociedad en el futuro. ¿Cómo ha logrado que se le respete y no se le juzgue por el lado artístico de su familia? Jamás he puesto mi vida privada en manos de nadie. Cuando yo no entreno sabéis que desaparezco de la vida mediática. Esos espacios vitales los quiero dejar para cosas muy privadas y personales. Digamos que cuando uno se respeta a sí mismo en ciertas cosas eso acaba extendiéndose. Yo agradezco mucho a los medios que no me hayáis incomodado con temas personales porque nunca me he entregado a eso. Nunca he dado grandes noticias de una familia que por sí sola habla porque es muy famosa y trabajadora, y ahí está en diferentes lugares de la sociedad que trabajan de cara al público. Pero, créame, somos todos muy normales, como cualquier otra familia. Tengo entendido que le interesa bien poco el dinero. Yo he tomado decisiones siendo responsable de lo que he traído al mundo. Tengo cuatro hijos a los que quiero dar la mejor educación posible, y todo lo que yo pueda generar y trabajar es para que ellos tengan un futuro mejor. Yo he tomado decisiones en mi vida, como es estar apartado de la élite, por estos objetivos que le comento. Objetivos personales, privados y laborales que he mezclado mucho para intentar lograr el equilibrio y no tomar decisiones solo por dinero. Así ha sido varias veces. Por ejemplo, cuando salí del Atlético podía haber esperado a otro equipo grande y me fui a Emiratos, y cuando salí de Inglaterra me fui a China. ¿Cómo ha sido su regreso al Getafe? Yo tenía una gran energía interior que tenía que desbocar y volcar sobre algo que realmente me influenciara, y cada paso por Getafe he tenido conexión con la grada, el vestuario, la presidencia y los empleados del club. Aquí trabajan los de siempre, que es algo que han perdido los clubes que cada vez montan más estructuras y se olvidan de los empleados. ¿Qué ha hecho Quique que no hubiera hecho Míchel? El fútbol no valora realmente el trabajo que se hace, es un gran impostor. No es igual a otros trabajos en los que uno se enfoca, se centra, está en el momento presente y sabe que saldrá adelante. Aquí peleas por formar algo pero siempre en medio de una batalla, de un equipo que quiere hacer lo contrario que haces tú, en medio de alguien que está generando una trama para desenmascarar la tuya, y algo de eso sucedió en la primera parte de la temporada del Getafe. En las primeras cinco o seis jornadas pudo puntuar y tener mejores resultados, pero ese gran impostor que es el fútbol le jugó una mala pasada. Estamos en semana de Supercopa de España en Arabia. ¿Le suena raro? Yo he estado trabajando en un país parecido, no al nivel de Arabia, pero los Emiratos no deja de ser un régimen autoritario con sus jeques. Ahora bien, al margen de donde se juegue la Supercopa, ya sea Arabia, Holanda o Alemania, al final la conclusión es que el negocio viaja. Todo se decide en esto. Los grandes jefazos quieren esta fórmula para que el deporte consiga administrar más dinero y tener mas ganancias. A mí no me gusta dónde va dirigido el fútbol. Como no me gusta que la FIFA elija un Mundial en Catar, o haya finales de Champions en Azerbaiyán o en campos de 40.000 personas cuando debían ser de 80.000 o 90.000 espectadores. Al final lo que se está haciendo es comprar votos, y comprando votos se compran sedes, y comprando sedes se compran casi torneos. Creo que el fútbol está por evolucionar, tiene que repensarse como se han repensado otros muchos deportes. Está en 'standby', no avanza. Anteponiendo el negocio a los valores, ¿será más difícil avanzar? Los valores deberían ser sencillos. Al final, los mejores tienen que jugar las mejores competiciones. Esta sería la base. Me gustaría ver Champions competitivas. No estoy hablando de si Champions o Superliga, porque a mí eso me interesa poco. De lo que estoy hablando es que cuando hablamos de Champions en la primera fase de grupos los equipos que estuvieran deberían tener previamente una calificación sincera, donde los mejores estuvieran en cada grupo. Lo que no puede ser es que de antemano haya dos equipos que sabemos que con casi toda seguridad se van a clasificar, un tercer equipo que puede ser una pequeña sorpresa y un cuarto que ya sabemos que no cuenta. Cuando ves la clasificación de un Mundial, lo mismo. Cada vez son peores. Debería haber clasificaciones por calidad. Una primera división donde estén los equipos grandes que se jueguen la clasificación para un Mundial, y una segunda clasificación donde estuvieran las siguientes selecciones que puedan acceder a la primera para ahí intentar disputar un Mundial. Así, con esta espiral, se generaría competencia, visibilidad y gusto para el