domingo, 12 de marzo de 2023

Salud mental y deporte: «Hablar de suicidio ayuda a prevenirlo»

En el deporte todo son medidas: altura, velocidad, puntos, canastas, posiciones. El deporte de alta competición, además, analiza todo: cuánto se come, se bebe, se duerme, se descansa. Pero todavía no existe una máquina fiable que mida lo más importante: las emociones en la cabeza del deportista. Y ahí reside todo: el éxito, la ansiedad, las medallas, la presión . A veces, se mezcla todo, e incluso lo bueno se ve negativo. Y si se alarga el túnel, puede acabar en tragedia. «No tenemos herramientas que nos midan lo que está pasando en nuestras cabezas. Y meterse en el cerebro de un deportista es muy complicado. Igual que la musculatura y el corazón, el aguante y la voluntad también son como un músculo y estamos limitados por ello. Superado un punto, explota», expone Dori Ruano , exciclista y entrenadora. Lo reconocía Michael Phelps, ganador de 28 medallas olímpicas, 23 oros, a quien el día a día se le empezó a hacer una piscina demasiado larga: «Para llegar a los Juegos Olímpicos hay un trabajo de cuatro años y cuando terminan te sientes perdido -decía en una entrevista en la CBS en 2018-. Hubo un punto en el que no quería vivir». No compartió sus inseguridades por miedo al rechazo -«no se hablaba de esto porque se supone que los deportistas somos fuertes, grandes, podemos con todo, sin debilidades»-, hasta que comprendió que era mejor para él y para todos. También lo hizo Rafa Muñoz, récord mundial en 50 mariposa, dos intentos de suicidio acuciado por un éxito que no le enseñaron a afrontar. «Me llevó al alcohol, a querer no vivir y por suerte también me llevó a un psicólogo, José Carlos Jaenes. Me ayudó tanto que sin él, no estaría hoy hablando contigo», confesaba a ABC en 2021. A Edurne Pasaban le dio más vértigo el después del deporte que sus 14 ochomiles; dos intentos de suicidio. Los tres son casos que los expertos valoran como positivos para referirse a este tema que sigue entre mitos y tabúes. Noticia Relacionada Fútbol estandar No La vida cotidiana de Pelayo Novo antes de su muerte Pablo Lodeiro Fernández El exfutbolista estaba casado, tenía una peluquería para perros y era ingeniero licenciado. Además, el tenis se había convertido en su nueva pasión Las palabras importan. «Sigue siendo un tabú, no se habla. Decir que alguien se cayó a las vías es enmascarar un problema social y no afrontarlo. No se trata de generar alarmas, es una realidad y hay que ponerle nombre. No es un accidente. Eso son eufemismos. Todo el mundo sabe de qué se habla, pero sin hablar. Y no ayuda nada», dice Óscar del Río , psicólogo deportivo especializado en golf. Es lo que recomiendan los expertos, pasar de no decir a hablar de ello. «En caso de que se sepa realmente, sí, hay que decir que se suicidó; y también hay que decir que sufría. Lo que no hay que decir es el método ni el lugar. Eso es morbo y no es necesario», indica Junibel Lancho , directora clínica del Hospital Lajman y coordinadora del área de Prevención y Atención del suicidio de Asispa y Asociación la Barandilla . Javier Jiménez Pietropaolo , miembro de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio , incide en ello: «Hay que hablar de suicidio, pero hay que hacerlo bien. No se puede ensalzar ni reducir a un solo motivo. Y primero es la familia. Hay que protegerla y respetarla. Todavía quedan estigmas». Ambos recalcan que a la hora de tratar estos temas es fundamental destacar que hay profesionales, recursos y ayuda para prevenir estos casos. «Sigue siendo un tabú, no se habla. Decir que alguien se cayó a las vías es enmascarar un problema social y no afrontarlo. No se trata de generar alarmas, es una realidad y hay que ponerle nombre» Óscar del Río Las palabras ayudan. «Cuando hay casos hay que afrontarlo; tenerlo normalizado, y esto no significa que se haga normal, sino entender y asumir que pasa. Falta empatía y poner todas las cartas en la mesa con los sentimientos», comenta Ruano. «Se puede prevenir el suicidio hablando de ello. Porque el que habla se descarga. Hablar siempre previene y también puede curar, que vean que no son los únicos que están pasando malos momentos, que hay alguien que los escucha», completa Lancho. Recalcan los expertos que a esta situación no se llega por un único factor, hay múltiples, variados y complejos, y da igual la profesión. El Observatorio del suicidio registró en España 4.003 muertes por suicidio en 2021, un asunto de salud pública que atañe a toda la sociedad. Del Río señala que el suicidio de un deportista llama más la atención, pero que «los cuadros depresivos presentan diferentes síntomas. No se puede achacar al deporte ni a ninguna otra profesión por sí misma». «Es una mezcla de todo, y a veces la noticia se