La de Ángel Correa ha resultado una carrera de fondo sorteando obstáculos y dificultades desde que en 2014 se comprometiera con el Atlético de Madrid, un club que se volcó con él y le abrió las puertas a pesar de que, en el reconocimiento previo a la firma del contrato, los médicos le detectaran un grave problema de corazón que le obligó a pasar por el quirófano. Un riesgo que el argentino asumió para poder seguir jugando al fútbol, aunque las zancadillas de la vida las comenzó a recibir desde muy niño. Nacido en una barriada humilde de la ciudad de Rosario, con diez años perdió a su padre y dos después a uno de sus nueve hermanos. Costeada por la entidad rojiblanca, aquella operación en el hospital Monte Sinaí de Nueva York, el mejor centro cargiológico del mundo, le permitió seguir disfrutando del balón, tabla de salvación para una familia que pudo alimentarse gracias a sus goles y regates antes del salto a Europa. El delantero no olvida nunca ese gesto de confianza a ciegas que le brindó el Atlético y esta semana volvió a agradecerlo en los medios del club tras anunciarse la ampliación de su contrato hasta junio de 2026, dos años más de los que tenía firmados. «Antes de ser jugador del Atlético, el club apostó por mí, por pagar mi operación y voy a estar siempre agradecido de por vida porque me han demostrado todo su cariño desde el primer día que llegue». Jugador de equipo que nunca alza la voz ni pone caritas cuando le toca calentar banquillo, ese espíritu de superación vital tiene prolongación en el terreno de juego porque Ángel Correa nunca ha bajado los brazos, ni en aquellas primeras temporadas en las que el gol no terminaba de aparecer y el runrún en la grada acompañaba sus lanzamientos. Sin hacer ruido, el argentino, muy querido en el vestuario, siempre acaba jugando a pesar de los refuerzos de postín que cada año van llegando al Atlético de Madrid. Su triunfo nace desde la humildad y el pasado curso fue el único futbolista de campo con presencia en los 38 partidos de Liga, en los que celebró 9 goles. Uno para la historia, el que dio el triunfo en Valladolid en la última jornada que valió un campeonato. El argentino, sin embargo, ya formaba parte de la leyenda del conjunto rojiblanco y no solo por la placa en el Metropolitano que reconoce los más de 300 partidos que ha vestido de rojiblanco. El 21 de mayo de 2017, un gol suyo ante el Athletic se convirtió en el último en la historia del Vicente Calderón. El pasado fin de semana, su doblete apagó al Rayo y el argentino, que al llegar al ecuador de la Liga suma ya 6 dianas, acompañará hoy a Cunha, recambio del sancionado Suárez, en el ataque que presente Simeone en Villarreal. El técnico tampoco puede contar con Giménez por por tarjetas ni con Griezmann, que en la Copa recayó de su lesión en el muslo. Un asunto sobre el que el Cholo se mostró contrariado en rueda de prensa: «Me preocupan, me ocupan e intentaremos encontrar soluciones. No es normal que las recaídas sean tres, y las que fueron», declaró ayer sobre las recaídas sufridas esta temporada por Griezmann, Lemar y Marcos Llorente.
De Deportes https://ift.tt/3JTvvHm
0 comentarios:
Publicar un comentario