jueves, 30 de septiembre de 2021

Pirlo, el único candidato de Laporta

La única duda tras la debacle en Lisboa era si merecía la pena quemar al nuevo entrenador en el Wanda o si se esperaba a anunciar su nombre tras el partido del sábado. Laporta se ha inclinado por lo segundo, de modo que puede darse por seguro que Koeman viajará a Madrid. Del mismo modo, el presidente está convencido de que quiere llegar a la asamblea de compromisarios del próximo 17 de octubre, y al posterior encuentro contra el Valencia, con alguien que no sea Ronald Koeman en el banquillo. Este ‘alguien’ todavía no está decidido, pero el presidente hará todo lo que esté en su mano para que no sea Xavi y sea Andrea Pirlo. El periodo de calma que ofrece el parón de las selecciones lo usará Laporta para tomar una decisión que será clave para decantar la suerte de su segunda etapa como presidente. Consciente de ello, no quiere precipitarse, pero la relación con el técnico empieza a deteriorarse. En Lisboa el presidente asistió con decepción al hecho de que Koeman no emitiera ningún mensaje de apoyo a los jugadores, y bajó él mismo al vestuario a confrontarlos. La junta entiende que el entrenador ha agotado su crédito también en el vestuario y que no hay por lo tanto ningún argumento para prolongar artificialmente su continuidad. El presidente habló ayer informalmente con algunos periodistas en el marco del premio Aldo Rovira al mejor futbolista de la temporada 2020-2021. Aldo es el hijo fallecido, en accidente de tráfico en 2009, del exdirectivo Josep Lluís Rovira. No fue exactamente un ‘off the record’, pero sí una conversación de algunos minutos de duración y les transmitió la idea que quiere a un entrenador cruyffista en el planteamiento, pero ‘germánico’ en la disciplina, la forma física y la constancia. Le preguntaron por algunos nombres propios, como el de Thomas Tuchel, actual entrenador del Chelsea, o el del técnico del Bayern, Julian Nagelsmann, que tienen actualmente contrato con sus respectivos equipos y que por lo tanto no podrían incorporarse al Barcelona tan rápido como el club necesita. Sobre Nagelsmann hay que decir que, si estuviera disponible, sería probablemente el entrenador preferido del presidente, y lo contrataría sin pensarlo. Por lo que se refiere a Bob Martínez, el candidato de Jordi Cruyff, la dirección técnica del club no ha emitido informes favorables. El argentino Gallardo Otro nombre que ayer se puso en ondulación fue el del ‘Muñeco’ Gallardo, cuyo talento Laporta aprecia, pero pesa en su contra que no tenga experiencia en el fútbol europeo, y el hecho de que es poco serio reivindicar un perfil germánico para acabar fichando a un argentino. Andrea Pirlo continúa siendo el favorito. Laporta está ‘enamorado’ pero no ‘convencido’, y quiere disponer de más opciones antes de tener la conversación definitiva con él. Laporta sabe que ha llegado su momento de actuar, y que precisamente para ello le eligieron presidente. Pero entiende que es perjudicial para el nuevo técnico condenarlo a una casi segura derrota contra el Atlético, y necesita unos días más -y más conversaciones con Pirlo sobre el tipo de fútbol que querría implementar- para acabar de decidir. «No tenemos entrenador», confesaba ‘Jan’ ayer a sus allegados, pero eso no significa que no se estén dando los pasos para encontrarlo. Pese a la pereza que le da al presidente echar a Koeman, tiene prácticamente desvanecida la esperanza de que en el Wanda ocurra un milagro que le permita poder alargar unas semanas la confianza. No ha existido nunca en la historia del Barça una secuencia de tan malos resultados sin que la indignación de la grada mirara hacia el palco. Tampoco ningún presidente había contado con márgenes tan amplios de comprensión y de paciencia, en la unanimidad de la prensa deportiva catalana. Dos circunstancias explican el fenómeno: la primera, más de fondo, es que todo el mundo ha entendido que Laporta será el presidente que afronte la privatización del club, y nadie alza la voz porque todos quieren el mejor trozo cuando el reparto llegue. La segunda explicación, en absoluto menor, es que Koeman, al no ser el entrenador que Laporta querría, es la última excusa del presidente para que no se le atribuyan los fracasos del equipo.

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