Víctima de su propia negligencia, España tiene una noche de engorro en la asfixiante Badajoz, que ayer, ya cuando el sol caía, seguía por encima de los 30 grados, por calor aquí no será. La selección, la misma que hace dos meses y pico enganchaba al personal a la tele con una Eurocopa como para ilusionar, se mira al espejo y descubre una realidad inquietante, pues peligra seriamente el Mundial de Catar porque el primer puesto de grupo está en chino y la repesca es una trampa con dos eliminatorias a partido único y que encima pueden ser a domicilio contra equipos de nivel. No hay muchos argumentos con los que seducir a la afición y tampoco es como para emocionarse con el duelo de hoy ante la defensiva Georgia (ni siquiera está su mejor jugador, Kvaratskhelia, así que se encerrará más si cabe) en el Nuevo Vivero, un campo amigo de los de ronda informativa de toda la vida y que llenará las 8.500 localidades que se pusieron a la venta. Al menos, algo de aliento y cercanía con los «Es-pa-ña, Es-pa-ña» de rigor, que no son gritos emocionantes, pero que rompen el incomodo silencio del fútbol en tiempos de pandemia. Georgia, de la que poco más se sabe, entrenada por un mito como el francés Willy Sagnol, se cruza por el camino de un equipo que no sabe muy bien dónde está. En Solna, el pasado jueves, se perdió gran parte del crédito que se ganó en la Euro y ahora la selección trata de recomponerse sin que tenga tampoco muchos argumentos que ofrecer. No hay otra que ganar en Badajoz, que ganar el miércoles a Kosovo en Pristina, que ganar a Grecia en noviembre (será seguramente en Atenas) y que ganar a Suecia para cerrar el grupo, más o menos previsible en otros tiempos, pero sin que tampoco uno se pueda fiar demasiado de este combinado, ya sea por la fría estadística o por la sensación que transmite. Además, Suecia, que hoy no juega, debe dejarse algún punto para soñar con el liderato de este grupito asequible que se torció de mala manera desde el empate inicial contra los helenos. Y, por rizar más el rizo, tiene su relevancia saldar la deuda con el gol y marcar cuantos más mejor en el caso de que haya un posible empate en cabeza para descifrar quién termina primero. Pero eso ya es pensar por pensar. De momento, lo que toca es corregirse cuanto antes del tortazo contra Suecia, un duelo que acentuó el desbarajuste absoluto de una defensa enclenque y la desorganización colectiva para evitar las llegadas en tromba de los escandinavos. Luis Enrique, en el calentón de esa derrota, pasó lista de manera sibilina, quejándose de la cantidad de duelos individuales que se perdieron, pero ayer, en Las Rozas, empleó un tono más conciliador después de analizar al detalle ese partido. «Sí que soy más optimista. Hay muchas cosas positivas, cosas a corregir, como es lógico. No estuve acertado en lo que dije de los duelos, no perdimos todos como yo pensaba. En lo futbolístico, las transiciones las podíamos haber mejorado. Hay errores en pases, de posicionamiento, hay acierto del rival… En general, estoy más contento y con mejor idea individual y con la moral a tope para preparar lo que queda», expuso el asturiano, quien tuvo momentos de vacile con los medios y quiso enterrar la polémica sobre una supuesta peineta que dedicó a un aficionado que le estuvo increpando continuamente y, cuentan testigos de la Federación, «se acordó de sus muertos»: «Lo curioso es que interese la respuesta de la persona que sufre la violencia verbal y no el hecho en sí», zanjó sin darle muchas más vueltas. Ayer, dicen, el sonido en Las Rozas era diferente, animado el grupo en una mañana soleada que sirvió para celebrar el cumpleaños de Raúl Albiol (36) y resolver los múltiples fallos del Friends Arena. Ya ante los micrófonos, y bajo la mirada de su íntimo Joaquín Valdés (psicólogo), el técnico asturiano se esmeró en repetir aquello del vaso medio lleno y de pedir a la gente que confíe y apoye en la adversidad, si bien tiene bastante interiorizado que España huele a repesca sí o sí. «Ser líderes es algo que no depende de nosotros. No depende de nosotros pasar como primeros, pero sí depende de nosotros estar en el siguiente Mundial. Si vamos a la repesca, depende de nosotros. Los profesionales tratamos de mirarlo desde el lado positivo. Si miramos la trayectoria de la selección en los últimos campeonatos, España e Italia son las únicas que han estado entre las cuatro mejores (Liga de las Naciones y Eurocopa). Si miramos los últimos resultados, de los últimos 10 solo habíamos perdido uno contra Ucrania. Yo, ya digo, miro el lado positivo, ver la botella medio llena». En este caso, si se agarra a las cifras, pero las rechaza cuando se le recuerda que solo ha vencido en la mitad de los encuentros en los que ha estado al frente de la selección. «Yo no soy muy amigo de estas cosas», se defendió. Cambios por lógica Cómo será de estorbo el partido de esta noche que ayer a Luis Enrique ni se le preguntó por Georgia ni tampoco por si habrá cambios, preocupa más la sensación y la capacidad de reacción que otra cosa. De todos modos, se intuye que habrá variaciones en el equipo y todo el mundo piensa en que moverá a los centrales, pero el preparador es de los que tiende a reforzar a todo aquel futbolista que se lleva puntos negros o suspensos en las calificaciones individuales de los partidos. Lo hizo con Morata en la Eurocopa y de ahí que surjan las dudas con Eric García, señalado porque en Suecia, como Laporte, no estuvo a la altura. «No estoy de acuerdo con lo que se ha dicho de él. Ha empezado la temporada de manera brillante. Jugó poco la temporada pasada por su situación contractual, pero una vez empieza esta lo hace con el Europeo, los Juegos y con su club. Sufrimos con las transiciones, pero también sufrió Laporte, el otro central. Estoy encantado con su rendimiento». Como jamás ha repetido equipo, no hay motivos como para pensar que hoy, en esta noche áspera en Badajoz, vaya a hacerlo. Él es así.
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