En cierta forma, las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) eran una piedra en el sendero que el Gobierno había dibujado para su estrategia electoral más importante en lo que queda de legislatura: la demonización de Alberto Núñez Feijóo . La estigmatización de su figura para romper su imagen de institucionalidad , gestión y moderación. Los socialistas ya contemplaban retomar su hostigamiento una vez se superase el acuerdo. Pero no hará falta esperar. La decisión del presidente del Partido Popular de suspender el acuerdo va a llevar a Gobierno y oposición a un punto de enfrentamiento renovado. En un año las Cortes Generales ya estarán disueltas. En mayo hay elecciones municipales y autonómicas. Empieza ya una larga precampaña electoral con ambos líderes acusando al otro de haberse atado a sus extremos. Los dos buscan una posición central y atraer al denominado electorado templado y menos ideologizado. Noticia Relacionada estandar Si Feijóo pactó con sus barones la decisión de romper la negociación con Sánchez Mariano Alonso Realizó llamadas a Moreno, Ayuso y otros líderes territoriales tras comprobar que el presidente no cambiaba su postura sobre la sedición Lo paradójico es que ese anhelo no tendrá como consecuencia el entendimiento sino el incremento de las hostilidades . PP y PSOE todavía miran por el retrovisor a su derecha y a su izquierda a la hora de tomar sus decisiones. España está condicionada desde 2015 por ello. Sánchez necesita reposicionar su imagen en la escala electoral tras una legislatura gobernando con Podemos y pactando con PNV, ERC y Bildu. Fin de la dispersión de presos de ETA, trasferencia de la comp etencia de prisiones al País Vasco, indultos a los presos independentistas… decisiones muy profundas que en 2019 Sánchez siempre pensó en compensar con la idea de una legislatura larga, tras años de repeticiones electorales, caracterizada por el crecimiento económico. Ese era el plan. Desinflamar, anestesiar. La pandemia y la guerra en Ucrania enterraron la idea de unos años felices. Pero también iniciaron una nueva era. La consolidación de la idea de que Occidente no puede depender industrial y energéticamente de países con regímenes alejados de los estándares occidentales. «A Pablo Casado le teníamos tomada la medida (...) Sus datos de confianza en el electorado eran muy bajos y no convencía ni a sus votantes» Es el fin de la globalización feliz . Se impone un repliegue, que en nuestro caso no se configura en una recuperación de soberanía en el Estado nación sino al calor de la Unión Europea . A esto se le ha venido en llamar autonomía estratégica. Este enfoque ha llevado a la UE a abordar esta crisis de un modo muy distinto a cómo lo hizo en 2008-2010. Ahora es tiempo de inversión pública. Las reglas fiscales están suspendidas y hay un debate de fondo sobre su reforma para hacerlas más flexibles. Que quiere decir más laxa. La concreción en hechos prácticos y tangibles para la ciudadanía es todavía una incógnita . Pero sí que ha dibujado un marco en el que actual Gobierno de izquierdas en España se encuentra cómodo: se puede gastar . Ni Pedro Sánchez es José Luis Rodríguez Zapatero ni la UE de hoy es la de hace dos y tres lustros. Pero en ese marco, que hace a Sánchez desplazarse ingrávido sobre la moqueta cuando pone un pie en Bruselas, surgió en el plano doméstico un problema hace unos meses. «A Pablo Casado le teníamos tomada la medida», reconoce un miembro de la dirección del PSOE. «Sus datos de confianza en el electorado eran muy bajos y no convencía ni a sus votantes», reflexiona otro alto cargo del Ejecutivo. Pero Casado se fue. En el PSOE aún preguntan por él. ¿Qué hace? ¿Dónde está? «Estaba mucho más cómodo que cuando me toca ir con algún presidente de mi partido», dice un ministro sobre Feijóo Cuenta un ministro del actual Gobierno que semanas antes de que tuvieran lugar «los sucesos de Génova» tuvo la oportunidad de comer con el entonces presidente de la Xunta de Galicia a cuenta de una visita institucional. Ya se conocían. Pero nunca habían compartido tanto tiempo juntos. Y fue casi un flechazo. «Estaba mucho más cómodo que cuando me toca ir con algún presidente de mi partido». Feijóo era un gestor, una persona sensata y centrada. Otro PP en comparación con esos chicos de Génova. Una imagen que el propio PSOE se había encargado en cebar. Como hace, por cierto, el PP con los barones del PSOE. La caída de Casado y la llegada de Alberto Núñez Feijóo cogió al PSOE con el pie cambiado. Cuentan que en las reuniones del Consejo de Ministros se veía a Yolanda Díaz muy preocupada tratando de explicar a sus colegas, en su condición de gallega, que Feijóo era «muy buen gestor». En junio llegó el adelanto electoral andaluz y todo se complicó más. En las reuniones del Consejo de Ministros se veía a Yolanda Díaz muy preocupada tratando de explicar que Feijóo era «muy buen gestor» Una de las claves que el Gobierno tenía muy controladas respecto a Pablo Casado era que mientras por el propio desarrollo temporal y las crisis afrontadas la figura de Sánchez como presidente tenía muchas formas de proyectarse, el antiguo líder del PP aparecía como un dirigente sin experiencia, ni él ni sus equipos, para afrontar los enormes retos del presente y el futuro. Los ministros más pegados a los datos electorales y algunos de