jueves, 29 de julio de 2021

Rebeca Andrade, una plata continental

Superada únicamente por la estadounidense Sunisa Lee en la final del concurso completo de gimnasia artística, Rebeca Andrade hizo historia ayer al convertirse en la primera gimnasta latinoamericana en colgarse una medalla olímpica. Lo consiguió en una jornada con emoción hasta el final, en la que Andrade se consagró con un segundo puesto tras un ejercicio de suelo que ejecutó al ritmo de 'Baile de favela', una música con la que rindió tributo a sus orígenes y que la lleva acompañando desde 2018. «Di el 110 por ciento. ¡Estoy tan feliz! Soñaba con este momento y me he entrenado y he trabajado muy duro para llegar a ello», dijo al acabar la competición. Nada más confirmarse su metal, Andrade recibió la felicitación de toda una leyenda como Nadia Comaneci, quien recordó que la brasileña fue campeona del concurso junior organizado por la exgimnasta en Oklahoma en 2013. «Muy orgullosa de tu duro trabajo», escribió Comaneci en sus redes sociales. Antes, Andrade no había podido arrancar de mejor manera la final, consiguiendo la nota más alta en la prueba de salto, un 15.300. Luego sería cuarta en asimétricas (14.666) y no le iría tan bien en barra de equilibrio (13.666). Aun así, Andrade llegó al último ejercicio jugándose la medalla con Sunisa Lee y las rusas Angelina Melnikova y Vladislava Urazova, dos de las favoritas al oro. Finalmente, exhibiendo su faceta más carioca en el ejercicio de suelo, Andrade cosechó un 13.666 con el que se terminó colgando la plata. En total, su puntuación fue de 57.298 puntos. Tres pasos por el quirófano Su éxito en Tokio sirve para enterrar unos años complicados en los que fue operada hasta en tres ocasiones del ligamento de su rodilla izquierda. La primera, en 2015, la obligó a perderse los Juegos Panamericanos y a punto estuvo de retirarla de no ser por el apoyo de su entorno más cercano. Dos años después, en 2017, volvió a correr la misma suerte, igual que le pasó en 2019, cuando tuvo que parar durante ocho meses. De hecho, de no ser por el aplazamiento de los Juegos por el coronavirus, su participación en Tokio habría estado en el aire, ya que en 2019 no pudo asistir a los Mundiales de Stuttgart (Alemania), clasificatorios para los Juegos de Tokio. «No tengo palabras para describir lo que siento ni lo que significa tener una medalla olímpica de plata colgada del cuello. Trabajé mucho con mi entrenador y mi psicólogo. Ha sido un camino difícil con muchos baches, pero logré centrarme en mi objetivo», dijo ayer. Una vez se hubo recuperado de su lesión, Andrade siempre tuvo en mente estar en el podio y competir contra las mejores, entre quienes destaca Simone Biles, la número uno de este deporte. En la fase clasificatoria, de hecho, Andrade había mandado un serio aviso a sus rivales cuando se quedó a solo 332 milésimas de la estadounidense. Sin Biles en la final de este jueves por problemas de ansiedad, las opciones de medalla para la brasileña eran todavía más reales. Y así fue, logrando una plata que no solo estrena a Brasil en la gimnasia olímpica femenina, sino a todo su continente. Andrade, natural de Guarulhos, municipio de la zona metropolitana de Sao Paulo, proviene de una familia humilde de ocho hermanos y una madre que se ganaba la vida con trabajos domésticos. Una infancia complicada que llegó a torpedear su carrera como gimnasta, que, no obstante, siempre salió a flote gracias a su innegable talento. Con cuatro años, Andrade entró por primera vez en un gimnasio como parte de un proyecto social de la alcaldía de Guarulhos. Allí fue bautizada con referencias a Daiane dos Santos, leyenda de la gimnasia brasileña que ayer, emocionada, reivindicaba la gesta de su compatriota en la televisión nacional: «Nos decían que las mujeres negras y humildes no podíamos hacer deporte». En Tokio, Andrade ascendió a los altares con «El baile de favela», de MC Joao, una melodía que la viene acompañando desde 2018 -antes lo hacía Beyoncé- y tiene su origen en las favelas de Río de Janeiro, cuando en los ochenta, el funk era habitual durante las fiestas de la barriada. Andrade la hizo sonar ayer en el Centro Gimnástico de Ariake, donde esta joven de 22 años hizo historia sin olvidar de dónde viene. Su objetivo, ahora, está puesto en las siguientes pruebas, en las que, quién sabe, podría competir contra Simone Biles, el mayor reto para una gimnasta.

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