El equipo de saltos de Estados Unidos cuenta en Tokio con una amazona de apellido ilustre. Cuando suena su nombre por la megafonía de los campeonatos la mente vuela y retintinea el rock. ‘Born to run’, ‘The River’, ‘Thunder Road’... tin, tin. Clink. Yeeah. La música de su padre Bruce resuena al instante en el imaginario colectivo, pero es Jessica Springsteen (Los Ángeles, 1991) la protagonista en ese momento. La deportista, como lo hace su padre en los conciertos, quiere atraer los focos en sus primeros Juegos, a los que llega convencida de poder subir al podio para cumplir su sueño de niña. Un sueño que lleva años persiguiendo y que ya se le ha escapado en dos ocasiones. En Londres 2012, donde acudió como reserva, se quedó a las puertas de competir y en Río no pudo hacerlo por una lesión de su caballo. Por eso, estos Juegos de Tokio son más especiales para ella y una alegría tremenda en la casa familiar. «Mis padres están muy emocionados, como yo, y espero que se sientan muy orgullosos de mí cuando acabe la competición. Siempre me han apoyado desde que era una niña y este era mi sueño desde aquellos primeros momentos. Por eso siento que es un viaje que hemos hecho juntos», apuntaba hace algunas semanas la atleta, que desgraciadamente no podrá estar acompañada por su familia en Tokio debido a las restricciones por el coronavirus. Ellos, Bruce y Patty Scialfa -compositora musical y madre de la atleta-, la seguirán desde la granja familiar en Colts Neck, donde toda esta aventura se originó cuando apenas tenía cuatro años. Con 9 años, la familia se trasladó a la casa de Colts Neck, donde Jessica vivía rodeada de animales y donde alimentó su amor por los caballos A esa edad empezó a montar Jessica, que muy pronto pudo disfrutar de su pasión más de cerca. La familia se trasladó definitivamente a la granja de Nueva Jersey cuando tenía alrededor de nueve años y desde ese momento su crecimiento deportivo no paró de progresar. «Vivíamos rodeados de animales: pollos, cerdos, vacas… todo lo que puedas imaginar. A mí lo que me gustaba era estar con los caballos, nunca quería perderme una clase y ese compromiso y dedicación que tenía entonces lo mantengo a día de hoy», apuntaba la amazona poco antes de viajar a Tokio. Allí competirá a lomos de Don Juan van de Donkhoeve, un semental belga de doce años que ha sido su compañero de viaje durante el último ciclo olímpico. «No hay nadie con el que me gustaría compartir este momento más que contigo», escribía cariñosa Springsteen en sus redes sociales. Mensaje dedicado al equino que le ha aupado a su sueño. Ahora, juntos, tratarán de ir un poco más allá. De llegar a ese podio que culminaría un deseo gigante y que colmaría sus aspiraciones deportivas. La competición de saltos está previsto que comience el próximo fin de semana y ahí estará Jessica a lomos de su Don Juan para tratar de alcanzar el podio. Primero como equipo, con Estados Unidos como uno de los favoritos, y luego en individual. Medalla que atravesaría como un rayo el rancho familiar, donde Bruce y Patty seguirán atentos el ritmo de su hija. Salto tras salto hasta la victoria final.
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