
Hubo un tiempo, no hace mucho, en que la familia Pujol Ferrusola era un ejemplo a seguir para una parte de la sociedad catalana. Poco después, tras la confesión del patriarca (verano de 2014), fue blanco fácil de las críticas, sobre todo políticas. Con el paso de los años, tanto el espacio que ocupó CiU (ahora JpC y PDECat, principalmente) como ERC miran para otro lado cada vez que se conoce alguna novedad de la presunta trama de corrupción que rodea a la familia. Ayer, ni JpC ni ERC, y tampoco la CUP, quisieron valorar el informe de Hacienda que cifra en casi 17 millones de euros los que habría defraudado al erario público el hijo mayor del matrimonio formado por Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Ni un tuit, ni un comentario en las redes sociales de internet, al cierre de esta edición. De un tiempo a esta parte, el secesionismo trata de no dañar la figura del que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años (1980-2003). Tampoco la de su familia —incluido el progenitor homónimo del fundador del nacionalismo catalán moderno—, a la que dan por amortizada política y electoralmente, como si fuera un pasado lejano del que no quieren acordarse y al que cabe moldear. Entre 2014 y 2020, el independentismo ha pasado de retirar las prebendas de expresidente autonómico a Jordi Pujol a festejar su 90 cumpleaños (9 de junio). Así, a primeros del mes de junio, sus familiares y los amigos más cercanos le montaron una web («Pujol President»), con un libro de visitas, para mostrar su apoyo y cariño públicos. Un homenaje. «Queremos poder recuperar el daño hecho durante estos años de hostilidades contra su persona», aseguraron los promotores de la web, que añadieron: «Mucha gente quiere hacer cosas (para homenajearle)». En las primeras 48 horas y sin más publicidad que el boca a boca (o el whatsapp a whatsapp) consiguieron 250 mensajes de apoyo y cariño. Uno de ellos firmado por un tal Oriol: «Felicidades, padre. La pasión por tu país y su gente está tan viva como el primer día, y te acompañará siempre». Quien también felicitó a Jordi Pujol por su 90 aniversario fue Artur Mas, delfín de aquel al frente de CiU y, posteriormente, en la Generalitat, legado que mantuvo vivo solo interrumpido por los siete años de tripartito (Pasqual Maragall y José Montilla, de 2003 a 2010). Mas felicitó personalmente a Pujol en su casa. «90 años no se cumplen todos los días», dijo a los periodistas al entrar en la finca. Los incondicionales siguen dando a conocer su legado a través de la asociación Serviol, que tiene por lema el «fomento del pensamiento y conocimiento de la sociedad catalana» y como objetivo «la voluntad de difundir los escritos y pensamientos de quien la preside», es decir, Jordi Pujol Soley. Así, ayer, el independentismo catalán decidió que no era el día para hacer valoraciones políticas. Tampoco la prensa afín destacó en sus páginas digitales la acusación de Hacienda a Jordi Pujol junior. En algunos casos, el presunto fraude fiscal de casi 17 millones de euros ni apareció en la página principal de los diarios, recordando de esta manera a aquel gran diario catalán que relegó el caso Palau a la sección de Economía. En los últimos meses, ERC solo se ha atrevido a constatar en la comisión del Parlamento de Cataluña que trata los casos específicos de TV3 que esta no ha emitido un especial monográfico de los casos de presunta corrupción de los Pujol, empezando por la confesión del patriarca admitiendo que, como mínimo, había defraudado a Hacienda durante 34 años al tener dinero en el extranjero sin regularizar. Un pellizco. A la hora de la verdad, ERC se alía con CiU. Como en 2015, cuando impidieron, en la comisión del Parlamento autonómico que trató el asunto de los Pujol, que se incluyera una alusión a la relación de amistad de Jordi Pujol junior con los altos cargos de la Generalitat, que podría haber sido el origen de los negocios que ahora se están investigando judicialmente.
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