viernes, 3 de septiembre de 2021

Carlos Alcaraz se hace grande en Nueva York y doblega a Tsitsipas

Carlos Alcaraz nació hace 18 años, pero ayer lo hizo como estrella mundial del tenis. Lo hizo en Nueva York, en el US Open, en su pista central, Arthur Ashe. Era la primera vez que pisaba ese terreno y buscaba, también por primera vez, meterse en octavos de final de un ‘grande’. Lo hizo frente a Stefanos Tsitsipas (6-3, 4-6, 7-6, 0-6, 7-6), y se convirtió en el más joven en lograrlo desde la edición de 1989, con Michael Chang y Pete Sampras. Nadie contaba con que lo hiciera. Tenía delante a Stefanos Tsitispas, tercer favorito del torneo, y uno de esos jóvenes -no tanto como Alcaraz- llamados a expulsar algún día, algún año, al trío Nadal-Djokovic-Federer de las victorias de Grand Slam. Alcaraz se presentó, sin embargo, con la intención de adelantar, por la derecha y sin permiso, al tenista griego en esa ambición. Tsitsipas se ha convertido en el ‘enfant terrible’ del US Open por sus polémicas huidas al baño (en especial contra Andy Murray en primera ronda) pero se encontró delante a un chaval todavía más insolente que él. Con la raqueta, no con los malos modos. Alcaraz empezó el partido a pecho descubierto y le endosó un 4-0 a Tsitsipas de esos que dejan al respetable neoyorquino con una sonrisa de ‘nos vamos a divertir’. El griego tardó poco en ponerse 4-3 y la sensación era de que sería poco más que eso, un duelo disputado que, al final, a cinco sets, caería del lado del favorito. Eso se puso en duda en el tercer set. Después de haberse llevado cada uno una manga, Alcaraz consiguió forzar el ‘tie break’ y, en ese momento de presión, sacó su mejor tenis. Una dejada divina -regaló varias durante el partido-, un revés paralelo como un cañón que puso al público en pie, saques consistentes y la colaboración de Tsitsipas -un ‘warning’ y doble falta- le permitieron hacer soñar a Nueva York y a la afición española que dedicó la madrugada del viernes a este prodigio. En el cuarto set, Tsitispas le endosó un rosco y ahí parecía acabar todo. Salió el masajista a tratar a Alcaraz, dolido en la pierna derecha. Pero quedó un quinto set para la historia, en el que el joven murciano se hizo mayor. Con una derecha demoledora como todo el partido, dominó el desempate y en el punto definitivo cayó al suelo, incrédulo, con las manos en la cabeza, sobre el cemento neoyorquino. Ya estaba entre los grandes.

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