domingo, 26 de septiembre de 2021

El Sheriff, el equipo comunista de la Champions

Termina septiembre y, como es habitual, el mes que actúa de puente entre el verano y el otoño acaba con la disputa de la segunda jornada de la fase de grupos de la Champions, momento histórico para uno de sus participantes. 24 años después de su nacimiento, el peculiar Sheriff Tiraspol jugará por primera vez en el Santiago Bernabéu -mañana, 21.00 horas-. Este modesto club moldavo dio la campanada en verano al eliminar al Dínamo de Zagreb y al Estrella Roja en la fase previa de la Champions, y el sorteo quiso que en su estreno en la máxima competición continental quedara encuadrado en el grupo del Real Madrid. Felicidad completa para una entidad anclada en la antigua URSS. El Sheriff es un equipo de Tiraspol, capital de Transnistria, un territorio no reconocido a nivel internacional. El germen de este conflicto geopolítico está en 1989, cuando Moldavia se independizó de la antigua Unión Soviética. Transnistria, que tiene una población de 520.000 habitantes, es la zona situada al este del río Dniéster hasta la frontera con Ucrania, y en 1990 se autoproclamó una república independiente por el férreo deseo de sus ciudadanos de seguir viviendo bajo el paraguas comunista de la URSS. Aquella decisión provocó una guerra civil, en la que el ejército ruso se alió con Transnistria, provocando miles de muertos hasta el alto el fuego del 21 de julio de 1992. Desde entonces, hay una calma tensa entre Moldavia y Transnistria, que a pesar de no ser reconocida por ningún organismo internacional logró su principal objetivo. «Tiene su propia administración, parlamento, moneda y ejército, y en su bandera está representada la hoz y el martillo tan característico de la URSS. Es una región totalmente comunista, con edificaciones de hace cincuenta-sesenta años, algunas a medio acabar, y con estatuas de Lenin por las calles», detalla Juan Ferrando, actual entrenador del FC Goa indio, y técnico del Sheriff entre junio y diciembre de 2013: «Yo tengo un recuerdo fantástico de mi paso por Tiraspol. Es cierto que hace mucho frío -hasta 10-15 bajo cero en invierno-, que solo hay un cine y dos hoteles donde poder tener algo de ocio y tomar coñac -su bebida favorita-, que la televisión emite películas en blanco y negro de la década de los setenta y ochenta, que la gente es muy seca y muy seria y casi nunca sonríe, y que el fútbol es el tercer deporte después de la lucha grecorromana y la halterofilia, pero una vez que te has asentado te das cuenta de que vives rodeado de personas con un gran corazón, muy trabajadoras y siempre dispuestas a ayudarte. No se habla apenas inglés, y todos se comunican en ruso o algo de rumano, pero su gente te lo pone muy fácil», explica el técnico catalán. Ferrando, en 2013, durante su época de entrenador en el Sheriff - Alexa Botines El conjunto moldavo fue fundado en 1997 por Viktor Gushan, un exagente de la KGB al que acusan de prácticas poco ortodoxas. Él es el creador y dueño de Sheriff LLC, una empresa de seguridad que más adelante se fue ramificando en otros ámbitos, como la construcción, las tiendas de alimentación y alcohol, el mundo de los medios de comunicación, el sector de las telecomunicaciones y el de la energía, y en 1997 desembocó en un equipo de fútbol: «Yo tengo un gran recuerdo de él. De hecho, te diría que después de mi padre es la persona que más quiero. A mí me dio su confianza, cuando yo estaba en las categorías inferiores del Málaga, y siempre le estaré agradecido por la oportunidad. Además, no es el típico magnate ruso que solo pone el dinero y ya. Sabe bastante de fútbol, y consume mucha Premier y mucha Liga española». Dos países El Sheriff arrasa en Moldavia. Ha ganado 19 de las 21 ligas que ha disputado, pero hablamos de una liga residual, de la peor calidad de Europa. El juego es lento y aburrido, y apenas 80-100 aficionados acuden a los estadios. Solo hay interés cuando el equipo juega en Europa, como en años anteriores en la Europa League y esta temporada en la Champions, que es cuando meten 14.000 personas en su estadio. Su presupuesto es de apenas 15 millones de euros, que es justo lo que ingresa un equipo que accede a la fase previa de la Champions. Sus jugadores mejor pagados no pasan de los 150.000 dólares anuales y los de menor caché andan por los 100 dólares mensuales. En su vestuario hay ahora mismo 18 nacionalidades. «El Sheriff es el único equipo que representa a dos países, al moldavo a nivel UEFA y FIFA, y al de Transnistria a nivel emocional. Hay mucha tensión en las gradas cuando se enfrentan al Petrocub o al Zimbru, el equipo de Chisináu, la capital de Moldavia. Su arraigo a lo soviético es muy sentido y aunque ya han pasado casi treinta años de la guerra civil, el recuerdo sigue muy vivo», cuenta Ferrando, que desvela que sigue en comunicación con algunos miembros del club y comparte su alegría por el hecho histórico de jugar la Champions, torneo en el que debutaron de manera brillante al ganar al Shakhtar en Tiraspol (2-0). De hecho, se presentan en el Bernabéu como líderes de su grupo: «Ojalá les sirva para crecer y hacerse un nombre en Europa. Se lo merecen», sentencia Ferrando.

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