miércoles, 1 de julio de 2020

La vida truncada de María José, asesinada y arrojada a un pantano

María José Pallarés y Gaspar Olmo se conocieron cuando ella era poco más que una adolescente. En abril de 1971, acabados de cumplir los 20 años, decidió casarse y unir su vida a la de Gaspar, que, cuarenta y siete años después y según la Fiscalía y la Guardia Civil, acabaría asesinándola con crueldad y arrojando su cadáver a un pantano de la localidad de Montoro, en Córdoba, de donde es natural el presunto asesino. Los hechos que ahora juzga la Audiencia Provincial de Madrid se remontan al 11 de octubre de 2018. Ese día fue el último que María José pasó con vida. Gaspar decidió, según el escrito de acusación, acabar con su vida tras una discusión que se desató en la vivienda que ambos poseían en Arganda del Rey. En el transcurso de esta, preso de furia, decidió coger un martillo y asestar «un fuerte golpe» en la cabeza a la víctima, que empezó a sangrar y perdió el conocimiento. Después del ataque, Gaspar habría atado a la que era su compañera de vida por los tobillos con una cuerda de tender la ropa, le tapó la cabeza con una bolsa de basura que precintó por el cuello e introdujo el cuerpo en el maletero de su vehículo. Esa noche condujo 400 kilómetros hasta llegar a la localidad cordobesa de Montoro, donde arrojó el cadáver en el pantano del Arenoso «tras introducir una piedra de cinco kilos entre la ropa y el hombro». A nadie le habría llamado la atención ver a Gaspar en su pueblo, que solía frecuentar a pesar de haberse mudado a Madrid. Volvió a la capital, se deshizo del martillo y, al día siguiente, denunció la desparición de María José. Pero ahora, tras dos años en prisión provisional, Gaspar, de 70 años, niega los hechos de los que le acusa el Ministerio Público. Piden para él 14 años de prisión; la acusación particular eleva la pena a 25. «Me dieron una semana para autoinculparme», dijo el hombre sentado frente a los magistrados que lo juzgan esta semana como justificación a la declaración que dio ante la Guardia Civil en el momento de los hechos. «Fueron tres hombres de Europa del Este los que la mataron. Yo llegué a casa y me la encontré tirada en el suelo del pasillo de la cocina. Estaba muerta. Me dieron dos meses para declarar lo que fuera», aseguró delante de la juez. Hasta se atrevió a dar el nombre de uno de ellos. María José y Gaspar tenían cuatro hijos. Él la describió como «maravillosa», excepto «cuando bebía que se ponía agresiva». «Alguna vez me dio patadas y mordiscos», explicó, con voz pausada, intentando hablar de lo que fueron sus décadas de convivencia. María José Pallarés, la mujer asesinadaGaspar reitera que los asesinos estaban relacionados con un grupo de rumanos al que contrataron en 2016 para que les hicieran una reforma en el chalé que acababan de comprar, el mismo en el que María José perdió la vida. Según él, querían robar el dinero que su mujer tenía guardado en unos sobres, alrededor de 3.000 euros. Después, le dieron indicaciones de cómo tenía que deshacerse del cuerpo. Él mismo fue el que los guio hasta el embalse cordobés. «Yo les decía que me mataran», contó Gaspar, pero le amenazaron con tocar a sus hijos. Al día siguiente, cuando denunció la desaparición, subrayó que ella se había marchado en mitad de la noche; después, se derrumbó y confesó los cinco martillazos. A pesar de esto, María José murió por la asfixia causada por la bolsa y la cinta. El cuerpo se encontró el 19 de octubre. No había denunciado malos tratos, pero sí dejó una carta en la que pedía a Gaspar que la dejara en paz. Un jurado popular tendrá que decidir ahora si cree la nueva versión.

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