jueves, 30 de enero de 2020

Absuelta la joven que okupó la casa de sus abuelos con su pareja en Atocha

«Nunca». Así de tajante respondió Vicente, de 87 años, cuando la magistrada le preguntó si su nieta, a la que denunció por okupar su vivienda en mayo de 2019, le había pedido permiso para entrar en la casa. La justicia le ha quitado ahora la razón y se la ha dado a Paula, de 19, y a su novia, quienes podrán permanecer en el número 112 de la calle de Atocha el tiempo que quieran. Se considera que no consta que la mujer de Vicente, enferma de alzheimer y ausente en el juicio porque se encuentra interna en una residencia en Cartagena, se negase a que su nieta viviera en dicha casa. La anciana no acudió al juicio ni se mostró ningún documento que avalase esta postura. En la sentencia, la juez mantiene también que la difícil situación que se vive en la familia le impide «fundar un procedimiento condenatorio». En este sentido, nombra el divorcio de los padres de Paula, un proceso que «afecta al consentimiento», ya que durante un tiempo la joven residió en el inmueble con su progenitor, con permiso de sus abuelos. Durante el juicio, Paula mantuvo en todo momento que okupó la vivienda porque no tenía ningún sitio al que ir y que para entrar utilizó una copia de la llave que guardaba su padre del tiempo que habían convivido en el piso. También se comprometió a irse «cuando pudiera» y a pagar un alquiler simbólico. Vicente, por contra, manifestó que la chica había entrado cambiando la cerradura. Los problemas de la familia no son nuevos, ni causados por los tribunales. Paula no se habla ni con su madre ni con el denunciante, tal y como admitió la progenitora. «Nuestra relación es inexistente», dijo en el juicio, asegurando que su hija intentó agredirla hace tres años. Después de ese episodio, ingresó en un centro de menores del que se fue por «decisión propia» meses después. También afirmó que le ofreció retirar la denuncia si se iba de la casa: «Intenté hablar de madre a hija, pero no quiso de ninguna manera». Después de eso, y durante dos años, la joven se fue con el padre hasta alcanzar la mayoría de edad. Todo iba bien hasta que tuvieron una discusión, dijo el abogado de la familia en el juicio, y Paula decidió «vivir su vida» con la que es su novia. La madre y el abuelo contrataron, tras seis meses de problemas y después de denunciarla, a la empresa Desokupa para que intentasen que dejasen la vivienda. La sentencia absuelve también a la novia de Paula, quien la avisó de las consecuencias que podría tener su decisión. El fiscal pedía para ellas el desalojo y una multa de 1.080 euros.

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