viernes, 31 de enero de 2020

Sagrados Corazones: La parroquia del Santiago Bernabéu

Escoltada en estos meses por el ruido de las obras del Santiago Bernabéu, a las que se suman las de la fachada exterior del templo, la parroquia de los Sagrados Corazones es una referencia mucho más que arquitectónica en el señorial Paseo de la Habana. El Estadio del Bernabéu es feligrés de la parroquia, se miran los dos edificios así como de reojo. El imponente mundo del deporte, religión también secular, y la joya que esconde una fachada cuya torre exenta es ago más que un aviso de eternidad. Porque para descubrir las esencias artísticas de este templo hay que traspasar la puerta de los evangelistas, y no abstraerse del hecho de que en el atrio, en estas fechas, duermen siete vagabundos, cuatro de ellos fijos, en más o menos armonía de una acampada que clama al cielo. Al amanecer recogen los cartones, los amontonan en un lateral del pórtico, y regresan a la noche, después una travesía por calles de indignidad entre el tráfico de la indiferencia social. Sí, siete personas, a las que llamamos sin techo, en el pórtico de esta Iglesia. Entremos. No nos quedamos en el inicio del espacio arquitectónico de una iglesia que está construida pensando en un cristianismo socialmente permeable. Aunque en la misa dominical del mediodía se llena, ya no se construyen parroquias como ésta, en la que además de la nave principal, hay un capilla dedicada a los mártires de la Congregación de los Sagrados Corazones, al famoso P. Damián de Molokai, que está en el imaginario de generaciones de españoles, al beato Eustaquio Van Lieshout, misionero en Brasil, con fama de taumaturgo. Y a los beatos mártires de la fe del siglo XX español. Vayamos al altar mayor, porque lo que impresiona de este templo, de planta hexagonal, con capacidad para 1.100 fieles, obra del arquitecto Rodolfo García-Pablos, son las impresionantes vidrieras, que ofrecen una atmósfera de colores de la gracia que nacen del encuentro con Cristo eucaristía, presente en el singular retablo expositorio de la capilla penitencial. Las vidrieras del presbiterio son obra de Sánchez Molezún. Pero hay que colocarse junto al altar y mirar al frente, la ubicación del sacerdote cuando preside la eucaristía, para sentirse deslumbrado por la inmensa vidriera del fondo del templo, obra de Muñoz de Pablos, de estilo figurativo, en la que se revela, a través de los juegos de luces, el misterio de la Trinidad. El corazón rojo de Dios Padre domina la escena de una policromía que llama al cielo. Las vidrieras de los laterales, obras también de Molezún, completan este paraíso lumínico. Y a este cuadro de sensaciones visuales se suma, pese a la dificultad de la iluminación, el Vía Crucis de Joaquín Vaquero Turcio, una auténtica singularidad en la obra de este autor y una teología del Siervo sufriente de Yahvé que merecía todo un tratado. Ah, y no se olviden de fijarse en las verjas interiores, obra de Coomonte. Pero la parroquia son las piedras vivas. La conversación con el párroco, el religioso Manuel Leal Lobón discurre por la cercanía de quien dedica su tiempo a atender a una comunidad de fieles, unos tres mil, con una edad media alta. Le acompañan dos religiosos más, con los que forma la comunidad que atiende a la parroquia, los padres Manuel Belza Sagardoy y Manuel García Ripado. La atención pastoral a las personas solas y enfermas, la escucha, la comunión por las casas y las confidencias de vida, son una de las tareas más relevantes de los sacerdotes. Actividades parroquiales Dentro de las actividades parroquiales destaca lo relativo a la caridad que se extiende más allá de los límites prescritos. Cuentan con una bolsa de empleo, de gran demanda en la zona para labores de atención, acompañamiento y servicio. También tiene un ropero y una permanente operación kilo, que distribuye comida mensualmente a los necesitados. Pero una de las sorpresas de la parroquia es la presencia del grupo Bocatas, un ONG ligada en su origen a los jesuitas. Jóvenes que preparan comida, bebida caliente y aliento de palabra a los sin techos. También cuanta la parroquia con los Alcohólicos Anónimos, gestionados por el Grupo Armonía, y con un muy comprometido grupo de Vida Ascendente. Otras iniciativas son la reunión de quienes reflexionan sobre cuestiones de teología, el Grupo Tomás Moro, y las dedicadas a la Lectura creyente del Evangelio. Su dimensión misionera se expresa a través del compromiso con el Colegio de los religiosos de los Sagrados Corazones en Kinshasa, una Congregación misionera por naturaleza, nacida para dar respuesta al mundo que se abría a los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero que también tiene sus patologías. Una Congregación, la de los Sagrados Corazones, eucarística y misionera, fuente y destino.

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