Habituados a que el curso político comience en la Comunidad después de las ferias de Valladolid, este año no hay un arranque oficial aunque la comparecencia del Presidente Mañueco ante las Cortes en el Pleno de ayer pueda ser lo más parecido a un punto de arranque. Tenemos por delante el curso político más raro y más difícil, plagado del mayor de los enemigos: la incertidumbre y con el coronavirus en pleno auge amenazando con seguir torpedeando la normalidad de nuestras vidas y seguir imponiendo la maldita nueva normalidad (¡qué desastre de denominación!) que esta minando la vida. Por si las cosas no están complicadas, el debate político no ayuda nada. Todos hablan de unidad, de sumar esfuerzos y son incapaces de ceder a la crítica, de arrojar la pandemia a quien gobierna y de encarar juntos respuestas firmes, seguras y que ayuden a que el ciudadano perciba las cosas como un conjunto al que sumarse. Y además está el exceso de información. Parece que todo se ha detenido en la actualidad y solo hay COVID, COVID y COVID y tan solo unos pocos sucesos y algún que otro dato económico se abren hueco para cambiar un poco el paisaje. Tanta información acaba por ser precipitada, hace crecer expectativas que luego no siempre se concretan y con ello genera en algunos la frustración y el caldo de cultivo de las redes sociales que cada vez mas se transforman en verdaderas cloacas. Siempre se ha dicho que la política debe regirse por la regla de las tres «pes»: prudencia, paciencia y perseverancia, regla que ahora más que nunca hay que pedir también a los ciudadanos. La mayor de las verdades es que es imprescindible la responsabilidad de cada cual, porque sin ella acabaremos por colapsar un sistema sanitario que ha sufrido mucho, que está plagado de magníficos profesionales que están agotados y necesitan un respiro para poder seguir ejerciendo su imprescindible tarea de siempre. Manos, metros y mascarillas, tres claves que deben seguir rigiendo nuestras vidas si queremos superar bien lo que tenemos encima. Lograrlo es solidario y sienta las bases de una recuperación que todos deseamos. Y confiemos en que los partidos acaben entrando en razón y se metan de lleno en la prioridad de la reconstrucción que todos esperamos. En resumen, que se impliquen de verdad en la vuelta a la normalidad y dejen de tirarse los trastos a la cabeza.
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