miércoles, 30 de diciembre de 2020

El Barça pone el colofón a un año de zozobra

Pone fin el Barcelona a uno de los peores años de su historia reciente, fuera de los puestos que dan acceso a la Champions League la próxima temporada y dejando en evidencia unas carencias que le obligan a deambular sumido en una decadencia creciente. El empate ante el Eibar en el Camp Nou este pasado martes fue la constatación. Una nueva imagen que fotografía la preocupante realidad de un club en crisis deportiva, económica e institucional, en el que su máxima estrella se quiere marchar. Un equipo que ha ganado menos de la mitad de los partidos disputados, lo que le lleva a presentar la puntuación más baja (68 puntos en 35 partidos de Liga en 2020) desde el 2003, bajo la tutela de Rijkaard. Una caída libre que se empezó a gestar a principio de año y que ha concatenado una serie de despropósitos. El despido de Valverde La dirección deportiva decidió prescindir en enero de Ernesto Valverde, una decisión que ya se había valorado tras la debacle de Roma y, sobre todo tras el ridículo ante el Liverpool. El vestuario optó por defender al técnico y asumir la culpa de esas dolorosas eliminaciones europeas. Transigió Bartomeu, que se decidió por el relevo tras caer en la Supercopa de España cuando el equipo marchaba primero en la Liga y se había clasificado brillantemente como primero de grupo para los octavos de la Champions. «Las formas no han sido las mejores pero hacía falta un impulso, la dinámica no era la mejor», justificó el presidente. El ridículo con Xavi en Qatar Poco antes de la destitución de Valverde se filtró el encuentro, documentada con fotografía, del CEO, Óscar Grau, y del secretario técnico, Éric Abidal, en Qatar, donde trataron de convencer a Xavi para que asumiera el banquillo. El catalán, comprometido con Víctor Font en aquellos momentos, les dio calabazas y destapó la improvisación en la que se movía el club, que había sentenciado a Valverde y no tenía relevo. Abidal, que negó los contactos con Xavi, provocó otro incendio al asegurar que «muchos jugadores no estaban satisfechos ni trabajaban mucho con Valverde». La reacción del vestuario, y sobre todo de Messi, no se hizo esperar. «Creo que cuando se habla de jugadores habría que dar nombres porque si no se nos está ensuciando a todos y alimentando cosas que se dicen y no son ciertas», criticó el rosarino. El Barçagate En plena zozobra deportiva del Barcelona estalló en abril un nuevo escándalo que acabó provocando la dimisión en bloque de seis directivos, entre ellos Emili Rousaud, vicepresidente y delfín de Josep Maria Bartomeu para liderar una candidatura continuista. Según una información que fue destapada por la Ser, el Barça tenía contratada a una empresa que se dedicaba a desprestigiar, difamar y poner en duda en las redes sociales a individuos y entidades del entorno azulgrana no afines a la junta directiva e incluso a jugadores como Leo Messi y Gerad Piqué. Setién, de las vacas al 2-8 Con un currículum con más elogios que títulos, aterrizó Setién dispuesto a desplegar su manual basado en cruyffismo. No solo no cambió nada sino que fue engullido por el vestuario («En el Barça no fui yo, no pude o no supe. Messi es difícil de gestionar pero quién soy yo para cambiarlo»). Más allá de los encontronazos de su segundo, Eder Sarabia, propenso a aleccionar desde la banda, su paso se recordará por el declive de un equipo que perdió el liderato en Liga, fue eliminado en los cuartos de final de la Copa y en agosto encajó la mayor goleada de su historia en la Champions, un humillante 2-8 ante el Bayern que certificó la defunción deportiva y el final de un ciclo. El burofax de Messi El gran seísmo culé llegó ese mismo mes de agosto, poco antes de iniciarse la nueva pretemporada. Messi le comunicó al club que no quería seguir y se amparaba en el redactado de su contrato para pedir la carta de libertad. Bartomeu se negó a concedérsela. Se quedó el argentino a regañadientes, aunque antes concedió una entrevista a Goal en la que disparó contra el presidente, al que le alcanzó la onda expansiva con la presentación de una moción de censura por parte de varios socios. «No hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros a medida que van pasando las cosas», denunció Messi. Operación salida de chiste Decidido a regenerar el equipo, Bartomeu fichó a Koeman, pero se vio obligado a regalar a jugadores como Luis Suárez, Vidal, Rakitic o Rafinha para aligerar la masa salarial del club. La dimisión de Bartomeu La presión sobre Bartomeu resultó ya insostenible. El presidente, que se resistió siempre a marcharse acabó claudicando a finales del mes de octubre ante la nula complicidad de la Generalitat a la hora de celebrar la moción de censura, en unas condiciones que el presidente consideró de riesgo para la salud de los socios. La ruina económica Antes de su marcha, Bartomeu ya tuvo que negociar un aplazamiento en los pagos de las fichas ante la falta de liquidez, lo que comprometió el mercado de fichajes de verano. Koeman pidió un delantero y un central (Depay y Éric García) y no no llegaron. Un año en blanco En un año caótico, el Barcelona cerró la pasada temporada el blanco, algo que no ocurría desde la temporada 2007-08. Yen ésta van por el mismo camino en un curso que se considera de transición.

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