sábado, 4 de septiembre de 2021

Una contrarreloj en el Obradoiro, sin agonía para Roglic

Concluye la Vuelta a España y no hay sensación de agobio o mal de altura para Primoz Roglic, quien se apresta a levantar su tercera edición consecutiva. La fatalidad de la tercera semana, la presunta debilidad del esloveno en los últimos días de cualquier carrera de tres semanas, se desvanece en esta ocasión. Lo tiene todo de cara. Una contrarreloj a su gusto, 34 kilómetros para explayarse, diferencia suficiente con los perseguidores y ninguna cuita pendiente. Santiago de Compostela, la plaza del Obradoiro símbolo de una región y un país, está preparada para coronar a Roglic. A nadie le vienen este domingo las imágenes del esloveno en el Tour 2020. Ese casco desvencijado, la cara colorada, la figura descompuesta sobre la bici, el lamento al entrar en la meta de La Planche des Belles Filles y el abrazo de caballerosa felicitación a su compatriota Tadej Pogacar al perder el Tour en la contrarreloj que cerraba la prueba. Se empezó entonces a construir la leyenda sobre su supuesta debilidad en la clausura de las tres semanas, como si los vatios se evaporasen por arte de magia. Roglic no acusó el golpe mentalmente. A los pocos días, ganaba la Lieja-Bastoña-Lieja en un error de cálculo del nuevo campeón del mundo Julian Alaphilippe. Algo parecido le sucedió a Primoz Roglic la penúltima jornada de la Vuelta del año pasado. En La Covatilla palideció ante el ataque feroz de Richard Carapaz, quien lo abandonó en una zozobra que amenazó con quitarle la carrera. Aquel episodio con el Movistar, a rueda el esloveno de los corredores del equipo telefónico, le ayudó a sostenerse en el liderato. Y ganó la Vuelta por solo 24 segundos. Roglic no debería sufrir tanto en este epílogo de la Vuelta 2021. Es el campeón olímpico de contrarreloj, el mejor especialista de la carrera, y nada asoma en el horizonte para perturbar su tercera Vuelta seguida.

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