
La cobarde agresión homófoba ha desatado un terremoto en tres vertientes del día a día de la ciudad. Por un lado, en el barrio donde ocurrieron los hechos, Malasaña; por otro, en el colectivo LGTBI, que se siente en la diana como nunca antes; y, cómo no, en la clase política madrileña, pero también en la nacional. La Policía Nacional, mientras, aprieta el acelerador para dar con los autores. Fuentes del caso han precisado a ABC que «el muchacho está aterrorizado, con unas crisis de ansiedad brutales». Es un joven español de 20 años que regresaba el domingo a las 17.15 horas a su casa, donde vive acompañado, en una de las calles que se encuentran en las inmediaciones de la plaza del Dos de Mayo, corazón de este barrio cosmopolita, pero cuya dirección se omite para salvaguardar su seguridad. Las mismas fuentes confirmaron que el chico es homosexual. Cuando entraba en su portal, le estaban esperando, según relató en su denuncia ante la comisaría de Centro, ocho individuos, parece que jóvenes. Le empujaron, le llenaron primero de insultos, como «maricón», «comemierda» y «asqueroso» , y luego sacaron un arma afilada. Se investiga si era una navaja o un cúter. La señal del anticristo El chaval estaba paralizado por el miedo. Le bajaron los pantalones y la ropa interior y le grabaron a cuchillo la palabra «maricón» en un glúteo. También le rajaron el labio inferior y «le hicieron con las manos la señal del anticristo», indican nuestros informantes. Por si cupieran dudas de si se trata de un delito de odio, quisieron dejar su particular firma en una nalga. «Es un ataque homófobo de libro», coincidían ayer todas las fuentes consultadas por este diario. Los atacantes salieron corriendo en sentido a la zona de Conde Duque. La Policía ha rastreado papeleras y demás lugares del itinerario donde pudieran haber arrojado el arma, sin éxito. La víctima estaba en ‘shock’. Pidió ayuda en su bloque, pero no llamó inmediatamente a la Policía ni al Samur. No consta que ninguna radiopatrulla acudiera al escenario del suceso ni tampoco los sanitarios. Posteriormente, puso el caso en manos de las autoridades policiales. Ha declarado que eran ocho individuos, vestidos de negro, con capuchas (parece ser que, pese a ser verano, llevaban sudaderas) y cubrían sus rostros con las mascarillas protectoras contra el coronavirus. «El varón herido explicó que no pudo reconocerlos, lo que no significa que no fueran a por él directamente», indican fuentes policiales. Descartan, eso sí, que la salvajada cometida por la manada homófoba de Malasaña actuara así por un ajuste de cuentas o una venganza. Pero hay la posibilidad de que conocieran al muchacho, habida cuenta de que sí era gay y que, además, le esperaban en el portal de su casa. Y todo ello, sin contar con lo planeado que parece todo. Cámaras de seguridad El caso lo han cogido el Grupo de Policía Judicial de la comisaría del distrito de Centro y la Brigada de Información, que tiene una sección de Tribus Urbanas y un Grupo de Delitos de Odio. Se están recopilando las grabaciones de las múltiples cámaras de videovigilancia que hay en esa zona del centro (tanto públicas como de establecimientos privados), pero, al cierre de esta edición, las imágenes visionadas no han dado pistas suficientes. Se ha preguntado a la víctima si había recibido algún tipo de amenaza previa o tenía alguna cuenta pendiente, de carácter personal, con alguien. Parece que no es así. Los investigadores le dan total veracidad a su relato de la agresión y van avanzando en sus pesquisas. Otro de los puntales del caso pasa por encontrar a testigos, más en una zona tan transitada del centro, con numerosos locales de ocio y teniendo en cuenta que era un domingo por la tarde. Llama la atención, en este sentido, la temeridad con la que actuó esta manada. Si las pesquisas no dan prontos resultados, se baraja la posibilidad de solicitar a las compañías telefónicas un informe sobre la localización de los teléfonos móviles que quedó registrada en el área, pero pueden aparecer miles de ellos. La consternación en la comunidad LGTBI de Madrid es extrema. Malasaña y su vecino Chueca son los dos barrios más concurridos y seguros, hasta ahora, para este colectivo. Sienten que han perdido cotas de libertad en los últimos tiempos. De hecho, el lunes, otro joven fue agredido, esta vez verbalmente y desde un coche, cuando caminaba hacia el Museo Reina Sofía: «¡Te vamos a rajar la camiseta, maricón!». En la prenda aparecía serigrafiado el emblema «Protects trans kids» («Protege a los niños trans»). «Terrorismo callejero» Por ello, las principales asociaciones del sector han convocado una concentración de repulsa el sábado a las 19 horas en la Puerta del Sol. En ella participará Arcópoli, que ayer manifestaba a ABC: «Queremos mostrar nuestro estupor ante la gran violencia de la agresión homófoba que tuvo lugar en Malasaña. Estamos estableciendo diálogo con todas las instituciones para ver cómo podemos luchar contra esto y poder colaborar tanto con la víctima como con la Policía. Esta brutalidad y la manera de atacar a la víctima han creado un impacto brutal en el colectivo LGTBI en la ciudad de Madrid, porque además ha sido a plena luz del día en un barrio muy habitual de las personas LGTBI», explica Rubén López, también presidente del Observatorio contra la LGTBIfobia de la región. En la Fundación Triángulo denuncian: «Es un hecho altísimamente preocupante, no es lo mismo un acto de ‘calentón’, por así decirlo, que si es planificado, porque iban encapuchados. Es un salto cualitativo. Creemos que la Policía se está afanando, pero hay que hacer más: educación, pedagogía política y desarrollo de las leyes. El nivel de preocupación es muy alto. Ha pasado de ser una queja por agresiones a algo planificado, de terrorismo callejero».
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