puede quedar con esa última gota que colmó el vaso. No. Hay muchas aristas», subraya Jiménez. «El suicidio es multicausal; detrás del detonante hay un proceso en el que la persona no puede soportar más dolor», ahonda Lancho. Parar a tiempo Alto y claro hablaron Naomi Osaka y Simone Biles sobre la salud mental. La primera, renunciando incluso a jugar Roland Garros 2021; la segunda, renunciando incluso a una medalla olímpica en Tokio 2020. Fue un toque de atención llamativo, pero los exjugadores y entrenadores aquí consultados coinciden en que el deporte siempre ha cuidado todo lo que significa la alta competición, que no solo es técnica, táctica y estrategia. Incluso, destacan, el deporte aporta herramientas para prevenir y afrontar adversidades que no se dan en otros ámbitos. «Todo deportista ha pasado por momentos de estrés elevadísimo. O bien no se habían manifestado o no tenían un nombre para darle visibilidad. Sabemos que el deporte de alto nivel representa una tensión altísima y hay momentos en los que sufres a nivel mental. Osaka lo verbalizó para la gente que no está metida en el mundo deportivo», explica Anabel Medina , extenista y capitana de la Copa Billie Jean King. «El suicidio es multicausal; detrás del detonante hay un proceso en el que la persona no puede soportar más dolor» Junibel Lancho «Es fácil que en el alto rendimiento se viva con ansiedad, pero el deporte te da unas herramientas que no hay en otros sitios: se aprende pronto a gestionar y poner al límite la parte mental para rendir al máximo en un momento determinado», corrobora Del Río. Diego Dinomo , en el equipo de la tenista Karolina Muchova, subraya: «Convives continuamente con la frustración; ganas un partido, pero pierdes al día siguiente. Ante las adversidades, el deportista tiene un mejor orden, disciplina, conciencia de cómo afrontar momentos de presión». Estar siempre preparado, atento, competitivo, al máximo. El escrutinio de las redes sociales. La exigencia cada vez mayor en todos los torneos. Posibles abusos. La elevada medición de todos los parámetros para estar a pleno rendimiento. El vértigo de ganar, de no ganar. La desaparición de los focos cuando se acaba el deporte. Son muchos los factores que maneja un deportista y que suponen un rival más que el propio que tienen enfrente. Ni Medina ni Dinomo convivieron con las redes sociales en su época de deportistas, y valoran que sí pueden hacer daño, sobre todo, a los deportistas que empiezan. «Ver una foto del ganador ofrece una imagen distorsionada de lo que es el deporte. No se ve el camino que hay detrás. Y tener el teléfono siempre a mano puede conllevar unas expectativas generadas por el exterior que puedan desequilibrar el camino», dice el entrenador. Los mensajes negativos, añade Medina, pueden hacer daño también en el proceso de madurez del jugador. «Están más expuestos. Cuando yo jugaba los mensajes negativos que podían hacerte daño no llegaban con la facilidad con la que llegan ahora, que es abriendo una aplicación. Y una persona desde su casa en su sofá pueda hacer un comentario que te afecte y te influya a la hora de competir y rendir a futuro». Notan todos que la exigencia del deporte en la actualidad es mayor que hace unos años. Y que puede repercutir en una mayor presión al ser conscientes de que todo cuenta para ser una milésima más rápido, lo que separa, muchas veces, un primer puesto y un segundo. «A veces nos juntamos los exciclistas y surgen estos temas: salud mental, anorexia, ansiedad...Y detectamos que ahora se mide todo muchísimo más en el deporte: analíticas, nutrición, lo que comes, lo que bebes, lo que descansas... Todo son datos, muy controlados, visibles, y obliga al deportista a estar pendiente de todo eso que, diría, es demasiado», explica Ruano. Para Medina y Dinomo, no obstante, todos estos datos ayudan al deportista. «El nivel sí que es más exigente, pero va acorde a la progresión de la sociedad. Ahora hay muchos más recursos, se trabaja mucho más lo físico y lo mental», dice la extenista. «Todo avanza, yo lo veo en positivo -comenta Dinomo-. Hay más información objetiva y hace que el deportista esté más seguro: hay cosas que no se pueden explicar de palabra y las analíticas sí». «Hay que hablar de suicidio, pero hay que hacerlo bien. No se puede ensalzar ni reducir a un solo motivo. Y primero es la familia. Hay que protegerla y respetarla. Todavía quedan estigmas» Javier Jiménez El mensaje, observa Jiménez, tiene que ser siempre en positivo, por muy competitiva que sea la profesión: «Algunos llegan a lo máximo y se pierden. A otros los machacan desde pequeños para ser deportistas de élite y les dicen que si no llegan, es un fracaso. O si eres el primero, eres el mejor; si eres segundo ya no vales nada». Por eso, destacan, hay que