
Las probabilidades de que Esquerra y Junts acaben de nuevo gobernando juntos son tan altas como que la inquina que se profesan ambos partidos no va a desaparecer. En el arranque de campaña, la irrupción de Salvador Illa centró todos los ataques en su figura, mientras que los dos principales partidos independentistas mantenían las distancias. Una semana después, y a medida que el llamado «efecto Illa» pierde impulso, la disputa entre republicanos y neoconvergentes, que ha marcado la política catalana en los últimos años, aflora con virulencia. Y lo hace, además, sobre el sustrato de un asunto espinoso, el de la corrupción, un lastre que sigue acosando a Junts y de cuyo combate ERC hace bandera.La polémica surge cuando Laura Borras,...
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