sábado, 27 de febrero de 2021

El pulso de Iglesias para mantener su peso complica a PSOE y PP su acercamiento

Detrás de las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial y el resto de órganos constitucionales pendientes subyace el pulso dentro del Gobierno de coalición. El pulso entre PSOE y Unidas Podemos por establecer su marco de alianzas. Una vez que ambos comparten Gobierno, con las reticencias que eso genera en algunos estamentos del PSOE, la disputa está en con quién más gobernar hasta alcanzar la mayoría absoluta. Ese es el verdadero pulso de la coalición. Los socialistas apuestan por un Gobierno que tenga en el PNV su socio principal y que a partir de ahí aplique una geometría variable en función del momento y el lugar. Sánchez ha echado sus redes a pescar en el Parlamento, impulsado por el resultado electoral en Cataluña. No tanto por la victoria del PSC sino por el mal resultado de PP y Ciudadanos. El presidente del Gobierno insiste en desplegar esa dialéctica que vincula la moderación con el hecho de pactar con él. Ciudadanos y PP han picado ese anzuelo, como si aceptasen que no hay más alternativa que entenderse con Pedro Sánchez y en la esperanza de que eso reporte algún rédito electoral. Enfrente se encuentra Pablo Iglesias, que tiene un plan muy distinto. Lo aplicó en la negociación presupuestaria. El PSOE quiso acelerar su aprobación en verano de la mano de Ciudadanos y el PNV. Pero Iglesias defendió un esquema de negociación con ERC y Bildu. Esos dos partidos junto con Podemos suman 53 diputados. Iglesias se presenta vinculado a ellos, en un pack. Sabedor de que es imprescindible para Sánchez salvo que el presidente intentase una alianza estable con el Partido Popular. Su intención es perpetrar esa alianza como el único pacto posible. La de Sánchez, diluirla. Y todo ello se sustancia estos días en una negociación en la que Sánchez ha dado muestras de querer romper ese bloque que Iglesias quiere imponer como «dirección de Estado». Hasta la aprobación de los Presupuestos Sánchez tenía que ceder ante Iglesias. Con ellos aprobados una buena parte del PSOE esperaba que Sánchez fuese capaz de distanciarse de Iglesias y ganar autonomía. El inicio de estas negociaciones con el PP demuestra que Sánchez lo intenta. Quiere preservar la coalición con Iglesias, pero no atarse de forma exclusiva a la alianza con Bildu y ERC. Por eso la decisión de buscar el concurso del PP en este proceso y de priorizar al PNV tanto en RTVE como en el CGPJ. Iglesias quería aplicar la reforma para rebajar las mayorías en la elección del CGPJ e incluir a ERC y Bildu en el reparto. Sánchez se ha resistido a eso y a la mínima ocasión aparcó ese proyecto de reforma para buscar al PP. Iglesias, imprescindible Pero Iglesias sigue siendo imprescindible mientras Sánchez siga considerando que el fin prematuro de la coalición tiene costes. Y mientras así, el líder de Podemos aprieta por mantener su influencia. El bloqueo constatado el viernes en las negociaciones para renovar el CGPJ tiene que ver con la imposibilidad de Sánchez por mantener su acuerdo con Iglesias. En verano le prometió que podría participar en el reparto, a la vez que cumple con el PP, que solo quiere pactar con el PSOE. «Podemos acepta que se negocie con el PP, pero no un pacto PSOE-PP sin Podemos que significaría que Sánchez ha cambiado de socio», explican en Unidas Podemos, donde plantean así la negociación: si Sánchez los margina para acordar con el PP significaría el fin de la coalición. «Sánchez prefiere seguir siendo presidente antes que pactar los jueces con el PP», resumen en Podemos como ejemplo de su fuerza negociadora. Hay voces en el PSOE que creen que Sánchez tendría «más margen» y que debería usarlo dejando a Iglesias en la disyuntiva de «elegir si sigue o no en el Gobierno». Por todo esto el bloqueo de las negociaciones es una buena noticia para Iglesias. Por eso no tiene incentivos para ceder en sus exigencias a Sánchez. Porque todo lo que signifique que el presidente del Gobierno abra su abanico de alianzas a medio plazo es un órdago al proyecto político de Pablo Iglesias. Por eso entiende que no ganaría nada si cede y no incluye a Victoria Rosell y José Ricardo de Prada. Si Sánchez quiere acercarse al PP que lo haga, pero él no va a colaborar en esa operación. «Podemos no existe como partido. Es una plataforma personalista con presencia en Madrid y que basa su influencia en ser el conseguidor necesario de las fuerzas regionalistas, nacionalistas e independentistas que han incrementado su peso en Madrid», reflexiona un dirigente socialista. «Es el pegamento de la periferia», apuntala otro que encuentra en eso la explicación a la «extraña» campaña catalana que desplegó Iglesias: «necesita que ERC esté fuerte, y no le ha salido mal»..

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