Evandolf y Mikaela se han pasado más de media vida bajo tutela de la Comunidad de Madrid. Mucho de este tiempo, en centros de menores. La vida les repartió malas cartas, y ha sido la Administración la encargada de velar por sus derechos. Ahora, Evan se acerca a los 18 y Mika acaba de sobrepasarlos; sus problemas empiezan a ser otros, los del salto a la vida adulta cuando el sistema sólo los contempla mientras sean niños. La recién aprobada Ley de Infancia trata de superar ese concepto e incorpora derechos como el de criarse en una familia o el paso de familia de acogida a adopción. Cuando Evandolf cumplió los 10 años, se encontró con un negro panorama: la crisis matrimonial de sus padres rompió la familia y les dejó a él y a su hermana al cuidado de las instituciones. Allí pasó parte de su infancia y su adolescencia, hasta que le ofrecieron participar en el programa 'SOS Covid', que buscaba dar un respiro en plena pandemia a chavales que literalmente no salían durante meses de las residencias donde vivían. «Le pregunté a mi hermana y como a ella le pareció bien, acepté encantado», explica. Hace dos años que está con la misma familia, feliz de haber recuperado el calor de hogar, lo que más se echa de menos. «Mi hermana está en otra familia, vive cerca de mi casa; vamos juntos a clase en el autobús», cuenta, con la sonrisa eternamente en los labios. Noticia Relacionada estandar Si La Ley de Infancia de la Comunidad de Madrid incluirá educar en el uso de redes sociales desde los 3 años Sara Medialdea La nueva norma, que cuida la vida y la salud del concebido no nacido, se aprobará hoy en la Asamblea «Tenéis de todo, pero os falta lo esencial», recordaba la consejera de Familia, Concha Dancausa. Y esa esencia es una familia, extensa –abuelos o tíos– o escogida – de acogida–. Para facilitar lo que ahora se recoge como un derecho del niño, el de vivir en una familia –«en los últimos 50 años ha habido una excesiva institucionalización de los niños», recuerda Salomé Adorher, profesora de la Universidad de Comillas–, la nueva Ley de Infancia refuerza esa vuelta a la familia. A la propia, trabajando con ellas, o las de adopción. Y rompe el muro entre ambas . Además, explica la consejera, «crea una pasarela a la adopción desde la familia de acogida». Tras los 18 Evan ahora tiene 17 años, y su hermana 16; se acercan peligrosamente a la edad que es la línea roja que marca el final de la infancia en los centros de menores. Un momento delicado para el que la nueva Ley de Infancia intenta buscar fórmulas: como señalaba la consejera Dancausa, «no tiene sentido mantenerlos durante años para que, cuando lleguen a los 18, les abran la puerta para que se vayan». Porque además, recuerda, «no todos al cumplir esa edad están en el camino adecuado: tienen todo el derecho a formarse después, y no que se les acabe el futuro porque han cumplido los 18». Que se lo digan a Mikaela, que con sus 19 años ya no está en el sistema de protección porque es mayor de edad, pero sigue estudiando, Periodismo en su caso, porque «se les acompaña en ese camino a su emancipación», recuerda Silvia Valmaña, directora general de Infancia: «Ningún padre le pone la tarta del 18 cumpleaños y las maletas en la puerta el mismo día». Mikaela recuerda su experiencia de vida en un centro de menores: «Te acostumbras a desacostumbrarte; es como una montaña rusa, de cambios permanentes. Nada es para siempre, ni el calor de un hogar, ni tus educadores, ni tus compañeros. Tienes ventanas con rejas que parece que nunca te van a dejar volar». Su caso es un ejemplo porque ha logrado romper con la barrera académica, y poder seguir estudiando, más allá de una formación para incorporarse al mercado laboral nada más alcanzar la mayoría de edad. No estar solos Así, el periplo que comenzó cuando llegó con dos años como inmigrante sin papeles está en camino de concluir con su emancipación. «La ley ayuda a los niños a abrir la puertas para su futuro », señala Valmaña. Evan lo ratifica: tras un año de tropiezo académico, ha empezado primero de Bachillerato de las Artes; «suspendí bastantes y la familia de acogida me dijo que no me desanimara. Gracias a salir de la residencia vi lo bueno de la situación, pude elegir el Bachillerato que quería estudiar». La clave, insisten en la Consejería, está en «que no estén solos y lo sepan». Hay 3.700 niños bajo tutela de la Comunidad. De ellos, 2.200 están en familias –extensas o escogidas–, y el resto, en residencias. La ley prima su vuelta al seno familiar; de hecho, prioriza el acogimiento frente a la residencia, pero «necesitamos muchas más familias que quieran acoger» para poder ampliar las cifras, recuerda Dancausa. La norma también regula por primera vez las entregas voluntarias para la adopción en el momento del nacimiento.
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