viernes, 30 de julio de 2021

Salamanca y la conjura popular

Por primera vez desde 2018 el PP navega por delante en las encuestas, que otorgan posibilidades a Pablo Casado para alcanzar La Moncloa. Los populares han navegado durante años en las dudas. Condicionados también por los equilibrios internos entre Pablo Casado y sus barones. Y entre los barones entre sí. Pero hasta desde esas diferencias se percibe un nuevo momento. Incluso quienes en el PP han sido más escépticos respecto a su figura son conscientes del rol que ha jugado el «momento Ayuso» en las nuevas expectativas. Casado es consciente y sabe que la unidad del partido y su renovada pujanza territorial es fundamental para sus opciones de arrebatarle a Pedro Sánchez La Moncloa. En la víspera de la Conferencia de Presidentes se ha escenificado un punto de inflexión. Buscó esa imagen de unidad. Reunía a todos sus presidentes autonómicos con Alfonso Fernández Mañueco de anfitrión. Casado dio algún abrazo y chocó muchos puños en estos tiempos sin besos. «¡Pablo presidente!», se escuchaba en la plaza. Y fotos, muchas fotos. Con los presidentes autonómicos en segunda fila. Mañueco era abordado por alguno de sus electores y Juanma Moreno por alguno de tantos andaluces por España. De forma inevitable el foco se desplazó hacia Isabel Díaz Ayuso cuando se advirtió su presencia. «Gracias por existir», le dijo un señor. Un fenómeno político que no es solo madrileño. Sánchez intentó desactivar las críticas de las regiones populares con el anuncio de más vacunas y fondos europeos. No fue suficiente para que el PP flaquease. Se mantuvo la presión en las reivindicaciones sobre el Gobierno. La cita sirvió para unificar los puntos de acción conjunta de las autonomías. Los presidentes del PP cenaron juntos el jueves. Incluso Núñez Feijóo, con agenda previa en La Toja, apuró para unirse. Entremezclados entre periodistas, algún turista, y vecinos de la ciudad, una Plaza Mayor iluminaba el nuevo momento del PP. Casado, visiblemente relajado, departía con todo el que se pusiera por delante. Quedó muy clara su decisión de apoyar al presidente de Ceuta en el conflicto de la declaración de Santiago Abascal como persona 'non grata'. El presidente del PP agradece mucho que sus dirigentes territoriales que deben cohabitar con Vox hayan evitado la polémica. Sensación de unidad y de no de hacer la guerra por su cuenta. Génova percibe nervios en Vox. Se vislumbra ya un escenario «como el de Ayuso». En el que el PSOE quede por detrás del PP sin opciones de gobernar y que con una distancia suficiente respecto de Vox los populares sean capaces de gobernar con más autonomía que ataduras. Hay un sentir de cambio de ciclo sin retorno. Aunque también abundan quienes piden cautela: «Queda mucho, tranquilidad», decía un dirigente autonómico. «Está tocado», planteaba un importante asesor popular. No hubo tal encuentro, ni público ni privado, en el PSOE. ¿Son más distintos Feijóo y Ayuso que García-Page y Armengol? Probablemente no. Y el futuro de la política española a medio plazo puede depender mucho de si la unidad del PP es suficiente como para ensanchar su base y si la «pluralidad» del PSOE no es demasiada como para desfigurarse por uno de sus costados.

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