espectador, porque al final lo peor que puede pasar es perder al espectador, algo que ya está sucediendo. Debe haber una alarma interna de que esto está pasando. Cada día nos interesan menos los partidos de clasificación para el Mundial o las fases iniciales de la Champions, competición que nos enganchamos solo en octavos... Todo esto viene porque acogemos a todo sin haber hechos clasificaciones previas, lo cual evita que haya un nivel de competencia alto. Por ahí debería haber un cambio porque iría directamente en beneficio del espectáculo Entonces, ¿se ha empobrecido el fútbol? Sí, sí, sin ninguna duda. Se ha empobrecido el fútbol clarísimamente. Los Mundiales antes eran más interesantes, las Champions antes estaban más filtradas... Hemos ido dando espacio a equipos o selecciones que no han hecho clasificaciones previas al nivel que se tienen que hacer. No es mejor el campeón de Albania que un sexto de España. Quique Sánchez Flores - Ignacio Gil ¿Por ahí se explica que sea imposible que un joven vea sin pestañear los noventa minutos de un partido? A dos de mis hijos les encanta y juegan al fútbol, pero ven menos fútbol, oyen mucha menos radio, leen mucho menos periódicos... A la vez que ven el fútbol están con sus teléfonos, y esto no me descoloca porque entiendo cómo funciona sociedad, pero hemos perdido la atención de lo primordial, que es el espectáculo. Si el fútbol tuviera más calidad estoy convencido que todo esto que nos hemos dejamos atrás no sería tan bestial. ¿Qué opina del calendario? ¿Es complicado jugar bien con tanto partido? Sabemos las necesidades de los clubes de generar, pero no cuidan al futbolista, que es la materia prima del deporte. Si el objetivo final está en el negocio y no cuidamos a los protagonistas del negocio, vamos a perder espectáculo. Los jugadores lo tiene cada vez más difícil porque existen síntomas de agotamiento. Cada jornada hay seis o siete bajas por equipo, y otro buen número de jugadores que no son baja pero están agotados con tanto partido. ¿Se ve como seleccionador nacional? Yo soy muy español, y me siento muy español y muy entrenador, y para ser seleccionador hay que sentirse muy español, muy entrenador y tener experiencia suficiente. Claro me que gustaría, pero sinceramente no es algo que haya tomado aún mucha conciencia en mi cabeza. A mí ahora mismo me mata el día a día, mejorar un grupo, progresar y preparar cada partido del domingo. Eso me motiva lo suficiente, pero no me gustaría llegar a seleccionador cuando no tenga esa energía. Ahí hay un equilibrio que se debe manejar bien. Hablando de España, ¿qué le ha parecido la gestión de la pandemia en nuestro país? Creo que hacer una gestión de lo desconocido es muy difícil. La última pandemia fue hace cien años, coincidió con la Primera Guerra Mundial y no sabemos cómo se gestionó. La forma de expandirse fue muy superior y mató a muchas personas, pero de aquella pandemia no tenemos datos como sí los tenemos ahora. Depende del lado que quieras verlo puedes pensar que se han tomado decisiones bien tomadas o mal tomadas. Yo creo que hay que abanderarse menos. La clase política es buena clase política cuando toma buenas decisiones en momento difíciles. Para lo fácil, estamos todos. Si no estás en ese momento, es una política sin clase. ¿Qué lectura hace del caso Djokovic? Decía Alejandro Magno que la conducta de cada uno es el futuro de todos. Esta pandemia es una responsabilidad social. Si cada uno tomamos decisiones por libre en medio de algo tan claro que es un bicho que mata y que paraliza la sociedad mundial, entonces vamos a ser sodoma y gomorra y una torre de Pisa. Vamos a tomar decisiones torcidas y lo que hay que hacer es tomar decisiones globales y conjuntas. Si Australia no permite entrar sin haberte vacunado, entonces hay que ser responsable si no te vacunas y puedes dejar de ser número uno. Es compatible. Lo que a lo mejor no es compatible es no vacunarte, extender un problema y además querer ganar. Me parece un acto egoísta. Hablamos del número uno del tenis, pero esto está extendido a todos los deportes y a la sociedad. Entonces, ¿qué le parece que no esté vacunado? Si no te vacunas y no estás en contacto con nadie o estás en tu casa en la montaña, perfecto. Yo me he cuidado y no he cogido el bicho en dos años, pero aunque me haya cuidado soy consciente que lo puedo pillar y me dolería mucho transmitir el bicho. Es un acto de solidaridad. Yo no califico a quien no se vacuna, pero hacerlo es ser solidario. El mundo ahora está así. El que no lo quiera aceptar y formar parte de la vida de hoy tiene que adoptar otro tipo de vida.

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