viernes, 31 de enero de 2020

El águila imperial alcanza su récord de parejas reproductoras en la Comunidad de Madrid

Los expertos saben que, en algún momento, el ritmo al que se reproduce el águila imperial ibérica en Madrid bajará. Quienes han dedicado todos sus esfuerzos a la conservación de esta especie, aún en peligro de extinción, están verdaderamente sorprendidos. «Estamos en un momento espectacular», explica a ABC José Lara, jefe del Área de conservación de flora y fauna del Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de la Comunidad de Madrid. Sus técnicos registraron, al cierre de 2019, 73 parejas reproductoras de Aquila adalberti. Las dos últimas en llegar a la lista lo hicieron solo hace unos meses alcanzando el récord regional. Una cifra nada desdeñable si se tiene en cuenta que el censo en España es de 400. Es decir, más del 18% del total de la población reproductora de la especie se concentra en territorio madrileño. A principios del siglo XXI, Madrid solo contaba con 23 parejas de estas aves «esquivas». La crisis que alcanzó fruto de la normativa que regulaba la extinción de las entonces consideradas como «especies dañinas» –entre ellas se encontraba el águila imperial por su enorme voracidad, que competía por la caza de conejos y perdices con ganaderos y agricultores de la época– fue difícil de remontar. Los archivos que maneja la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad que dirige Paloma Martín arrojan que en 1979 quedaban 10 parejas en la región. La nueva sensibilidad de la época, que derivó en un espíritu protector y conservacionista de algunas de estas especies de la mano de naturistas como Félix Rodríguez de la Fuente, comenzó a dar sus frutos. En los años 80 llegó el primer decreto nacional para proteger al águila imperial, aunque eso no impidió que, aún hoy, siga estando amenazada. En 1984 se registró la última muerte por disparo de escopeta de un ejemplar adulto en la Comunidad. Desde el CRAS se encuentran «esperanzados» aunque son conscientes de que no se pueden relajar a pesar de que, en solo dos décadas, se haya casi cuadruplicado el número de parejas reproductoras. Hasta hace unos años, las áreas de reproducción se encontraban, sobre todo, en el centro y suroeste de Madrid. En el resto de la Comunidad era frecuente, y en la actualidad sigue siéndolo, avistar algunos ejemplares solitarios, ver dormideros e incluso registrar estancias temporales. Estas últimas se siguen produciendo en zonas como Torote, en la Campiña del Henares. Sin embargo, las buenas cifras que acompañan a esta especie en los últimos años vienen acompañadas de un hecho singular: la redistribución de la población de conejos de monte en Madrid. Estos mamíferos lagomorfos, que han alcanzado la superpoblación en el suroeste de la Comunidad, son el aporte principal de la dieta de este ave que, además, se alimenta de otras aves, culebras, ratones, topillos, e incluso algunos zorros. Esa redistribución, desde el oeste al este de la región, han convertido a algunas zonas septentrionales en nuevos objetivo de las águilas para nidificar. En la última década se han ido estableciendo nuevas parejas también en el este de Madrid, con un total de 13. En 2019 se avistó una pareja también en el entorno de Campo Real», explica Lara. De todas las que se localizaron durante 2019, 62 de ellas iniciaron la cría y 50 terminaron con éxito el proceso. «Hay que destacar que un total de 93 pollos consiguieron alzar el vuelo», añade. Nidos en cotos de caza El jefe de conservación de flora y fauna destaca un hecho paradójico: «La mayoría de nidos de águila imperial se encuentran en cotos de caza. En la finca de Viñuelas, la más grande de la región, hay cuatro». El compromiso que las sociedades de cazadores han adquirido con la conservación de las especies protegidas ha sido clave para mejorar la población este ave emblemática. «La colaboración es máxima, con vedas en la caza del conejo en algunos puntos del sur y el este, durante dos años. Cuando los cazadores encuentran algún ave herida o un nido lo comunican inmediatamente», destaca. «Entre otros asuntos, nos esforzamos por evitar la influencia negativa que las actividades humanas pueden tener en el águila imperial durante su poca de reproducción. Principalmente estas tienen que ver con el aprovechamiento forestal o ganadero, pero también con las detonaciones de armas a destiempo», explica sobre una especie que es especialmente «esquiva». «Nidifican en zonas muy tranquilas o con un nivel de ruido constante, pero sin sobresaltos», comenta sobre sus peculiaridades. Otra cuestión a la que dedican mucha atención es al control y seguimiento de los nidos. «Se controla desde el inicio del cortejo de las parejas hasta el periodo final de reproducción. Además, se han arreglado las plataformas elegidas por las parejas para anidar, cuando han sufrido desperfectos por el viento; y se ha reforzado la alimentación con 600 conejos suplementarios a las crías de 17 parejas con antecedentes de cainismo. De estas parejas consiguieron volar 28 pollos. Aquellos que no lo logran salir adelante por sus propios medios, son alimentados en el CRAS donde, además, se les enseña a cazar», explica.«Desde el Gobierno regional estamos volcados en acciones orientadas a mejorar nuestra biodiversidad y en esta ocasión lo hacemos aportando alimento para el águila imperial. A la vez trabajamos sobre los niveles de población de determinadas especies como los conejos para equilibrar dichos ecosistemas. La biodiversidad es un elemento clave para afrontar el reto del cambio climático», opina Paloma Martín. En esta línea, José Lara cree que «se han hecho bien los deberes». «Se han arreglado los tendidos eléctricos para evitar electrocuciones de los pollos que inician el vuelo y de los adultos. También se han realizado labores informativas y de concienciación a propietarios donde se asientan los nidos», apunta. Acciones que permiten afirmar sin complejos que Madrid se ha convertido en una auténtica reserva natural para este ave emperadora de los cielos. De la superpoblación de conejos en el sur y el sureste, a los nuevos vivares del norte de la región Los conejos son una pieza clave en la supervivencia del águila imperial. Entre otras estrategias, los técnicos de conservación de la flora y la fauna de la Comunidad de Madrid han llevado a cabo, en los últimos años, una redistribución de la población de conejos que hay en la región. En algunos municipios del sur y del sureste las capturas en vivo para paliar los daños que generan al alcanzar los niveles de «plaga» han permitido reforzar la presencia de estos mamíferos lagomorfos. Los últimos datos disponibles al respecto señalan que, durante 2018, se autorizó la captura de 406.000 conejos de monte –39.000 menos que en 2017–. «Algunas de estas capturas se han producido en lugares como el aeropuerto de Barajas, donde se cogen al año entre 6.000 y 8.000 ejemplares al año. Un lugar en el que han llegado a nidificar algunas parejas de águilas imperiales con el riesgo que ello supone», apuntan desde el Centro de Recuperación de Animales Salvajes (CRAS). Aquellos que están sanos han sido redistribuidos por 40 municipios del norte y el noroeste de la región, donde se han instalado nuevos vivares –madrigueras artificiales– que favorecen el campeo y la alimentación de las águilas y sus crías.

De España https://ift.tt/3aWFWZf

0 comentarios:

Publicar un comentario