jueves, 25 de febrero de 2021

El ocio regresa a las residencias de mayores: «Salir a la calle nos da la vida»

Feli de la Fuente sigue siendo coqueta a sus 106 años. Este miércoles desempolvó una blusa con botonadura de perlas que lució por última vez en una boda para una ocasión extraordinaria. Tras meses internada en varias residencias, donde la pandemia ha limitado las salidas y visitas de los familiares, Feli se sentó junto a otros 200 mayores en el Teatro EDP Gran Vía. La función, un monológo del actor Santi Rodríguez, fue solo para ellos, los mayores ya inmunizados. La blusa de Feli causó sensación. «Dije: “Qué me pongo”. Uy, en sus tiempos gustó mucho, y el miércoles pues también. La he guardado para otra vez», comenta, al otro lado del teléfono, desde su habitación en la residencia Asispa Las Azaleas. «Se pusieron sus mejores galas, estaban guapísimos... La emoción de salir, de coger el autobús, de juntarse con gente, de recorrer las calles de Madrid... Les impresionó mucho la prensa, se sintieron estrellas por un día, se lo merecían», relata la directora del centro, Míriam Aranda. Los seis invitados de entre sus 49 residentes fueron elegidos por conservar sus capacidades cognitivas y no tener reparos en abandonar su hogar pese al virus. Inocencia Montaner, maña de 91 años, ya desea repetir: «Yo no conozco el miedo». Quiere más salidas, más calle, más visitas. «Mis dos hijos vienen a todo lo que está permitido. Con salir a la calle nos vale, nos da la vida», asegura. Después de este pistoletazo de salida, Las Azaleas ya está programando las «actividades de ocio y tiempo libre» que acostumbraba a consensuar cada año con sus mayores. Escapadas a museos, cines, teatros y parques que espera retomar en las próximas semanas. La misma previsión se extiende al resto de residencias, después de las nuevas indicaciones del Gobierno madrileño que, desde este lunes, amplían a tres las visitas de familiares, en lugar de una, y eliminan los límites de las salidas. Al día siguiente de disfrutar del teatro en el centro de la capital, Conchita Martínez, de 88 años, tomó un café con su hija. «Ya podemos salir todo el día, los fines de semana, de vacaciones...», agradece. Atrás quedaron los días encerrada en su cuarto de la residencia Orpea Loreto, que estuvo en el ojo del huracán el pasado marzo por un brote descontrolado —a día de hoy, el número de fallecidos es un secreto—. Conchita, que ha matado el tiempo de confinamiento con libros, música y televisión, es de las que se apunta a un bombardeo. La primera excursión para los 76 ancianos del centro, que recibieron su segunda dosis de la vacuna de Pfizer el pasado 2 de febrero, llegará en marzo. Planes de primavera Con la primavera a la vuelta de la esquina, los geriátricos calientan motores y buscan opciones para los mayores vacunados. «Primero se empezará con excursiones al aire libre, al Retiro, a jardines...», afirma Carlos Amores, el animador de una residencia del grupo DomusVi. El programa habitual del centro es «muy variopinto» e incluye al menos cuatro salidas mensuales: jornadas de compras, comidas en bufés, visitas a la Casa de Campo, chapuzones en las piscinas, planes de Semana Santa... Al otro lado del teléfono, las declaraciones de Carlos se entremezclan con tres voces joviales. Amparo Vicente (90 años), Piedad Molina (83) y Felicidad García (86) recuerdan con alegría el miércoles de teatro, una suerte de «noche de Reyes», en palabras de Carlos. «La primera noche después de un año, solamente con poner los pies en la calle ya está bien». «No todos los días se va a Madrid». «Nos sentíamos famosos». «Tenemos ganas de hacer vida normal». No pudieron decir adiós a sus amigas. Esta vez, el patógeno no impedirá que recuperen su libertad.

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