los cargos que trabajan en La Moncloa analizando al milímetro las tendencias electorales trabajan especialmente con dos variables: la fidelidad de voto y la matriz de transferencia de voto entre PSOE y PP. En sus análisis se constata que tras las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid (mayo de 2021) las dos curvas empezaron a acelerarse en favor del PP. Poco a poco se fue estabilizando y corrigiendo, pero más lentamente. Con el recambio en el PP (febrero-marzo) y la mayoría absoluta de Juanma Moreno en Andalucía (junio) la brecha se volvía a abrir a favor de los populares. En el mes de julio Pedro Sánchez fuerza una renovación de la cúpula del PSOE y sustituye a sus portavoces en el Congreso de los Diputados y en la Ejecutiva Federal. Las dos figuras con más proyección (si se gestiona normal) y más llamadas a chocar con la oposición. Nueve meses después del Congreso Federal de Valencia Pedro Sánchez se veía obligado a este cambio de guión. Dos ideas: Patxi López en el Congreso tiene un tipo de discurso que sirve para apretar mucho las filas. Para consolidar a los suyos. Esto ya está pasando y se puede comprobar haciendo un sencillo análisis de la repercusión de sus intervenciones en las redes sociales. Mientras que con Pilar Alegría, ministra de Educación, en Ferraz y el cambio en la dirección de comunicación del partido con la llegada de Ion Antolín (esto es fundamental) se busca una mayor conexión con La Moncloa. Hasta estos cambios las relaciones se caracterizaban por la falta de confianza. «Feijóo no da miedo» La abrupta ruptura de las negociaciones para el CGPJ ha relanzado desde la misma noche del pasado jueves la estrategia del PSOE para minar la credibilidad de Feijóo. Pero es una estrategia que se cocinó en verano y de la que ya ha habido sobradas muestras. En Ferraz reconocen que «Feijóo no da miedo a nuestro votante». Y el objetivo es cambiar esa percepción. La sensación que cultiva el PSOE desde hace semanas es que el efecto ascendente del PP en los sondeos ha tocado a su fin. «Desde septiembre esas dos curvas que analizamos (fidelidad y transferencia) se están estabilizando», señala un miembro del Gobierno. Pero en privado se reconoce que el PP «todavía está por delante». Esa estrategia tiene como punto principal la de «ponerle foco», «exponerle», «que se le vea». A riesgo de, como advierte algún dirigente, de que a veces pueda parecer que «nosotros somos la oposición y él el presidente». Otro ministro consultado insiste: «Hay que tener cuidado con eso. Pero la estrategia puede funcionar. Feijóo me está decepcionando». Datos de valoración En un primero momento en el PSOE pensaron que el hecho de que Feijóo no estuviera en el Congreso era una desventaja para él. Pronto se dieron cuenta de que era justamente lo contrario. Poco desgaste y preservación de su imagen labrada como presidente autonómico. Había que cambiar el marco. Los dos debates en el Senado responden a esa estrategia. Y habrá más formatos similares. «La gente antes veía a Feijóo una vez al mes en un corte de 20 segundos diciendo una cosa muy sensata en comparación con Génova», plantean en Ferraz para explicar su imagen inmaculada. Ahora constatan en los datos demoscópicos de los que disponen que su valoración está estancada y que las variables de confianza en su figura empiezan a descender. «La dinámica de la política nacional, el panorama mediático y el hecho de no ser presidente y ser oposición son muchos cambios para él. Se le nota incómodo con los temas y muy nostálgico de su posición anterior», comentan en la sede del PSOE. La caída de Liz Truss en Reino Unido está siendo convenientemente utilizada para estrechar el espacio del PP en política económica. Volvemos a Bruselas. En el Gobierno ven a Feijóo «muy incómodo» con el contexto europeo y las políticas económicas que imperan. «No tiene proyecto», repiten machaconamente desde el Gobierno. MÁS INFORMACIÓN noticia No Vox y Cs acusan al PP de ser «cómplice» de Sánchez por desligar el CGPJ de la rebaja de la sedición noticia No Feijóo anima a los jóvenes a rebelarse contra el Gobierno por querer comprarlos con cheques noticia Si Podemos insiste en bloquear la renovación del CGPJ si el PP «veta» a Victoria Rosell Nadie es infalible y un aumento de la exposición aumenta en cualquier político las posibilidades de fallo . Y en eso está el PSOE, en llenar de minas un trayecto hacia La Moncloa que algunos pensaban plácido para Feijóo. «Feijóo quería ser Rajoy, pero es que Sánchez no es Zapatero», reflexionaba estos días un alto cargo del Gobierno. Pedro Sánchez necesita tres cosas para retener el Gobierno: 1) que su flanco izquierdo ( Yolanda Díaz ) funcione. Y sobre esto empieza a haber preocupación. 2) Que la economía se sostenga. El Gobierno trabaja con varios escenarios asociados todos a la evolución del conflicto en Ucrania y las decisiones de Putin. Los últimos tres datos de inflación les dan esperanza. 3) Que el electorado empeore su percepción sobre Feijóo. La ruptura de las negociaciones sobre el CGPJ van a llevar esta estrategia a una nueva dimensión en cuanto a dureza. El presidente del Gobierno se siente «decepcionado» porque entiende que la estrategia del PP deslegitima su condición y le abre un frente con Europa. El choque será implacable.
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