martes, 10 de noviembre de 2020

«Si tirar sangre es vandalismo, dejarnos sin trabajar es tiranía»

Jesús hace cinco años que regenta la Taberna Gallega O’Chispa, en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Hijo de carniceros, se hizo cargo del negocio cuando la familia que lo fundó decidió traspasarlo. «Somos catalanes, éramos sus proveedores y conocíamos bien lo que hacían, así que hemos seguido con el mismo nombre», contaba ayer a ABC mientras observaba las pintadas con las frases «Nyordo» y «Vete a tu país» que aparecieron la noche anterior en la persiana de su local junto a la firma de un grupo identitario ultra independentista. Los ‘graffitis’ y el revuelo en las redes han sido, en parte, el precio a pagar por la «fama» repentina ganada por su local tras organizar un «lanzamiento» de globos llenos de sangre contra la fachada del Palau de la Generalitat. Esta acción vandálica, que se hizo viral el domingo, surgió fruto de la desesperación y no tiene ningún trasfondo ideológico, promete Jesús una y otra vez ante quien quiera escucharle. «Queríamos poner el foco en el problema de la hostelería, no en la política. ¿Qué ha sido todo un poco salvaje y bruto? Quizás, pero parece que lo hemos conseguido», afirmaba ayer mientras daba órdenes a sus camareros para preparar el menú. Momento en el que se lanzó la sangre contra el Palau de la Generalitat - AFP Aunque es reacio a contar los pormenores de su «performance», por la que no descarta acabar pagando ante la Justicia, el restaurador reconoce que esta se pensó para cosechar una amplia repercusión. «No lo hicimos a escondidas ni nada, fuimos, lanzamos los globos a la fachada de la Generalitat y nos identificaron», relata. Acto seguido, él y su grupo colgaron su «gesta» en las redes sociales, donde todo se amplificó rápidamente. «Yo estaba allí, lo organicé y lo llevé a cabo. Era sangre que se habría ido de un manguerazo, y así se lo dijimos a los Mossos cuando nos pararon. Avisamos que era algo orgánico y se quitaba fácil. No queríamos hacer un daño relevante, de hecho pensábamos que por la tarde ya no quedaría nada, mi intención no era dejar allí un daño permanente», resaltaba ayer Jesús mientras, en el centro de Barcelona, los servicios de limpieza seguían intentando quitar unas manchas que ya han calado en las porosas piedras de la fachada de la sede del Govern. «No es política» Pese a todo, Jesús insiste en detenerse en los motivos que le llevaron a cometer su criticada acción de protesta. «Me sorprende que se vea esto como un acto anti-independentista o lo que sea. En Francia los campesinos tiran estiércol en sus manifestaciones ante el gobierno y no pasa nada, no se le da una lectura política», añade. Según explica este empresario hostelero con nueve empleados a su cargo, su enfado se dirige hacia las administraciones y a su propio gremio, que, asegura, no ha hecho nada para hacerse escuchar a pesar de encadenar su segundo cierre por la pandemia y tener a miles de personas en ERTE. «Si tirar sangre es vandalismo dejarnos ocho meses sin trabajar es tiranía», concluye.

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