
«Esto es inhumano». La queja es común entre los ganaderos que conviven y sufren los ataques del lobo. «Resignación, impotencia y berrinche» con cada mañana en la que llegar al campo es encontrarse con un animal fallecido y otros malheridos por las fauces del cánido. «Se escapan pocos días que no haya un animal muerto. Si no es a ti, es a otro», se lamenta Pedro Sansegundo, ganadero de vacuno de carne en extensivo en la zona abulense de Navalacruz de Pinares, la provincia que acumula más de la mitad de los ataques del lobo en Castilla y León –superó los 1.500 en 2020–. Ya casi ha perdido la cuenta de las reses que el canis lupus se ha llevado....
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