domingo, 27 de diciembre de 2020

«Casado estaría loco si quisiera ser heredero de Aznar»

El Partido Popular celebrará en 2021 el 25 aniversario de su primera llegada al poder, en 1996 con José María Aznar como presidente. La derecha liberal se estrenaba en La Moncloa, después de un largo viaje en el que tuvo que refundarse, dejar atrás la Alianza Popular de Fraga y poner rumbo al centro para que una mayoría de españoles se sintieran representados y cómodos en sus siglas. En primera fila lo vivió Sergio Gómez-Alba, diputado del PP por Barcelona entre 1993 y 2004. Desde esa posición privilegiada fue testigo de lo mejor y lo peor del aznarismo, y ahora lo ha plasmado en «Los años de Aznar», en cuyas páginas desfilan los hitos de una etapa que empezó a trompicones, primero con la decepción de 1993, seguida de una mayoría justita en las urnas en 1996, y acabó de forma brusca con los atentados terroristas del 11-M. Con sus luces y sus sombras, el autor no tiene ninguna duda de que los años de Aznar en el poder fueron «el mejor periodo de la historia reciente de España». «Fue el mejor Gobierno de la democracia», insiste el diputado, quien no duda a la hora de señalar lo mejor y lo peor de esos ochos años de Aznar en La Moncloa. «Lo mejor fue la entrada en el pelotón inicial del euro. No cumplíamos ni una sola de las condiciones, y eso nos obligó a introducir cambios estructurales que fueron la base del posterior crecimiento». La otra cara de la moneda, el momento más duro para Aznar, fue el asesinato de Miguel Ángel Blanco. «Para él personalmente fue devastador». Ya al final de su mandato, justo antes de las elecciones España sufriría el peor atentado terrorista de la historia, el 11 de marzo de 2004, apenas tres días antes de las elecciones generales, que ganaría el PSOE de Zapatero. El autor tiene claro que el Gobierno de Aznar debió suspender la convocatoria electoral después de los atentados, porque el país estaba en shock y no se daban las condiciones para celebrar los comicios con normalidad democrática. Uno de los méritos de Aznar fue que consiguió unir el centro-derecha en España, y así formar un respaldo social que se traduciría en mayoría absoluta en las elecciones generales de 2000. ¿Cuál fue el secreto para conseguir esa unificación, que tanto anhela ahora, más de dos décadas después, el PP de Pablo Casado? El secreto para convertir la «derechona» que heredó Aznar de Fraga en un partido transversal, capaz de aunar a una mayoría social, está, según explica el autor del libro, en el viaje al centro que se inicio para poder gobernar, con un relevo generacional unido a una poda orgánica, y la incorporación de gente muy diversa, de la antigua AP, de UCD, democristianos, liberales e incluso alguno que fue comunista en su juventud. El partido, subraya, estaba cohesionado, muy unido y con ilusión por poner punto final al felipismo moribundo. Todos ellos cabían en ese PP transversal, sin purgas ni exclusiones de corrientes internas. El autor define a Aznar como «un patriota y un hombre de Estado». Cree que acertó cuando eligió a Rajoy como sucesor, «un político honrado, grandísimo parlamentario, aunque le faltó capacidad de liderazgo». Era un líder idóneo para gobernar en 2004, pero no en 2011, a su juicio. Sobre todo en su segunda legislatura, «se necesitaba liderazgo para hacer frente a la insumisión independentista catalana», y Rajoy «no supo ejercerlo». Con Rajoy en el poder nació Ciudadanos en Cataluña, ante la «desprotección» de una parte del electorado por parte del PSC y el PP. Y también surgió Vox en el conjunto de España, aunque es cierto que despegó de forma definitiva ya con Casado al frente del PP. A Pablo Casado le ve como un político «muy listo», pero subraya que «estaría loco si pretendiera ser el heredero de Aznar, que gobernó 25 años atrás». Son momentos históricos diferentes, que requieren políticas y liderazgos distintos. «Él tiene que liderar un PP adaptado a este momento espantoso, va a tener retos terribles, pero no puede operar nunca con las políticas que en su momento fueron positivas para Aznar». «Sería un fracaso horroroso», sentencia. Gómez-Alba explica por qué Aznar no tuvo un «Vox» que le hiciera la competencia por la derecha en sus años de Gobierno, lo que sin duda le facilitó la unificación del centro-derecha: «El Vox de la época estaba en Alianza Popular». El papel de Vidal-Quadras Precisamente, Gómez-Alba destaca el papel fundamental que tuvo Alejo Vidal-Quadras, su mentor político, como presidente del PP catalán hasta septiembre de 1996. Con él como candidato, y su férrea oposición a Pujol, el PP consiguió el mejor resultado electoral en las autonómicas catalanas hasta el momento, en porcentaje de voto. Según Gómez-Alba, Vidal-Quadras atraía a los «huérfanos» del PSC, que no encontraban cobijo en el centro-izquierda ni mucho menos en el nacionalismo. Pero llegó el Pacto del Majestic, con toda las cesiones de Aznar al nacionalismo catalán, y que supuso la defenestración de Vidal-Quadras. Pujol quiso cobrarse la cabeza de un político que le plantaba cara con una dureza incongruente con la situación de Aznar, que ya hablaba en catalán en la intimidad. Gómez-Alba defiende el Pacto del Majestic en su conjunto: «No teníamos mayoría absoluta y era imprescindible llegar al Gobierno. Después del Gobierno de la izquierda, con el PSOE, la llegada al poder del centro-derecha cerraba con normalidad el ciclo de la Transición. Era necesario». «Jugó la razón de Estado, y Vidal-Quadras al final fue víctima de esa razón de Estado», sentencia. Según el autor, el error de este Gobierno de Aznar, y de todos en realidad, fue su «negligencia» a la hora de vigilar la administración de las competencias cedidas. Como ejemplo significativo, le resulta incomprensible, y con unas consecuencias apabullantes, que no se recurriera a tiempo la ley de Política Lingüística de Cataluña.

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