Desde que cayera despeñado en 2013 al pozo de la Segunda división, el Real Zaragoza, décimo club con más puntuación histórica en la Liga, ha vivido con el empeño de dar con la puerta de salida que no encontró en las últimas ocho temporadas, una eterna decepción para una hinchada acostumbrada a celebrar goles en la elite. El horizonte vuelve a aparecer salpicado de nubarrones en la intentona 2021-22 porque el conjunto de La Romareda nada contracorriente en los puestos de descenso arrastrado por una racha de nueve empates consecutivos, marca que supone ya un nuevo récord en el fútbol profesional español a lo largo de una misma campaña. La última igualada llegó el domingo en el minuto 95 del partido ante el Mirandés (1-1), otro castigo para una afición que se preparaba para disfrutar del primer triunfo desde el 5 de septiembre. «La falta de gol mostrada desde el inicio de la Liga se ha ido cronificando en el equipo. Los empates que en un principio parecían algo circunstancial no dejan de repetirse y estamos preocupados porque el Zaragoza parece haberse acostumbrado a no ganar, ya estamos en el filo de la navaja. La plantilla muestra evidentes carencias de calidad que los jugadores suplen con pundonor, pero eso no siempre resulta la panacea», analiza Pablo Palomar, el presidente de la Federación de Peñas. Con un palmarés engalanado por seis títulos de Copa, una Supercopa de España, la inolvidable Recopa ganada al Arsenal en París con un golazo de Nayim desde el centro del campo y una Copa de Ferias, el Real Zaragoza ha ido perdiendo peso en la clasificación histórica de la Liga condenado por un descenso consecuencia de una mala planificación deportiva y la nefasta gestión de Agapito Iglesias desde que en 2006 se adueñara del club al comprar el paquete accionarial mayoritario de Alfonso Solans. Un barco que Agapito puso a la deriva y que abandonó meses después de bajarlo a Segunda división, dejando como herencia una deuda de 113 millones. Un personaje al que nadie recuerda con cariño en la ciudad y más después de ser condenado en 2019 por un delito de falsedad documental en la sentencia por el presunto amaño del partido entre el Levante y el Zaragoza. «Lamentablemente, estamos en la clasificación acorde a las posibilidades económicas actuales de la entidad», asegura Palomar a este periódico. Agapito vendió el club en junio de 2014 a un grupo de empresarios aragoneses a los que más tarde acabaría denunciado por incumplimiento del contrato y, finalmente, por un euro, cedió el 90% de las acciones a la Fundación Zaragoza 2032, que continúa al frente de la entidad con Christian Lapetra como presidente. El cambio de propiedad no ha conseguido enderazar el rumbo deportivo de un equipo que está a un paso de entrar en la historia en el fútbol internacional con una marca de dudosa celebración.«Los empates, en una Liga de tres puntos por victoria, se convierten en un lastre si no los vas combinando con triunfos», afirma el dirigente de la peñas. Si este jueves empata en El Plantío ante el Burgos, el conjunto entrenado por Juan Ignacio Martínez alcanzará el récord de igualadas seguidas de un club de fútbol profesional, en poder del Racing de Avellaneda argentino (10). La zozobra del Real Zaragoza ha desatado la preocupación de antiguos inquilinos en el vestuario de La Romareda y los nombres de exjugadores como Ander Herrera (ahora en el PSG) y César Sánchez se han vinculado como posibles accionistas de futuro para una entidad que, tras su empate ante el Mirandés, ocupa el puesto 19 en la clasificación de la categoría de plata. En trece partidos ha firmado diez empates, nueve seguidos en las últimas jornadas, y una sola victoria. «Veo complicado que puedan llegar grandes aportaciones económicas que permitan al club pagar de manera más prematura las deudas que arrastra y poder reforzar la plantilla sin saltarse el control económico de LaLiga», concluye Palomar, que confía en ganar en Burgos para cerrar la racha de empates.
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