sábado, 26 de diciembre de 2020

Ciudadanos pivota al centro-izquierda para atraer a «huérfanos» del sanchismo

El año 2020 será difícil de olvidar por el coronavirus, pero quizás en especial para Inés Arrimadas. Embarazada de su primer hijo, dio a luz en mayo, en pleno confinamiento, y a la vertiente personal hay que añadir la profesional. Meses después de la histórica debacle de Ciudadanos (Cs) en las elecciones generales del 10-N, se impuso a Francisco Igea en las primarias y asumió el liderazgo del partido la noche del 8 de marzo; la del estallido de la pandemia. Nadie auguraba un giro en la estrategia en tan poco tiempo ni tan brusco. Del «no» a (casi) todo de la última etapa de Albert Rivera, quien había roto todos los canales de comunicación con el Gobierno, se pasó en la primera semana de mandato de Arrimadas a una oferta pública para aprobar unos «presupuestos de emergencia nacional», para responder de forma conjunta a la entonces incipiente crisis del Covid-19. Su respaldo fue clave para sacar adelante las prórrogas del estado de alarma solicitadas al Congreso por Pedro Sánchez, y solo su alianza con ERC y Bildu frustró la participación de Cs en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Arrimadas, otrora defensora de la «vía 221» –la unión de PSOE, PP, Cs y UPN–, había aceptado incluso negociar las cuentas con Podemos. Una posición más pragmática que la de su antecesor, aunque con similar coste interno. Figuras destacadas como Xavier Pericay –cofundador del partido–, Juan Carlos Girauta, Marcos de Quinto o Patricia Reyes se han apeado del barco en los últimos meses. Y sin embargo desde marzo, el rumbo apenas ha variado. Cerrada la puerta de los PGE, se abre la ventana del centro-izquierda. «El centro en toda su extensión», dicen en el Comité Permanente de Cs, donde ya no persiguen el añorado «sorpasso» al PP, sino que asumen un papel secundario en el que si crecen, pueden recuperar la llave de la gobernabilidad y arrebatársela a «populistas y separatistas».Bajas expectativas: un diputado autonómico admite en privado que 14-20 escaños en Cataluña serían ahora bienvenidos «Cuesta entenderlo tras décadas de bipartidismo, pero la única estrategia es la utilidad, el sentido común y hacer lo correcto», sostienen fuentes cercanas a la líder de los liberales, pero lo cierto es que también hay cálculos internos que, poco a poco, dan la razón a la ejecutiva de Cs. O eso creen. La evolución es lenta, pero según fuentes consultadas por este diario Cs fluctúa en los últimos meses entre un siete y un diez por ciento en intención de voto. Mirada a las encuestas El último sondeo de GAD3 les relega a un 7,1 por ciento y once escaños, pero el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) les eleva a un 10,5 por ciento, en empate técnico con Unidas Podemos, y con mayor respuesta de voto directo que Vox y que los de Pablo Iglesias. La portavoz nacional de Cs, Melisa Rodríguez, rebajó el optimismo públicamente, pero internamente hay voces que celebran que lo peor de la tormenta ya ha pasado. «En enero estábamos en un tres por ciento, al borde de la desaparición», comenta un importante dirigente, que fija en el once por ciento el objetivo a medio plazo: «Nos iríamos a treinta o 35 escaños». La apuesta de Arrimadas es la reconstrucción de un espacio autónomo e independiente. Para ello, se abre a pactar con el PSOE, como ya ha sucedido con la ley de la eutanasia, y marca distancias con el PP y, sobre todo, con Vox. En Cs sostienen que el pacto con ERC en los PGE y la exclusión del castellano en la «ley Celaá» les ha regalado una carta de presentación en Cataluña para volver a aspirar al electorado de centro-izquierda: «Les podremos decir a los votantes socialistas qué ha hecho el PSOE y qué ha hecho Cs». La intención en los comicios autonómicos es airear la posibilidad de un nuevo tripartito, como ya hizo ayer en una entrevista en ABC Carlos Carrizosa, líder de la oposición en Cataluña y candidato de Cs a la Generalitat. El vértigo después de los históricos 36 escaños obtenidos hace tres años por Arrimadas, eso sí, es inevitable. Las encuestas son poco halagüeñas, y un diputado autonómico admite en privado que obtener entre catorce y veinte diputados serviría para salvar los muebles. El camino hacia la recuperación será largo. Enmienda a la totalidad a la última etapa de Rivera Diálogo A pesar de la fallida negociación de los PGE, Cs está dispuesto a negociar con el Gobierno «acuerdos moderados». Los de Arrimadas no participarán en la «vía Frankenstein» ni en asuntos como el reparto de los vocales del Consejo General del Poder Judicial. Pero de momento ya han apoyado la ley de la eutanasia. Puente En la dirección de Cs asumen que en 2019 no hicieron todo lo que estaba en su mano para «desenmascarar» a Sánchez porque estaban obcecados con el «sorpasso» al PP. En esta nueva etapa, Cs quiere recuperar el rol que jugó en la política española entre 2015 y 2017, pactando por igual con el PSOE y con el PP. «Huérfanos» En Cs creen que Sánchez ha ido demasiado lejos pactando los PGE con ERC y con Bildu y que por el camino, como dijo Felipe González, el presidente del Gobierno ha dejado muchos «huérfanos». Consideran que son los mejores colocados para atraer a la izquierda moderada, pese a las apelaciones de Pablo Casado. «Utilidad» Arrimadas ha sacado a Cs de la «foto de Colón» y quiere dotar a su partido de un espacio propio. Reivindica constantemente la «utilidad», frente a los «gritos», el «no a todo» y «la oposición desde el rincón, con los brazos cruzados», que a su juicio ejercen PP y Vox. Recientemente, ha prometido que no gobernará con Vox.

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