Cuando el 14 de marzo de 2022 se consumó la operación de restablecimiento de las relaciones con Marruecos, el Gobierno llevaba muchos meses preparando ese momento. De hecho, esa misión fue la razón principal que motivó el relevo en el ministerio de Asuntos Exteriores en julio de 2021. Arancha González Laya había llegado al Ejecutivo apenas año y medio antes con muchas expectativas. La Moncloa las alimentó además de forma conveniente: «Es un fichaje de Champions League», comentaban en privado fuentes del PSOE. Traer al Gobierno en el mismo momento en que se tenía que hacer hueco a Podemos a la directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional de Naciones Unidas era una declaración de intenciones. Un ejercicio de compensación. Una nueva Nadia Calviño. Sin embargo, hubo dos episodios, estrechamente relacionados entre sí, que se llevaron por delante esos buenos augurios sobre la ministra González Laya: 18 de abril de 2021, la 'Operación Ghali' por la que se trasladó a un hospital de Logroño al líder del Frente Polisario que estaba enfermo de Covid, por petición de Argel; y, sobre todo, aquel 17 de mayo que provocó un 'shock' en el Gobierno, cuando se produjo la crisis migratoria de Ceuta durante la cual 15.000 marroquíes, en su mayoría menores, traspasaron la frontera con Ceuta de modo ilegal (¿a petición de Rabat?). Estaba claro que Marruecos vio en aquella primavera de 2021 su oportunidad histórica: el Sahara Occidental . Sobre todo una vez que Estados Unidos, Alemania o Francia habían dado señales explícitas de apoyar su plan de autonomía. La vieja cuestión del referéndum de autodeterminación de la ex provincia española era ya una simple quimera. Noticia Relacionada estandar No Sánchez saca pecho de su giro en el Sahara: «el balance es positivo» Ana I. Sánchez El socialista vuelve a quedarse solo en el Congreso al defender que el acuerdo con Marruecos defiende los intereses de España El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se vio obligado a mover ficha y consumar un giro del que mañana se cumple un año y por el cual se garantizaría la 'pax marroquí' en lo que restaba de legislatura. Todo ello, con el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, como pieza clave en las negociaciones. Un párrafo de la carta enviada por Sánchez al Rey Mohamed VI y difundida por Rabat el 14 de marzo de 2022 acuñaba la moneda de cambio: «Reconozco la importancia que tiene la cuestión del Sahara Occidental para Marruecos y los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos, en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable. En este sentido, España considera la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este 'diferendo'». Un año después el Ejecutivo defiende sin ambages que la operación supone un hito «duradero» para dotar de estabilidad la relación con Rabat. Con más transparencia que entonces, desde el Gobierno hoy se reconoce a ABC «la gran preocupación» que suponía el control de los flujos migratorios sobre Ceuta, Melilla y las Islas Canarias. Y a día de hoy el Gobierno se muestra satisfecho con el «compromiso» de Marruecos de «colaborar contra las mafias de trata de personas, contra la inmigración ilegal». Esta fue la cuestión clave que hizo inclinar la balanza hacia el cambio de posición que desde algunos ámbitos del socialismo o de los socios de coalición de Podemos se veía como una traición al pueblo saharaui. «¿Por qué lo hicimos? Simple y llanamente por tener tranquilidad con Marruecos», insiste hoy un alto responsable del Ejecutivo. En el Gobierno hoy reconocen que las incertidumbres económicas de la población en unos años marcados por la pandemia y luego por la guerra hacían «imposible» gestionar unos flujos de inmigración irregular que, además, «no respondían a un volumen normal sino a la decisión de Rabat de alimentarlos en ese momento». «Primero Estados Unidos, Francia, después Alemania y ahora nosotros. No se pueden mantener dos frentes abiertos», defendían entonces en la cúpula del Gobierno, refiriéndose también a la guerra en Ucrania. En el nuevo contexto internacional, defiende hoy un alto cargo del Gobierno, «se está introduciendo tensión adicional» en los territorios en disputa. «Había que dar estabilidad a la relación con el vecino marroquí». Los movimientos de esos socios fueron claves. No hay que olvidar que en ese momento La Moncloa no había logrado normalizar la relación con Joe Biden, que durante meses practicó la ostentación de la indiferencia hacia el presidente del Gobierno. Solo tras esta decisión sobre el Sahara Occidental y en el marco de la Cumbre de la OTAN se empezó a coser el puente con Washington. No hay que obviar que Marruecos es un gran aliado estratégico de EE.UU. , al cual ha abastecido con armas en los últimos años (carros de combate Abrams, aviones de combate F-16, helicópteros Apache, drones Sea Guardian...). En un escenario de incertidumbre geopolítica y de crisis económica Pedro Sánchez apostó por cerrar ese frente de inestabilidad con Rabat y dar el giro definitivo a la cuestión saharaui... Algo que, recordemos, ya emprendió el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que incluso se dejaba fotografiar con un mapa marroquí que incluía el Sahara Occidental. Giro ficticio Sin embargo, desde el Ministerio de Exteriores se defiende que tal giro es ficticio. «Estamos junto a las Naciones Unidas. Lo dijo la carta y lo dijo la declaración hispano-marroquí del 7 de abril, tras la reunión en Rabat entre el presidente del Gobierno y el rey de Marruecos. En el marco de las Naciones Unidas y mutuamente aceptable [por marroquíes y saharauis]. Eso es así. El mantra del giro puede venir muy bien en clave interna para hacer desgaste al Gobierno pero no es absoluto así», explica a ABC un alto responsable del Ministerio. Desde Exteriores se rechaza el giro histórico en el Sahara: «Estamos en el marco de la ONU, ese mantra del giro es para hacer desgaste al Gobierno» «Hemos resuelto por lo alto, y no en falso, una crisis que era muy profunda . Ahora tenemos unas bases más profundas en nuestra relación con Marruecos», se defiende este cargo de Exteriores. También se resta importancia al desplante del Rey marroquí que no acudió a la pasada Reunión de Alto Nivel con el presidente Sánchez: «Fue la que más ministros concitó, con 28, de un lado y otro. Y en la que más acuerdos se suscribieron en treinta años de este tipo de reuniones. Hacía once años que no se celebraba en Marruecos», explica.
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