martes, 1 de septiembre de 2020

Torra recolocó como asesor a un «embajador» acusado de acoso laboral

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, recolocó como asesor del departamento de Presidencia al ex delegado del Govern en Suiza, Manuel Manonelles, pese a, supuestamente, tener conocimiento de que éste, amigo personal suyo, había sido relevado en medio de serias acusaciones de acoso laboral contra cuatro de las trabajadoras de la Embajada. Fuentes implicadas en el proceso de relevo precisan a ABC que tanto el presidente catalán como la consejera de Presidencia, Meritxell Budó, estaban absolutamente al tanto de los problemas y del clima laboral en la «embajada». Por contra, tanto desde la oficina de Torra como desde Presidencia se niega con rotundidad a este diario que Exteriores, en manos de ERC, hubiese advertido de los problemas con Manonelles. El caso se ha convertido ya en un nuevo episodio del enfrentamiento entre Junts y Esquerra, formación que, al frente de Exteriores, vio como su exconsejero Bosch tuvo que dimitir por no haber activado en su momento el protocolo de acoso en un caso anterior. Según daba cuenta ayer el diario «Ara», y confirmó posteriormente el Govern, Función Pública de la Generalitat investiga el caso, en concreto desde el pasado mes de julio, si bien a la mesa de la Consejería de Exteriores, de quien dependen las «embajadas» catalanas, llegó mucho antes, en el verano de 2019. Dos altos cargos de la consejería, así como la secretaria general de ERC, Marta Rovira, afincada en Suiza, fueron advertidos. Pero Manonelles siguió en su puesto. En octubre, le dieron un ultimátum, o cesaba en su actitud o lo sustituían. Pero el entonces delegado de la Generalitat en Suiza supuestamente no dejó de acosar las trabajadoras de la delegación. Exteriores quiso relevarlo, pero Quim Torra y la consejera Budó se negaron, según precisan a ABC fuentes implicadas en el proceso de relevo. Espiados Y Manonelles persistía, según esta versión. En otoño del año de 2019 todo se precipitó. El delegado tenía bajo sus órdenes en Ginebra a cuatro empleadas, tres de ellas acabarían marchándose por el mal ambiente de trabajo. La humillación, el acoso y los gritos eran continuos, según varias fuentes. A una no le hablaba, y únicamente se dirigía a ella a través de una compañera. A otra, le impuso una jornada partida pese a que solo trabajaba a media jornada. En septiembre dos de las empleadas dejaron el trabajo y los médicos suizos le dieron la baja a las otras dos, una de las cuales también acabaría abandonando su puesto. Manonelles lo niega todo. Lamenta que el departamento no le haya pedido en ningún momento su versión: si dejó Ginebra, dice, fue por motivos personales y familiares. Y reconoce que la etapa en Suiza había sido dura, sí, pero no por que acosara laboralmente a sus empleadas. Muy al contrario, Manonelles dice que si su aventura en Ginebra no fue fácil por que los servicios de inteligencia españoles le espiaban. De acosador, nada; un independentista más víctima del Estado. Según la cronología de los hechos, Manonelles fichó como asesor de Presidencia el 12 de febrero, y el protocolo para casos de acoso se abría al mes siguiente, precisamente cuando se tuvo conocimiento del otro caso de acoso que precipitó la salida de Bosch. No obstante, el expediente no se admitió a trámite por Función Pública, dependiente de la Consejería de Políticas Digitales y Administración Pública, hasta julio.Fuentes del entorno de Torra precisaron que en ningún caso el presidente tuvo conocimiento del caso. Tampoco en el caso de Budó. Acusaciones cruzadas El episodio, en cualquier caso, amenaza con agriar todavía más la relación entre Junts y Esquerra, partido que no ha perdonado la saña con la que sus socios forzaron la dimisión del exconsejero Bosch. Forzado a dimitir un mes después de haber cesado a su jefe de gabinete por el mismo motivo y no haber activado el protocolo de acoso. «Hace falta máxima exigencia, siempre y en todas partes. Para todos. Y hay que tomar decisiones sin demora. Recolocar, en lugar de asumir responsabilidades, es desgastar a la institución y fallar a la sociedad que representamos», señaló el portavoz de ERC, Sergi Sabrià. Desde Junts, por contra, se lamenta el mal ojo de Bosch y ERC al formar su equipo en la consejería de Exteriores.

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