lunes, 27 de julio de 2020

Corinna y Villarejo, la extraña alianza

La relación entre la otrora íntima de Don Juan Carlos, Corinna Larsen y el comisario jubilado y en prisión provisional José Manuel Villarejo arrancó en 2015 por intermediación del empresario Juan Villalonga, conocido de ambos y ahora salpicado por aquella relación. Según la versión de ella, jurada ante notario y aportada a un procedimiento judicial, fue advertida por ese amigo de que el Centro Nacional de Inteligencia español quería tenderle poco menos que una trampa para involucrarla en «en actividades delictivas en España en relación con el fondo de infraestructuras hispano-saudí». Me dijo que debería quedar con el señor Villarejo, con el que no había quedado antes, porque tenía información sobre esa trama y podría darme información (…) Me dijeron que podía ayudarme a evitar que me acusaran falsamente», contó Corinna a la justicia española. Sin embargo, Villarejo llegó a Londres movido por otros intereses. Él mismo ha ido dando detalles sobre aquella reunión a lo largo de los dos últimos años en sus escritos desde prisión al juzgado que le investiga por organización criminal y a la prensa. Sostiene que seguía «instrucciones del CNI» por las que debía ganarse su confianza «para recuperar el archivo Jano en su poder» -un supuesto arsenal de trapos sucios de distintas personalidades-, «así como disuadirla entre otras cuestiones, de que denunciara al director del CNI por amenazas de muerte». El propio exdirector del CNI dio su versión de este asunto en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados el 26 de julio de 2018. Según informó días después El País, Félix Sanz Roldán explicó a puerta cerrada que Villarejo acudió pertrechado con un falso informe de la Inteligencia española a fin de convencerla de que realmente había una trama en curso y ella necesitaba su protección. Lo habría hecho por su cuenta y riesgo para sacarle información y quizá también dinero. Sea como fuere, Villarejo acabó sentado en casa de Corinna con ella, Villalonga y una grabadora encendida y en teoría, escondida. El encuentro duró dos horas y el contenido íntegro está bajo custodia de la Audiencia Nacional, aunque en todo este tiempo, al público sólo han trascendido los extractos en los que ella señalaba al Rey Juan Carlos -dijo que tenía cuentas en Suiza a nombre de terceros, que la usaba para blanquear y que recurría a testaferros- y al propio Sanz Roldán -aseguró que había amenazado su vida-. Documentos confidenciales Lo que Villarejo contaría después es que se encontró con una mujer asustada a la que dio credibilidad y que, además, le dejó de manos vacías. El comisario sostiene que no consiguió ese supuesto arsenal comprometedor pero en el CNI dieron por hecho que se lo había quedado. En una versión posterior, añadió que además de Jano, lo que la inteligencia española quería era la documentación y la correspondencia que podrían acreditar tanto la relación personal de Corinna con Don Juan Carlos como los negocios de este y otros españoles en el exterior, dado que ella, comisionista e intermediaria, guardaba información. Este es exactamente el relato de Larssen, que conserva hasta el currículum de los mercenarios que acudieron a su casa de Mónaco, en teoría, para sustraerle esos papeles. Y esos serían los documentos que viene utilizando en su descargo ante la Fiscalía de Suiza, que ahora la investiga por blanqueo junto a los gestores de fondos Arturo Fasana y Dante Canónica. Pero en España, la bomba estalló en julio de 2018 con la difusión de los audios de aquella conversación a tres de 2015. La publicación fue interpretada en distintos ámbitos como una amenaza del comisario, pero él siempre lo ha negado. Corinna sostiene que fue así como descubrió que la habían grabado, pero no denunció a Villarejo porque estaba centrada en averiguar quién se lo había ordenado. En cualquier caso, el comisario guardaba las cintas para protegerse o al menos, así se lo contaba a un amigo cuando barruntaba que en algún momento, la Justicia iría a por él. En esa conversación, que obra en el sumario de Tándem al que tuvo acceso ABC, comentaba a su interlocutor que alguien se buscaría «un juez para justificar un registro». «Hombre, dos o tres cosas para que las encuentren y no las tengan que buscar, ya las tengo preparadas. Le diré al Secretario: 'Tome nota, tome nota que se llevan esto, una declaración jurada de una señora que se llama Corinna'», ironizaba. Con «K» de cliente La relación con Corinna se mantuvo en el tiempo. Aún se desconoce cuántas reuniones hubo, pero en un reciente escrito a la Audiencia Nacional, su abogado reclamaba todo el material intervenido dando a entender que hay muchas más horas de cinta que las objeto de filtración. Las quiere porque el exdirector del CNI le ha sentado en el banquillo por dar por buenas en televisión esas supuestas amenazas a Corinna. Ese es el procedimiento al que ella ha enviado su declaración jurada ante notario. Es testigo en defensa de Villarejo en un juicio que se celebrará en septiembre. Consta en cualquier caso que siguieron hablando, ya sin Villalonga delante. El sumario transcribe una breve charla entre ambos en que ella sigue a vueltas con su preocupación y él le pone en bandeja a un periodista por si decide tirar de la manta. Ahora, además, figura que esas conversaciones también tuvieron lugar en suelo español y no sólo para confidencias. Según sospecha el juez, ella pudo acabar convirtiéndose en un «cliente» más del imperio empresarial de espionaje levantado durante décadas por el comisario. Le habría encargado hacer su 'magia' para buscar los trapos de una asistente que intuía desleal. Si se materializó la encomienda y a qué precio, está por ver, pero en los archivos intervenidos a Villarejo, ella, a la que se refiere como «Carol», consta también como «K», la clave con la que se refería a quienes requerían sus servicios. La reapertura El juez del caso Villarejo, que en 2018 era Diego De Egea, ya era conocedor de la existencia de estos audios cuando se difundieron en prensa porque la Unidad de Asuntos Internos los había encontrado en los archivos intervenidos al comisario y le había puesto verbalmente sobre aviso. El informe llegaría poco después y se incorporaría a una nueva pieza separada en la causa, la quinta, denominada «Carol». No tuvo mucho recorrido. En septiembre fue archivada por falta de pruebas, las mismas que han venido aumentando a medida que los investigadores han venido desentrañando los miles de archivos del comisario. En aquel momento, sin embargo, no llegó a salpicar a Juan Villalonga, aunque en la cuarta pieza, sobre una extradición a Guatemala, está entre las personas que, o bien participan en las reuniones o bien son citados de forma recurrente por el comisario y sus colegas. Ahora, está investigado, igual que Larssen, en la Audiencia Nacional. Villarejo, entretanto, asiste al giro desde prisión porque aquellos audios no le salieron gratis. Una tras otra, todas sus peticiones de libertad han sido desestimadas por riesgo de destrucción de pruebas. El argumento, uno de los comentarios que se dejó en la grabadora: «Tengo siete copias y tres de ellas en el extranjero». Se refería a las cintas de Corinna. ‌

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