El presidente del Fútbol Club Barcelona, Joan Laporta, tiene decidido echar a Ronald Koeman si encadena «un par de malos resultados», y sustituirlo por Jordi Cruyff, director en la actualidad del ‘scouting’ internacional de la entidad barcelonista. Aunque el autor del gol de Wembley nunca fue el entrenador que Laporta quiso para su segunda etapa como presidente, le está agradecido por su lealtad y por haberse comportado en todo momento como «un hombre de club». Pero en cualquier caso considera que su concepción futbolística no da para más y que el juego del equipo está estancado, sobre todo en su idea, en su filosofía. De momento, el presidente y Jordi Cruyff han instado a Koeman a que dé minutos a Coutinho, a Umtiti y a Riqui Puig, que manifiestamente no cuentan con la confianza del técnico. Especialmente misterioso resulta, para muchos, el caso de Riqui Puig, producto de La Masía, preferido de los aficionados, de juego vistoso y alegre, y que no tiene ningún protagonismo en el juego del equipo. Si en los casos de Umtiti y Coutinho, pese a no creerlos jugadores para el Barça, el holandés está dispuesto a darles una última oportunidad, en el caso de Riqui Puig, Koeman se muestra inflexible. Considera que el joven de Matadepera carece de la actitud necesaria para la alta competición. «No se presenta a ningún entreno voluntario», «llega el último y se marcha el primero» y «sólo le interesa el golf», son algunos de los argumentos que el holandés esgrime para justificar que no cuenta con él. Johan como referencia Más de fondo, es conocida por todos la devoción y la amistad que han vinculado siempre a Joan Laporta con Johan Cruyff. Fue el técnico holandés quien recomendó la contratación de Frank Rikjaard y de Pep Guardiola, y el principal asesor y referente con quien el mandatario barcelonista contó en su primera etapa como presidente. La privilegiada relación con el padre ha tenido continuidad con el hijo, y para el presidente del Barcelona contar con un Cruyff en primera línea no es sólo lo natural sino lo soñado. Jordi ha desempeñado una interesante trayectoria como entrenador y director deportivo en China e Israel, si bien es cierto que son potencias segundonas, por decir lo menos, en el mundo del fútbol. Laporta quiere cuidar hasta el final la relación con Koeman, a quien no sólo agradece los servicios prestados en los últimos tiempos sino su trayectoria como jugador. Fue el eje del Dream Team de Cruyff y el autor del gol que significó la primera Copa de Europa para el Barça, el 20 de mayo de 1992. Así como los amores y los odios alrededor de Cruyff se distribuyeron con mucha intensidad, no hay ningún aficionado culé que tenga ningún motivo para odiar –o para no querer– a Ronald Koeman, cromo indispensable en el álbum del club. Laporta tiene en el fondo tomada la decisión de prescindir de él como técnico, pero quiere hacerlo del modo más delicado y menos hiriente. La llegada de Jordi Cruyff al banquillo iría acompañada del revulsivo de Riqui Puig como uno de los protagonistas del nuevo proyecto, y de la nueva idea sobre la que el equipo pivotaría, más atrevida y audaz, en la línea de las enseñanzas del padre del fútbol moderno. Laporta, como demostró con los fichajes de Rikjaard y sobre todo de Guardiola en su momento, prefiere asumir el riesgo de perder algunos partidos a la vulgaridad y al tedio, y a la sensación de que el juego de su equipo no responde a una determinada idea del fútbol y de la vida. Si en su primera etapa tuvo un presupuesto casi ilimitado, y heredó el tesoro de tener a Messi, Xavi e Iniesta, hoy tendrá que construir su próxima metáfora sobre la bancarrota, presuntamente delictiva y criminal, que Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu le han dejado.
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