jueves, 30 de septiembre de 2021

Aznar ya ve a Casado en La Moncloa: «Mi olfato no falla»

El terremoto de Nicolas Sarkozy en la convención nacional del PP dio paso ayer al ciclón de José María Aznar. El expresidente entró con fuerza en el 'tour' de los populares, que ayer hicieron parada en Sevilla, y lo dio todo en su coloquio con Pablo Casado, al que apoyó de manera clara e inequívoca como próximo presidente del Gobierno. Aznar le puso una larga lista de tareas pendientes, que pasan por «ordenar» España y aplicar la Constitución, y cargó contra el Ejecutivo de Sánchez, pero de sus críticas no se libró ni el Papa, sin mencionarle, por pedir perdón a México ante los «pecados cometidos» durante la conquista española. «Yo no voy a pedir perdón», avisó. Los populares están satisfechos por la marcha de la convención nacional, que hasta ahora está siendo una sucesión de apoyos y halagos a Casado como líder del PP y como posible presidente del Gobierno en el futuro. Ayer, la noticia de la nueva condena a Sarkozy, en este caso por financiación ilegal, un día después de tenerlo como invitado de honor, enrareció el ambiente. Fuentes populares reconocieron que la invitación de Sarkozy no había sido demasiado «estética», pero todos elogiaron el discurso que soltó ante Casado. Desde Génova se reafirmaron en su decisión de llevar al expresidente francés a la convención, porque fue para hablar de su gestión «de éxito» y nada más. Sarkozy había dejado el listón muy alto con su discurso apasionado en Madrid, que realmente encantó a los populares. Pero Aznar tiene un peso especial en el PP, sobre todo en 'este' PP, y no se quedó atrás. La sintonía de Casado con el que fue su jefe político es evidente. El lunes, Rajoy abrió la convención con una reivindicación de su legado económico y un respaldo explícito a Casado para «arreglar lo que otros desarreglan». Ayer, Aznar completó el círculo y confirmó el cierre de filas en torno al líder del PP. En los últimos meses, el expresidente se había distanciado de Casado e incluso llegó a poner a Isabel Díaz Ayuso como ejemplo de liderazgo político en el centro-derecha. Ayer no hubo ninguna mención a la presidenta de la Comunidad de Madrid, y sí un respaldo explícito a Casado: «Vas a ser presidente del Gobierno y lo vas a hacer bien», le dijo. «Mi olfato, que no suele fallar, me dice que tendrás éxito. Para lo que quieras estoy humildemente a tu disposición», afirmó. En esta convención, hecha a la medida de Casado para escenificar esa unidad interna y para reforzar su perfil institucional y europeísta, falta aún la entrada en escena de Ayuso, que se producirá mañana en Valencia. En Génova están convencidos de que no se saldrá del 'guión' y será un apoyo más para Casado. Mientras tanto, Aznar se encargó de mostrar a su antiguo pupilo la misión que tiene por delante para «poner orden» en España. Primero le pidió una «grandísima ambición reformista», porque la tarea no es pequeña y la situación, admitió, es más grave que la que él se encontró en 1996, cuando llegó al poder. Le aconsejó ejercer un liderazgo fuerte, con un proyecto claro y un buen equipo alrededor. Pero también que no se avergüence al defender los valores del centro reformista. Y lanzó una advertencia: «No hay nada peor que un político marioneta de las tiranías culturales hoy al servicio de las redes sociales». Jueces políticos A partir de ahí, empezó a poner sobre la mesa las prioridades que deberá tener Casado en La Moncloa. En el ámbito económico, advirtió de que será necesaria una reforma laboral y otra de pensiones, porque el sistema actual, tal y como está, es «insostenible». Otra reforma que ve «imprescindible» es la energética, que debe hacerse «antes de que nos volvamos todos locos». Aznar subrayó que España es hoy por hoy un país desordenado. Así, lo primero que tendrá que hacer Casado será poner orden y aplicar la Constitución, explicó. El expresidente defendió una reforma en la Justicia, para que nunca más un juez o un fiscal que abandonen la carrera para ser políticos puedan regresar a ella. Aznar se vino arriba cuando defendió la unidad de España: «España es una nación, no siete, ni cuatro, ni tres, ni 17 ni 21. Una. Una nación plural, pero una, constitutivamente plural, pero una. Ni es un estado plurinacional, ni un estado multinivel ni la madre que los parió». Pidió al PP que se mueva sobre esa convicción, porque es lo básico para actuar en todo lo demás. Por eso rechazó una reforma de la Carta Magna: «España no tiene un problema de Constitución, tiene un problema con la política que se hace». En la misma línea, defendió el uso del castellano como lengua común: «Hay una lengua común en España, el español, lo dice la Constitución. Y hay lengua cooficiales en las comunidades autónomas donde se habla. El catalán es cooficial en Cataluña y el euskera, en el País Vasco, pero no son cooficiales en Madrid o Sevilla, En las instituciones nacionales de Madrid se habla en castellano». Ante la reforma educativa del Gobierno, aseguró que «es difícil ver más tonterías». Aznar fue especialmente crítico al hablar de la cultura de la cancelación. Sin citar a Ayuso, apoyó las palabras de la presidenta madrileña en las que criticaba al Papa por pedir perdón a México ante los «pecados cometidos» durante la conquista española. «Yo no voy a engrosar la lista de los que piden perdón por defender la historia de España, con sus claros y sus oscuros, sus aciertos y sus errores. Estoy dispuesto a sentirme orgulloso, pero no a pedir perdón. Lo diga quien lo diga». Y puso como ejemplo al presidente de México. «¿Y usted cómo se llama? Andrés Manuel López Obrador. Yo me llamo Andrés, por parte de los aztecas, Manuel, por parte de los mayas, López, eso es una mezcla, y Obrador, de Santander. ¡Hombre! Es que si no hubiesen pasado algunas cosas usted no estaría ahí, ni podría haber sido bautizado. Ni podría haberse producido la evangelización de América, digo». Reforma judicial Dentro de las tareas que puso a Casado incluyó la derogación de la ley de Memoria Democrática, algo que, por otra parte, ya tiene previsto hacer el líder del PP. Según Aznar, se trata de una ley que activa los mecanismos del odio e incita al enfrentamiento entre los españoles, y no promueve la concordia. Casado escuchó, claramente satisfecho con las palabras del expresidente del PP y por su apoyo expreso y sin matices, algo crucial para él en este momento. Entre los consejos y los deberes que le ponía Aznar, logró introducir un anuncio: si Sánchez no acepta su reforma judicial para que los jueces elijan a los jueces, aprobará la reforma cuando llegue al poder.

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