El clima, la mejora del mercado único y el respeto por el Estado de derecho en toda Europa son los tres desafíos en los que se centra Suecia desde la pandemia, un país hacia el que siempre han mirado en el PSOE. Ahora que la actividad comienza a ser más presencial, el ministro de Asuntos Europeos, el socialdemócrata Hans Dahlgren (Uppsala, 1948), visitó ayer Madrid para reunirse con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Diplomáticos de profesión, les une una estrecha relación desde hace años. ¿Cómo son las relaciones bilaterales entre España y Suecia? Son muy buenas. Por supuesto, no hemos podido tener el mismo tipo de contacto durante la pandemia. Pero ahora hay muchos más viajes, los turistas están regresando a España desde Suecia y lo harán durante el invierno a las Islas Canarias y Mallorca. A los turistas suecos les gusta mucho ir a las Islas Baleares. ¿Qué aspectos existen de cooperación entre países a nivel político? Pedro Sánchez y el primer ministro, Stefan Löfven, son socios muy cercanos. Sánchez ayudó a Löfven en su campaña electoral en 2013 y fue de gran ayuda. También vendrá a una conferencia que tendremos en un par de semanas en el sur de Suecia sobre el antisemitismo, que es un tema prioritario de nuestro primer ministro. La seguridad es otro desafío común entre Suecia y España. Es de vital importancia. En Suecia también tenemos malas experiencias de este tipo, como tiroteos y algunas explosiones. Estos son asuntos muy serios de los que tenemos que ocuparnos también a nivel europeo. En la necesidad de combatir a los terroristas internacionales y trabajar en estrategias para asegurarnos de que podremos evitarlo y prevenirlo. Otro punto importante sería el de investigar cómo podríamos cooperar mejor entre policías en diferentes países para estar coordinados y que sea más fácil la prevención de este tipo de ataques. ¿En qué temas considera que ambos países podrían ayudarse más de lo que lo hacen ahora? Tanto Suecia como España piensan de la misma manera. El compromiso con el mercado único es garantizar que el comercio llegue a toda Europa y que no establezcamos ninguna barrera. ¿Recuerda que al comienzo de la pandemia hubo algunas decisiones de elevar las fronteras también entre países europeos? Equipos -como mascarillas y respiradores-, se mantuvieron dentro de un país en particular porque no querían enviarlos a otro por razones muy nacionalistas. Y de eso no trata el mercado único, que se basa en fronteras abiertas. España y Suecia pueden tener una muy buena cooperación para seguir luchando por ello. Pero también para el comercio abierto. Hay que comerciar con los estadounidenses, con otros actores fuera de la Unión Europea para tener tantos buenos acuerdos comerciales como sea posible. Como la comida, por ejemplo, en Latinoamérica. Ese es otro ejemplo de buena cooperación sueco-española. Los países del sur de Europa están preocupados por la falta de soluciones sobre el problema de la inmigración. ¿Cree que se podrá llegar a un pacto migratorio en 2022? No, no soy tan optimista sobre eso. Creo que va a ser una negociación muy difícil. Durante la pandemia no ha habido ningún avance porque es un tema muy sensible y es muy difícil negociar a través de internet. Hay que tener reuniones en persona y espero que las tengamos ahora. Tenemos una propuesta desde hace un año de la Comisión sueca para este pacto de migración, que se trata de hacer un esfuerzo importante para llegar a un acuerdo entre todos los estados miembros. Pero hasta ahora, no he visto mucho compromiso. Parece muy atascado. ¿Por qué? Porque, en mi opinión, hay quienes no lo ven de la misma manera que yo. Recibir solicitantes de asilo en Europa es un problema europeo. Es nuestra responsabilidad. No tenemos que dejar a aquellos países que están en la primera línea -como España, Grecia, Italia, Malta y Chipre- asumir esa responsabilidad. Hay otros países que tradicionalmente han acogido a refugiados, como Suecia y Alemania. Debería ser una responsabilidad compartida entre países. Lamentablemente, la opinión del Gobierno sueco no parece ser totalmente aceptada en otros países. Los dirigentes europeos siempre tratan el tema desde una postura amable y de consenso, pero después no hay soluciones. Tiene razón. No hay mucho espacio para el optimismo en este momento. Soy pesimista porque no he visto ningún progreso. Pero tenemos que intentarlo y estamos dispuestos a comprometernos para tener un pacto con el que todos estén de acuerdo, pero lleva tiempo porque los otros países también deben comprometerse. Desde el pasado mes de agosto y hasta 2023, España recibirá partidas de los fondos Next Generation de la UE. Aquí hay dudas sobre cómo los utilizará el gobierno, ya que la decisión no ha sido aprobada en el Congreso de los Diputados, algo que sí se ha hecho en otros países de la UE. ¿Cómo se percibe en Europa esta forma de gestión? Creo que depende de cada estado miembro decidir de forma individual cómo quieren actuar al respecto. En Suecia tenemos un plan dedicado a estos fondos, pero estos planes para los Next Generation de la UE son investigados por la Comisión y el Consejo antes de ser adoptados. No se puede solicitar el dinero para cualquier propósito que se desee, sino que debe estar dentro de las reglas de la Unión Europea. Por ejemplo, el 37 por ciento se utiliza para combatir la crisis climática y el 20 por ciento para la digitalización. Creo que le corresponde a España discutir cómo quieren tomar esa decisión. Pero no es solo en cada país, sino también en Bruselas donde se están analizando estas cosas. Si estos fondos se dedicaran a otro fin, ¿podría la UE evitarlo? Sí. Posteriormente habrá un control muy riguroso desde la UE. Existe la posibilidad de lo que llamamos la pausa de emergencia que significa que, si algunos Estados miembros sienten que los fondos se han utilizado de forma incorrecta, pueden solicitar que se debata en el Consejo Europeo.De España https://ift.tt/3EVEQvJ
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