sábado, 1 de junio de 2019

El órdago

Si Rivera cediera a los requiebros de Sánchez, las cábalas de los pactos se aclararían en favor de una alianza más o menos estable y aproximadamente equidistante de los dos extremos populistas que amenazan con radicalizar la convivencia política del país. Además, Casado se consolidaría como jefe de la oposición e Iglesias podría rentabilizar su soledad sobrevenida en la marca de la izquierda. Abascal, en cambio, acabaría colgado de la brocha de la irrelevancia: si sus escaños no sirven para completar mayorías alternativas, su partido pierde la visibilidad que le ha servido de viento de cola. Pero Ciudadanos —lagarto, lagarto— no parece por la labor de ayuntarse con el PSOE. De que esa premisa se mantenga o se modifique depende buena... Ver Más

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