
Las manecillas, en casa de Jovanny Ramírez, hace tres años que no dan la hora. El tiempo pasa... El tiempo pesa. «Yo sigo teniendo el recuerdo vivo», sostiene con encomiable entereza, pero el dichoso reloj sigue sin funcionar: parado, clavado en el tiempo, siempre el maldito tiempo. «A veces, veo una mancha en el suelo y vuelvo a esa escena». A veces, Lisvette se le aparece. Le recuerda lo felices que eran. Madre e hija, juntas, luchadoras... Fueron años duros, envueltos en los vaivenes de cualquier familia humilde obligada a cruzar el charco. De República Dominicana al distrito de Tetuán, el viaje para ellas no vislumbraba retorno. «He trabajado mucho, de dependienta, de camarera, de empleada de hogar», enumera despacio....
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