
Decía Miguel de Cervantes que en todas las casas cuecen habas y, como en Cantora, hasta en las mejores familias existen problemas, surgen disgustos y se producen traumáticos cismas que solo encuentran solución con el paso del tiempo. Estas páginas han sido testigos desde hace años de muchas rupturas entre padres e hijos en las que nunca se ha esclarecido si los progenitores eran los buenos o malos de la película. Y, aunque en la mayoría de casos han terminado firmando la paz, lo cierto es que hay distanciamientos que sobreviven (o llevan camino de sobrevivir) a sus propios protagonistas. Un triste ejemplo de ello es el de Rocío Carrasco. La hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco lleva desde...
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