El tripartito en Cataluña, o alguna fórmula de entendimiento entre ERC, PSC y comunes, será una posibilidad en la larga precampaña catalana. Una alternativa de Gobierno en el que no necesariamente tienen que estar los tres, pero para el que quieren tener un papel influyente. Además, si la suma triunfa, será una fórmula clave para que el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, pueda consolidar su alianza estratégica con el independentismo y conducir la legislatura por la vía de ese acuerdo. Es la fórmula predilecta de UP y la que los socialistas replican ya en regiones con presencia de fuerzas soberanistas. No obstante, en Podemos advierten de que uno de los principales escollos es la pésima relación entre los líderes del PSC y ERC, Miquel Iceta y Oriol Junqueras. Mientras el PSOE no reniega de la posibilidad, los socialistas catalanes son mucho más reacios. En el entorno del vicepresidente reconocen que ser uno de los pilares de esa terna les convertiría en pieza clave en Cataluña y Madrid. Y reforzaría la coalición del Gobierno central: convertiría a Podemos en el muñidor del pacto y vaso comunicante entre el independentismo y el socialismo. Pero no solo en Cataluña; también en Moncloa. Si ERC y Junts no suman, y el tripartito sí, Iglesias se presentará como el pegamento. El valedor de los acuerdos que dan estabilidad al Gobierno. Pero, sobre todo, y con esto insisten desde la Vicepresidencia Segunda, más allá del cálculo electoralista, tienen un «segundo objetivo» crucial: Iglesias cree que servirá para «rebajar el suflé independentista». El «suflé» soberanista Podemos admite «preocupación» por el marco independentista en Madrid y ve en el tripartito la forma de «difuminar el procés» o, al menos, de suavizar su ímpetu. Cuando Iglesias requirió el apoyo de Bildu y ERC en los PGE, aduciendo la frase ya manida de que serán parte de la «dirección de Estado», no se estaba sirviendo de palabrería parlamentaria en pro de la negociación, sino definiendo una hoja de ruta. El conglomerado de los comunes en Cataluña sueña con una subida considerable de escaños de ERC para que los números parlamentarios cuadren y sumen suficiente para generar alternativa al gobierno que forman ERC y Junts. Una paradoja más de la política catalana con consecuencias en el tablero nacional. Iglesias, como Ada Colau, sabe que su salto cualitativo no pasa tanto por ellos como por la aritmética. Y aquí el PSC también juega un papel. A partir de la noche de las elecciones catalanas, el 14-F, según auguran las últimas encuestas publicadas, podría darse en Cataluña una opción de gobierno diferente. ERC y los comunes con el apoyo del PSC desde fuera. Esta es la única opción viable para que los comunes vuelvan a la Generalitat tras su paso por las instituciones entre 2003 y 2010. Los sondeos apuntan en esa línea, con un matiz. El partido que lideraría esta fórmula tripartita sería ERC, en lugar del PSC, por lo que los socialistas se plantean apoyar desde fuera un ejecutivo autonómico con la presidencia en manos de Pere Aragonès. En este contexto y con estas expectativas, los comunes tienen claro que su campaña se centrará en pellizcar a ERC para recordarle que, si todo sale como parece, les necesitarán. Así lo sugirió hace unas semanas Jéssica Albiach, candidata morada el 14-F, en una intervención ante el Consejo Confederal de UP: «Estas elecciones son importantes para que no se repita la fórmula entre Junts y ERC». Albiach considera, además, que esa suma independentista ya está «agotada».De España https://ift.tt/3pvj89n
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