miércoles, 3 de noviembre de 2021

Limpiar las calles de Madrid por orinar en la vía pública: «Ya no tiro una colilla al suelo, sé lo que cuesta barrer»

A David la Policía Municipal le cazó ‘in fraganti’ orinando en la calle. «Salí de la discoteca sobre las 12 de la noche y, como aún había toque de queda y el resto de locales estaban cerrados, no tenía dónde ir al baño y no aguantaba hasta mi casa», se excusa este joven de Guadalajara de 20 años. «No lo pensé y justo una patrulla me vio. La multa eran 750 euros, casi todo el sueldo del mes», añade su compañero Carlos, de 22 años, que también fue pillado haciendo sus necesidades en la vía pública. Aunque sus casos son similares, no se conocían hasta esta semana, cuando han coincidido en el entorno de la plaza de Peñuelas, en Arganzuela, donde, escobón en mano, han conmuntado su sanción por trabajos comunitarios. David y Carlos son solo dos de las 1.975 personas que han optado por enrolarse en el programa de Prestación Ambiental Sustitutoria (PAS) en el periodo 2019-2021. La iniciativa del Ayuntamiento de Madrid seguirá en marcha los próximos tres años con un nuevo contrato al que se destina un presupuesto de 670.000 euros. En total, los infractores han ejecutado 40.314 horas en servicios de limpieza en la vía pública (1.837 horas) o en sesiones socioeducativas (138). De ellos, solo 30 decidieron abandonar el programa y abonar económicamente la multa con un 20 por ciento de reducción por «reconocer la responsabilidad en la infracción». Hacer grafitis, abandonar residuos en espacios públicos, no reciclar correctamente, depositar basura fuera de las papeleras (como colillas, chicles o cáscaras de pipas) son algunas de las actuaciones leves que se pueden permutar por labores alternativas. También las tipificadas como graves en el artículo 87: cambio de aceite en la vía pública, realizar necesidades fisiológicas en la calle, abandonar muebles y electrodomésticos en lugares no habilitados o no recoger las deyecciones de las mascotas. Los participantes en el programa efectúan, como medidas alternativas al pago de las sanciones, labores básicas de limpieza viaria, como el barrido manual con cepillo y escoba, el vaciado de papeleras o la retirada de pegatinas y carteles en el mobiliario urbano. Casi 800 personas, el 83 por ciento de los participantes, ha realizado la prestación para sustituir la multa por orinar en la vía pública. Solo el 5 por ciento representa el colectivo que no recicla los residuos bien y el 6 por ciento ha canjeado una multa por residuos derivados del botellón. Asimismo, el 2,6 por ciento fueron cazados por realizar grafitis y, el resto (entre un 0,05 por ciento y un 0,7 por ciento) por haber arrojado residuos, no hacer uso de los contenedores apropiados o, en el porcentaje más bajo, no recoger las heces caninas o reparar, limpiar o cambiar el aceite del vehículo en vía pública. Arrepentidos Como David y Carlos, casi la mitad de los participantes (el 44 por ciento) tiene o cursa una formación universitaria. Solo un 4 por ciento carece de estudios primarios y el resto cuenta con titulación secundaria y de grado medio. «Ahora empatizo más con los operarios de limpieza. Ya no tiro una colilla al suelo, porque sé lo que cuesta barrer», reconoce Carlos, que asegura que lo que hizo no le volverá a ocurrir. «Me buscaré la vida, lo haré de otra manera, pero sé que no volveré a orinar en la calle», sostiene, agradecido por la oportunidad que aporta esta experiencia. «Ahora me siento mejor conmigo mismo. Debería ser hasta obligatorio hacer estos trabajos», reflexiona, a su vez, David, que cree que esta acción le ha hecho ser mejor ciudadano.

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