miércoles, 5 de enero de 2022

Atlético Mancha Real, fútbol entre olivos para tumbar a la historia

El Atlético Mancha Real, conjunto de una pequeña localidad de 11.000 habitantes a unos 15 kilómetros de Jaén capital, ha protagonizado una de esas narrativas que, de manera cíclica, hacen latir brevemente el corazón del aficionado español medio por estas fechas. De la tercera categoría a tumbar al Granada y, como premio, se enfrentará hoy a un histórico de la Copa del Rey como el Athletic de Bilbao (20.00 horas, DAZN), el segundo equipo con más títulos de la competición (23). La gloria deportiva soterra la asfixiante realidad durante unas semanas, en las que las conversaciones de los vecinos de la localidad giran en torno a cómo se podrá detener la velocidad de los hermanos Williams o el olfato goleador del 'Flaco' Sancet y no sobre las nuevas restricciones sanitarias impuestas por el Gobierno. «Queremos darle un premio a la gente de aquí. Este es el partido que todos quieren ver una vez en la vida», explica Diego Cobo, presidente del club andaluz, que desde hace días mantiene reuniones de logística hasta las 12 de la noche para preparar el partido con los bilbaínos. «El otro día me llamó Aitor (Elizegui). Comeré con él, para que pruebe el aceite y lo típico de la tierra. Pero una vez comience el partido, solo rivales», explica el directivo a ABC entre risas. Son historias como la de este modesto pero emotivo equipo, convertido durante estas semanas en falange, las que devuelven el alma a un deporte cada vez más impersonal. El Atlético Mancha Real, pese a ser un equipo a un solo escaño del fútbol profesional, sigue la misma línea vital que la población a la que defiende sobre los terrenos de juego. Varios de sus jugadores trabajan en los campos de olivos, cuya recolección finalizó el pasado mes de diciembre. El club entiende esta realidad y desde que llegaron a la tercera categoría del fútbol español en 2016, da todas las facilidades a sus futbolistas para compaginar el aceite de oliva con el balón. Desde la pretemporada se organizan todos los entrenamientos para que ambas realidades confluyan de manera armónica. Trabajadores en supermercados y profesores de educación física, entre otros muchos oficios, son los que componen la vida paralela de los jugadores del Mancha Real. Especial atención ha desatado en la previa del partido Óscar Quesada, mediocentro de 43 años del equipo andaluz, que por la mañana cargará pales en la fábrica donde trabaja para luego, por la noche, sumirse en la batalla futbolística de su vida. Una imagen del duelo entre el Atlético Mancha Real y el Granada - Elena Martínez Los directivos tampoco están exentos de historias con miga. Cobo accedió a la presidencia del Atlético Mancha Real mediante una escena que solo se puede dar en el fútbol modesto. La temporada pasada, la directiva anterior decidió no continuar al mando del club y todos los poderes para encontrara los sustitutos recayeron en una persona «tan grande como el escudo del club», el utillero José Casas. El empleado se embarcó en la empresa y fue reclutando perfiles para la nueva gobernanza. Una vez reunidos para nombrar nuevo presidente, nadie quería dar el paso y fue Diego, dueño de un supermercado de la localidad, quien aceptó el reto, aunque algo a regañadientes, por «unos problemillas en casa y el miedo», solo como un cargo temporal. Un año y medio ha pasado desde entonces y el tiempo le ha traído un premio. Durmió poco el día que los suyos eliminaron al Granada y asegura que desde entonces la «locura» no ha abandonado el pueblo. «Puede que los campos pequeños y de césped artificial beneficien al pequeño pero eso es lo bonito de la Copa, que pasen estas cosas. Es un sueño corto, hay que vivirlo». Igual de entusiasmado con el partido de esta noche, aunque con la prudencia inherente del futbolista, está uno de los capitanes y lateral izquierdo Nando Gómez. El futbolista, nacido en Mancha Real, ha tenido un relación muy cercana con el equipo de su pueblo desde bien pequeño, tanto que incluso estuvo enrolado varios años entre sus aficionados incondicionales en su juventud. Ahora es profesor de educación física en una escuela de la localidad y le tocará dejárselo todo sobre el césped y no en la grada. «Está claro que nuestro principal objetivo de la temporada es mantener la categoría pero sí, este partido es un premio. Un duelo por el que merece la pena haberse metido a futbolista», explica Gómez a ABC. Sus últimas semanas como educador han estado absolutamente marcadas por el partido contra el Athletic. Para sus alumnos el defensor se ha transformado en un héroe y, como narra, sus clases se han convertido en un compendio infinito de fútbol. Gómez tuvo que ver el sorteo desde su trabajo y cuando salió el poderoso rival, uno de sus compañeros de 'claustro' tuvo que recordarle que estaban en un centro educativo ante los gritos de júbilo del jugador. «No tenemos nada que perder y nuestra arma es la ilusión».

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