
Pienso a menudo en las pobres gentes de la isla de La Palma, en el drama humano que existe detrás de cada casa que cae engullida por una lengua de lava incandescente, implacable. Pienso en la impotencia de quienes lo han perdido todo contra la Naturaleza, que cuando se rebela nos recuerda que es indomable por la mano del hombre. Casas que caen como si fuesen pliegos de papel; paisajes que desaparecen bajo la negrura rugosa que mañana será tierra yerma donde hubo vida, alegría. Cuando cae una casa algo me duele por dentro pensando en los sueños, las voces, las sonrisas, los besos, las lágrimas, los abrazos que mueren. Una casa es mucho más que un espacio físico entre cuatro...
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