martes, 28 de julio de 2020

Otra piedra en el zapato de Bartomeu

Un lacónico «ya veremos» pronunciado por Ter Stegen cuando se le preguntó por su renovación este lunes al aterrizar en Barcelona tras los días libres que Setién dio a la plantilla, encendió todas las alarmas en las oficinas de Arístides Maillol. Aunque desde la planta noble del Camp Nou se afanan en transmitir tranquilidad sobre la continuidad del cancerbero alemán, hay cierta desazón por el frenazo que la crisis del coronavirus ha provocado en las conversaciones que las dos partes mantenían. La relación entre los rectores del club y Gerd Vom Bruch, agente del portero, es fluida pero las diferencias entre las pretensiones de ambas partes son distantes. Ter Stegen, considerado uno de los mejores porteros del momento, pide asiento en el segundo escalafón salarial, junto a Piqué y Busquets. Considera que su ficha (4,5 millones de euros) no es proporcional a su rendimiento y solicita que se lo reconozcan en su cuenta bancaria. Los diez millones anuales que reclama distan bastante de la oferta inicial del Barcelona, que tasó su trabajo en 6,5 millones por temporada. Y el alemán, que se sabe pieza fundamental en el Barcelona del presente y del futuro, no piensa dar su brazo a torcer por muy a gusto e integrado que se encuentre en la Ciudad Condal y en el estilo de vida catalán. En su empeño por cerrar su continuidad hasta 2025, el Barcelona ha buscado fórmulas imaginativas con las que alcanzar las pretensiones del teutón y no gravar aún más su maltrecha economía y su delicado estado financiero, amenazado por el excesivo peso de la masa salarial. Una de ellas es una ficha ascendente durante los próximos cinco años cuya media le satisfaga. La oferta está sobre la mesa de Vom Bruch, que ya logró la renovación de su representado en 2017, tres años después de que aterrizara en el Camp Nou procedente del Borussia Mönchengladbach a cambio de 12 millones de euros. Su vinculación expira en 2022 y el Barça considera que aún tiene margen de maniobra. La decisión del Bayern, que tiene a Stegen en su punto de mira, de renovar a Manuel Neuer hasta 2023 supuso un alivio para la dirección deportiva culé. No obstante, Abidal no descansará hasta que pueda cerrar el acuerdo definitivo, ya que en los despachos de la secretaría técnica desconfían del club alemán. Creen que en Múnich se vieron obligados a prorrogar la vinculación con Neuer ante la imposibilidad de poder pagar los 180 millones de la cláusula de Stegen, pero la tentación prosigue y si el alemán del Barça decide no renovar y marcharse libre en 2022 tendría garantizada la portería del club referente de su país y, por ende, de la selección alemana. La renovación de Ter Stegen es uno de los temas prioritarios del club catalán, que se abordará en cuanto acabe la participación del equipo en la Champions. El alemán ha jugado 234 partidos oficiales, en los que ha encajado 213 goles, manteniendo a cero la portería en 100 encuentros. La entidad azulgrana confía en que el peso de su vida familiar en la Ciudad Condal (su esposa Daniela Jehle es una enamorada de Barcelona que acabó la carrera de arquitectura en la UB y se ha construido una casa en Castelldefels) pese en la decisión del portero, que visita en metro los lugares emblemáticos de la ciudad. La amenaza del quirófano Más allá de su continuidad en el Barcelona, la preocupación de Ter Stegen pasa por el estado de su rodilla derecha y la posibilidad de que deba operarse para minimizar los dolores que padece. A finales de 2019 se perdió algunos partidos por un problema en el tendón rotuliano pero se sometió a un tratamiento con factores de crecimiento que solventaron sus molestias. Éstas han regresado y el club plantea el quirófano ante la reticencia del alemán, que se perdería el inicio de la próxima temporada y no podría volver a jugar hasta diciembre. Cuando acabe la Champions tomarán una decisión definitiva.

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