saber cuándo parar. «El deportista de élite tiene una formación que otros no tienen, pero también una mayor cantidad de presión que pueden hacerlos más vulnerables y expuestos. Por muy fuertes que sean ante la frustración, hay que observarlos y cuidarlos. Biles paró a tiempo. Por ahí se empieza. Si hubiera continuado no sabemos cómo podría haber acabado», dice Lancho. Una observación y un cuidado máximos durante toda la carrera y también, alertan, cuando el deporte se acaba, «uno de los momentos más críticos» y que más acucia a los atletas de élite. «Viven en una burbuja durante muchos años: entrenamientos y competición. Dedican toda su vida a ganar medallas y cuando no las ganan se les deja de lado. No puede ser. Hay que ayudarlos en esa transición, para que tengan las herramientas necesarias en su paso a la vida fuera del deporte. Es imprescindible», remarca Del Río, que recuerda el programa de Atención al Deportista de Alto Nivel del Consejo Superior de Deportes como fundamental para el proceso, pues «ofrece a los deportistas una atención personalizada durante su carrera deportiva para que ésta culmine en una exitosa integración socio laboral». Ayuda profesional Creen que de salud mental se habla sin restricciones en cualquier deporte, aunque en el tenis las decisiones se tomen de equipo para dentro: «Hay ayuda de forma generalizada, pero siempre miras las necesidades que tiene el tenista con gente de tu confianza. Hay quienes necesitan más la ayuda psicológica y otros quizá menos, pero desde hace tiempo ya es parte normalizada. Yo trabajé con uno durante cuatro años. Iga Swiatek es una jugadora que ha verbalizado mucho la importancia de trabajar con un psicólogo para dudas que sufres y para ayudar al rendimiento», admite Medina, quien recuerda que las asociaciones de tenistas (WTA y ATP) tienen programas a los que pueden recurrir los jugadores si están pasando un mal momento. «No vas preguntando por ahí si tal o cual jugador va con psicólogo a los torneos. Y no es que se esconda por ser un tabú, sino porque se suele ser discreto. Como tampoco preguntas a un rival por el problema físico que tiene», comenta Dinomo. Pero Ruano incide en que se necesita más: «Tom Dumoulin se retiró porque mentalmente no aguantaba más y hubo un poco de revuelo, pero se cerró la cortina enseguida. Noto todavía cierto estigma en ir con psicólogo y debería ser al contrario. El deportista, la persona, nuestra vida y nuestro ánimo fluyen, estamos arriba y estamos abajo, sobre todo en deporte. A veces no eres capaz de detectarlo. Yo analizo cómo competía, cómo me sentía, y si lo hubiera sabido o lo hubiera tenido más cerca, un psicólogo me habría ayudado». Para Del Río, el problema está en el acceso a los profesionales. «Pero no solo en el deporte, sino en la sociedad en general. El número de psicólogos por habitante es muy muy bajo. Y a veces ocurre que intentas crear planes para los clubes, pero estos prefieren gastar los recursos en otras cosas». «Todo deportista ha pasado por momentos de estrés elevadísimo. O bien no se habían manifestado o no tenían un nombre para darle visibilidad» Anabel Medina Esta situación deriva en que, muchas veces, los entrenadores ejercen de psicólogos. Son muchas horas con el jugador. Pero, como indican los entrevistados, no es ni lo adecuado ni lo más beneficioso. «Tiene que ser un motivador y apoyo, y a veces se siente casi con la obligación y responsabilidad de abordar otros temas, pero las labores de psicología debe realizarlas un profesional», incide Medina. Sobre todo porque la presión y la ansiedad tiene múltiples factores que, en muchas ocasiones, ni se ven ni se detectan. «Como entrenador quieres que llegue al punto óptimo en cada partido, y cuidas cada detalle: si corre menos o si no está centrado. Si notara algo raro, buscaría ayuda externa. Es una situación que excede mis competencias. Igual que si veo que hay un problema muscular busco a un médico, con esto, lo mismo», dice Dinomo. Incluso Del Río: «Si se me presentara esa situación, sé que lo derivaría a un especialista en ese tipo de trastornos. Y en situaciones límites, al psiquiatra. Son temas muy complejos». Ayuda y recursos 024 Línea de atención a la conducta suicida. 717 003 717 Teléfono de la Esperanza. 911 385 385 Teléfono contra el suicidio Asociación Barandilla 91 507 92 48 Línea de Salud Mental España. GUÍAS DE AYUDA redaipis.org , comunicalasaludmental.org , consaludmental.org , papageno.es Hay ayuda, recursos, apoyo de profesionales para prevenir estas situaciones límite. Como dice Lancho: «El que llega a este punto en muchos casos no se quiere morir, quiere acabar con el sufrimiento. Y de ese pozo no se sale solo, aunque seas el mejor deportista del mundo».

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